Manuscrito. Películas para cruzar fronteras
El mestizaje, los hilos de una, dos, y más culturas trenzados en una obra, mostrando las costuras u ocultándolas pero vibrando allí, en la mezcla, el intercambio, la porosidad, incluso la confusión: todas, cada una de esas huellas, me pueden. Será por eso que sonreí cuando Mubi subió a su plataforma unas cuantas películas del cineasta alemán de ascendencia turca Fatih Akin.
A este director lo conocí, como muchos de nosotros, cuando en 2004 se estrenó Contra la pared, premiada como mejor film en el Festival Internacional de Cine de Berlín de ese año. Historia de amores contrariados, de reviente y pulsiones desesperadas –eros y tánatos entreverados entre Alemania y Turquía–, Contra la pared te conectaba con algo similar a lo que generó en su momento Amores Perros: la sensación de estar frente a una suerte de tromba emocional. Imágenes, actuaciones y música –las bandas de sonido en el cine de Akin son tema parte– que te hacían sentir en la piel la indecible ferocidad, el desamparo, de los seres humanos.
"Imágenes, actuaciones y música –las bandas de sonido en el cine de Akin son tema parte– que te hacían sentir en la piel la indecible ferocidad, el desamparo, de los seres humanos"
“La única razón de la existencia de las fronteras es para romperlas”, le dijo al diario El País Fatih Akin hace unos cuantos años, con el estreno de Crossing the Bridge, un documental sobre la diversidad musical que forma parte de la vida cotidiana de Estambul. Lo cierto es que además de cruzar fronteras culturales, Fatih Akin hace gala de versatilidad estilística. Porque si en Contra la pared su registro era duro y visceral hasta rozar la tragedia, en Cocina del alma (una de las películas subidas por Mubi) se apropia de las teclas de la comedia y logra que ligereza e intensidad sean elementos conjugables. Ahí están el despliegue y la desmesura de los actores Adam Bousdoukos y Birol Ünel para demostrarlo. La anécdota de Cocina del alma deja los pasos de comedia a la vista: hay un muchacho de origen griego instalado en Hamburgo que lleva adelante, como puede, un modesto espacio de comidas al que bautizó Soul Kitchen (en alusión al género musical más que al “alma” que figura en la traducción del título del film). Mientras sufre porque su novia, alemana y de familia acomodada, le anuncia que parte por trabajo a Shanghai, debe lidiar con un hermano recién salido de la cárcel, las deudas que se acumulan, un cocinero irascible, una camarera okupa y mucho rock, jazz, hip hop, alcohol y alguna que otra fiesta electrónica en una ciudad multicultural y una época –la película es de 2009– donde las nociones de globalización, migraciones y mixturas todavía no parecían exhalar el dejo de amargura que las atraviesa hoy por hoy.
Ya lo dije: Fatih Akin es versátil. Por eso, en esta suerte de ciclo a domicilio que organiza Mubi, también puede verse The cut, película de 2014 que no transcurre en ninguna frenética ciudad europea, sino a lo largo de un derrotero que incluye a Turquía, Siria, Cuba y Estados Unidos. Y que no traduce parte de los malestares y brillos contemporáneos, sino que mira hacia atrás en la historia; concretamente, a la tragedia del genocidio armenio.
En The cut no hay rock ni personajes desbordados por el hedonismo, la confusión o el hambre de sentido del Occidente actual. El protagonista, interpretado por Tahar Rahim, actor francés de origen argelino, es un hombre que padece la masacre de toda su gente, logra sobrevivir y, al descubrir que sus hijas gemelas también escaparon a la muerte, emprende un obstinado periplo para recuperarlas.
Destierro, desplazamientos colectivos, miserias y heroísmos individuales; fronteras que se mueven, se convierten en cenizas o se imponen a sangre y fuego: Akin deja que los ecos de la condición humana permeen su relato sin resignar el ritmo narrativo; al recuperar unos hechos acontecidos en las primeras décadas del siglo XX habla de nuestra época sin necesitar estridencias ni subrayar o impostar pedagogía alguna.
Temas
Otras noticias de Manuscrito
Más leídas de Cultura
“Enigma perpetuo”. A 30 años de la muerte de Liliana Maresca, nuevas miradas sobre su legado “provocador y desconcertante”
Opinión. De “Fahrenheit 451″ a “Cometierra”: cómo empezó todo
Al Panteón de París. Marc Bloch, el historiador francés asesinado por la Gestapo, un héroe entre héroes
Galería. Escritores y editores argentinos visitaron al embajador de Estados Unidos en el Palacio Bosch