Manuscrito. Un palacio adecuado para el crimen
El 7 de marzo de 1995, el empresario Maurizio Gucci, miembro de la familia propietaria de la firma Gucci, fue baleado en Milán por un sicario contratado por Patrizia Regiani, exesposa de la víctima. Hace unas semanas, se estrenó en Buenos Aires, La casa Gucci, una película dirigida por Riddley Scott, que cuenta la historia de ese crimen. Es un film donde no se ven pobres; los pobres están sentados en la platea y no necesitan ver más miseria. El cine cumple con su gran mérito: la evasión. La fui a ver. Hay mucho despliegue de riqueza, de opulencia de buen gusto (también del otro).
La producción parecía no haber escatimado recursos; por lo tanto, me sorprendí cuando la cámara mostró como escenario del crimen un imponente e inconfundible edificio de departamentos de Roma –figura en historias de la arquitectura–, en el barrio Coppedé, mezcla de antiguo imperio, renacimiento, neobarroco, art nouveau y déco. Lo mostraban como si fuera allí donde mataron a Maurizio; y no, en el 20 de Via Palestro ¡de Milán!
La fachada de esa dirección con la foto correcta se publicó en una nota de Germán Wille, el pasado 24 de noviembre en este diario. En el artículo, se puede ver la puerta de ingreso y el hall de la propiedad de estilo neoclásico, distinguida, pero convencional. Nada que ver con el delirio de Coppedè, digno de un revisited Gaudí italiano.
En la “realidad” de mi vida, lo que vi en la pantalla fue uno de los dos famosos y romanos Palazzi degli Ambasciatori, unidos por una especie de arco de triunfo de cuyo centro colgaba –cuelga- una araña medieval. Las construcciones son de 1921 y se elevan en el corazón del llamado quartiere Coppedé, situado entre piazza Buenos Aires y Via Tagliamento. ¿Por qué el director y los productores de La casa Gucci decidieron esa sustitución detectable por millones de peatones? ¿Porque era más económico grabar en el Sur que en Milán? ¿Porque sólo les interesaba el público norteamericano o porque ignoraban la importancia de ese palazzo para la historia de la cultura? Quizá la mole de Coppedè les resultó más espectacular, rara y digna de un Gucci con pretensiones intelectuales. En ese caso, tenían razón.
Hablemos un poco de ese extraño y onírico barrio, que se despliega a pocos cientos de metros de Piazza del Poppolo. El arquitecto Gino Coppedé nació en Florencia en 1866 y murió en Roma en 1927. Él fue quien proyectó 18 palazzi, además de 27 residencias entre villini y casas unifamiliares sobre 31.000 metros cuadrados, que se convirtieron en un emblema de la arquitectura fantástica. Por el arco de los Palazzi degli Ambasciatori se ingresa en la atmósfera irreal del mundo Coppedè. Hay en esas manzanas, torres florentinas y pequeños castillos; en sus muros se aprecian frescos donde aparecen Dante y Petrarca, guerreros medievales, la inscripción “Florencia eres bella”. Hay también motivos geométricos que parecen tomados de la Secesión vienesa.
En una casa, hay escudos; en otra, un mosaico que representa un gallo, una copa y tres dados; en una tercera, relieves de abeja. Uno de los palazzi más importante es el de la Araña, por la decoración del portal de entrada. En el centro de Piazza Mincio, está la barroca Fuente de las Ranas, inspirada por Bernini.
Además de La casa Gucci, en Coppedè se rodaron otros films, entre ellos Infierno y El pájaro de las plumas de cristal, de Dario Argento; y La profecía, de Richard Donner, con Gregory Peck y Lee Remick.
Hasta hace cuatro años, creo, los tours no incluían Coppedè; y si pasaban por allí, los guías no de detenían. Probablemente figure en algún itinerario para arquitectos. Quienes caminen por esas calles, no teman ni se solacen: allí no mataron a Maurizio Gucci.
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