Manuscrito. Ceviche, Zubczuk y post-punk andino
Un templo racinguista, una joya de Miki González reeditada en vinilo y otros hallazgos de un tour musical, gastronómico y amistoso por Lima, capital de Perú.
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“Es el mejor, el mejor de los arqueros, el mejor de los arqueros, ese arquero se llama Zubczuk… ¡Zubczuk!”. La melodía es la misma que le dedicaban al legendario puntero derecho Mario Boyé en la década del 50 (“Yo te daré…”), pero el destinatario es un jugador que surgió en Racing (ganó el torneo juvenil Proyección 86), y que se convirtió en el ídolo instantáneo de Universitario de Lima, luego de un memorable debut. “¡Se atajó todo!”, me cuenta Raúl Cachay, notable exponente del periodismo musical peruano. Y agrega: “Al partido siguiente ya tenía su propio cantito”. Estamos almorzando un ceviche excelso en el barrio limeño de Barranco, con los colegas Enrique Blanc, eminencia del periodismo mexicano, llegado de Guadalajara y el madrileño José Manuel Gómez Gufi, experto flamencólogo arribado desde España para Corriente, una plataforma de vinculación peruana que realizó su cuarto mercado, con el objetivo de capacitar, articular y visibilizar la gran gama artística y profesional del sector musical de ese país y de Latinoamérica. El encuentro me permitió conocer personalmente a otros queridos y destacados colegas como Lucho Pacora y Francisco Melgar Wong.
El restaurante se llama Canta Rana y tiene una estética futbolera. Hay banderas, bufandas, escudos y camisetas de equipos del Perú, de América y del mundo, pero predominan los de la Academia. De hecho, hay un cartel en la puerta del establecimiento que dice “Avenida Racing Club”. Con Cachay, fanático de la U, la empatía es instantánea: no sólo por la conexión musical, sino por la fascinación compartida por Fiebre en las gradas, la primera novela de Nick Hornby, y por la lectura de El Gráfico en nuestra educación sentimental por los años 80. Una contraseña que funciona como la síntesis de una afinidad metafísica. Así que cuando Raúl menciona a Juan Carlos Zubczuk, me transporto en tiempo y espacio hasta los años 80 y hasta el pasaje Cuyo (ahora, Corbatta), en Avellaneda, frente al Cilindro. Estamos almorzando en la parrilla Susy, antes de ir a la cancha, con mi padre, mi tío Andy y mis primos Agustín y Fabián, y nuestros amigos Ignacio y Mariano Rodrigo Magro. En la mesa de al lado, el Gordo Dardo -siempre un caballero- comparte una cerveza con otros referentes de La Guardia Imperial. De repente, en la calle irrumpe Zubzuck montado a su moto, con su característica cabellera rubia, con la impronta de un personaje de la troupe de luchadores de Titanes en el Ring. Aunque lo vimos atajar poco, con mis primos corremos a saludarlo, como si fuera un superhéroe. Fin del flashback.
Después del almuerzo, pasamos a tomar un café por la casa de Cachay. Nos recibe en un departamento precisoso, con una biblioteca imponente, el afiche enmarcado de Ed Wood (Tim Burton, 1994), una buena cantidad de revistas de música, una gata arisca (Lolita) y, en el piso, una imponente pila de cds y LPs. Al frente, la flamante reedición en vinilo de Puedes ser tú, el primer disco de Miki González, rescate del admirable sello A Tutiplén. Mezclado en Buenos Aires en 1986, es una joya oculta del post-punk criollo, producida por Carlos Villavicencio (el productor ejecutivo fue Pelo Aprile). “Miki fue amigo personal, anfitrión y colaborador de quienes entonces eran las máximas estrellas del rock en nuestro idioma: Charly García y Andrés Calamaro”, escribió Cachay en las liner notes de un box set que compila los tres primeros discos de Miki González en CD. “Gracias a él pudimos sentir que el rock peruano podía ofrecernos una válvula de escape inmejorable en tiempos tan inciertos. Una panacea de buenas canciones y estribillos alegres y pegajosos que nos siguen acompañando hasta el día de hoy”. El disco es una joyita, que incluye la participación de Pipo Cipolatti, Daniel Melingo y el percusionista peruano Bam Bam Miranda. Canciones como “Chapi García”, donde incursiona en la cumbia chicha, funcionan como un ejercicio de regionalismo crítico que González -formado en la Berklee School of Music- desarrollaría a lo largo de su carrera.
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