Manuscrito. Víctimas de la política y la moda
Los poderosos, la política y la moda siempre han estado relacionados. Hace unas semanas, se emitió por Europa Europa la miniserie Atelier Fontana: las hermanas de la moda, de 2010, que narra la vida y los logros de las tres diseñadoras y modistas italianas de ese apellido, Zoé (1911-1978), Micol (1913-2015) y Giovanna (1915-2004), que en las décadas de 1950 a 1980 vistieron a las grandes estrellas de cine como Ava Gardner, Rita Hayworth, Elizabeth Taylor, Anita Ekberg y Audrey Hepburn; y a la café society (Jackie Kennedy). La primera clienta de fama mundial fue la actriz Linda Christian. Ella les encargó el vestido de casamiento de su boda, en 1949, con el galán Tyrone Power. A partir de ese acontecimiento, las celebridades se precipitaron al atelier de las Fontana. Federico Fellini les encomendaría el vestuario de Anita Ekberg en La dolce vita.
En 1992, Micol, que viviría hasta los 101 años, vendió la marca. Dos años más tarde, creó la Fundación Micol Fontana, que conserva todo el archivo de la firma y promueve la formación de nuevos talentos. Ya estaba casi retirada en 1984; pero hubo una circunstancia que, a los 70 años, la llevó a aparecer en los medios contra su voluntad. Un acontecimiento mediático y político, no previsto por nadie, ocupó a toda Italia: la llamada “Boda del Año”.
Los novios eran una pareja de desconocidos con una historia romántica detrás que justificaba el dicho: “el amor nunca muerte”. La novia, la ucraniana Lida Titorenko (¡65 años!) tenía un parentesco importantísimo: era prima de Raissa Titorenko, la esposa de Mijail Gorbachov, que llegaría a gobernar la Unión Soviética desde 1985 hasta 1990. El novio, nacido en Las Marcas, era el albañil jubilado Primo Grasselli (¡70 años!). Vivía en Sant’Angelo in Pontano, una pequeña población también de la provincia de Macerata.
La pareja se había conocido más de cuatro décadas antes, en plena guerra, en un campo de trabajo nazi de Leipzig donde se fabricaba barniz. Allí se enamoraron y estuvieron juntos durante tres años, Cuando los liberaron, ella volvió a Ucrania; y él, a Italia. Primo se casó y enviudó dos veces. Lida permaneció soltera. Él, después de quedar viudo por segunda vez, le escribió a Lida tras cuarenta y dos años de separación para proponerle un reencuentro. Ella aceptó.
El matrimonio se celebraría en Sant’Angelo in Pontano, según ritual católico-ortodoxo, el 6 de mayo de 1984. Para esa fecha, el embajador soviético en Roma, alertado, envió al cónsul y al vicecónsul a la ceremonia. El nombre de Gorbachov, aunque lateral en ese idilio, hizo toda la diferencia.
Micol Fontana, “invitada”, debió comprometerse a regalarle a Lida el vestido de la boda, pero en forma anónima. Viajó de Roma a Las Marcas para asistir a las pruebas, los arreglos, y coser ella misma los ajustes finales. No hizo un canje publicitario por ese espléndido presente, pero era inevitable que la información trascendiera. Por si fuera poco, un paparazzo logro fotografiarla mientras ajustaba la falda. Ese hecho provocó la indignación de Micol.
Pippo Baudo, el gran conductor televisivo, transmitió el casamiento. La península entera y las islas lloraban de emoción. El exalcalde de la localidad fue el testigo del esposo; los de la novia, el primer bailarín del Bolshoi, Vladimir Derevianko, y Paola Belli, de la Ópera de Roma. Durante más de un año, Primo y Lida fueron invitados de honor de festivales, agencias de viaje, grandes hoteles italianos, programas de radio y televisión. Vivieron una larga luna de miel de ricos y famosos. Después, dejaron de invitarlos. Lida empezó a extrañar a sus sobrinos y a Ucrania. Volvió dos veces a su patria. La segunda, no regresó a Italia. Primo y Lida abrazaron la soledad definitiva.
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