Manuscrito. Ya está en el aire girando mi moneda
La música del azar: de unas charlas con Daniel Drexler en el Cabo Polonio al relato de una historia increíble que involucra a Nito Mestre, Pedro Aznar, Daniel Grinbank, el Mono Fontana, Jan Hammer y Lile Mays
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Hace tres lustros, con Analía, Lu, Ceci y Juan, compartimos unas vacaciones en la costa uruguaya. También estaba Daniel Drexler, que en ese viaje compuso “Llegando al Polonio”, una oda a ese pueblito mágico, que se transformó, para mí, en una especie de himno porque captaba el momento en que después de atravesar los médanos, el mar obliga a hacer una curva y a medida que las casitas se empiezan a hacer más grandes, el conductor del Jeep tiene que prestar atención para no pisar a ningún bañista distraído. Jorge ya le había dedicado “Salvapantallas” (Eco, 2005) a su hermano, y prueba de esa sintonía musical, Dani me contó que cuando escuchó por primera vez la frase “ya está en el aire girando mi moneda”, de “Sea” (Sea, 2001), descubrió el guiño a la letra de “On and On”, una canción de Stephen Bishop que solían escuchar en su adolescencia.
Me acordé de esa historia, y de la frase de la moneda, por otra historia que me contó Nito Mestre en el marco de una entrevista para Rolling Stone. Como se cumplen cincuenta años de la grabación de Vida, el primer disco de Sui Generis, el cantante planea un concierto, que incluye partes sinfónicas, en el teatro Ópera (el sábado 19 de noviembre).
En 1979, Nito se había ido de viaje a Nueva York y se encontró con Alex Zuker, bajista de Alas, relevante grupo de rock progresivo, que estaba radicado en la Gran Manzana. Juntos fueron a ver a la cantante, guitarrista y compositora canadiense Joni Mitchell. Del pullman se colaron a la platea, y así pudieron ver de cerca a una banda que completaban Don Alias (batería), Michael Brecker (saxo), Jaco Pastorius (bajo), Lile Mays (teclados) y Pat Metheny (guitarra). Un combo colosal en un momento clave en la carrera de Mitchell, previa a la salida de Mingus, el álbum que había empezado a preparar en conjunto con el gran contrabajista y compositor Charles Mingus, que falleció antes de que pudieran terminarlo.
Más allá del impacto de apreciar en vivo el virtuosismo de Jaco Pastorius, hubo un sonido en particular que lo impresionó a Mestre y es el que salía de las teclas de Lile Mays. Así que se acercó al escenario y tomó nota: el sintetizador que estaba apoyado sobre el piano, y que emitía un sonido envolvente, era marca Overheim. “Era una nave, ¡La gloria personificada!”, evoca Mestre.
Poco tiempo más tarde, ya en Buenos Aires, Daniel Grinbank, que por entonces era el mánager de Nito, le cuenta que iba a producir un show de Jan Hammer en el estadio Obras, y que el tecladista planeaba traer uno de esos sintetizadores para poner a la venta. En ese momento, era habitual que los músicos extranjeros trajeran instrumentos para hacer una diferencia económica. Nito dijo que lo compraba. Unas semanas más tarde, Grinbank le avisó que, en un descuido, también se lo había ofrecido a Pedro Aznar. “¡Pero si yo lo había reservado!”, dijo Nito. “Tenés razón! -respondió el empresario- ¡pero me olvidé! Y Pedro también lo quiere. Arreglen entre ustedes…”.
Nito, entonces, habló con Pedro. “Yo lo quiero”, dijo el bajista. “Yo lo reservé primero”, argumentó Nito. Ambos son de Leo, un signo poco proclive a la cesión. Así que Nito propuso resolver el asunto lanzando una moneda al aire. Aznar acordó y llegó hasta la casa de Nito con una amiga, neutral, para que ella ejecutara el lanzamiento. El ganador fue Mestre, que más de cuatro décadas tiene un sentimiento de gratitud con Aznar: “Está bien, me ganaste”, reconoció Pedro en ese momento. “Pero si querés te enseño a usarlo”, ofreció, en un gesto de caballerosidad absoluta.
Esa moneda en el aire no sólo definiría el destino del instrumento, sino que marcaría el sonido de 20/10, uno de los discos más elogiados en la extensa discografía de Nito Mestre. El ejecutante fue el benemérito Mono Fontana, que años más tarde, a comienzos de los 90, abriría -tocando un sintetizador- el show de Lile Mays y Robben Ford, en el teatro Ópera.
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