Malentendidos sobre la continuidad de Horacio González
Télam difundió una charla informal que hacía esperar su renuncia
Era difícil sospechar que la presentación de una edición facsimilar de El Escarabajo de Oro, la revista que dirigió en su momento Abelardo Castillo, derivaría en un encadenamiento de malentendidos sobre la permanencia de Horacio González en la dirección de la Biblioteca Nacional. Luego de esa presentación, ayer a la tarde, la agencia oficial Télam puso en circulación un cable con el título "Horacio González aseguró que no continuará en su cargo al frente de la Biblioteca Nacional tras doce años de gestión". Enseguida, ya en el primer párrafo, se mencionaba que González había dicho que trabajó "al filo de la disidencia". Como en "Emma Zunz", el cuento de Borges, sólo eran falsas las circunstancias.
"Me extrañó realmente -explicó González a LA NACION-. Se puede decir que la nota de Télam es correcta, aunque también un poco dolorosa, porque no esperaba una nota de este tenor, porque el tema de la reunión era la revista de Abelardo Castillo. Ahora tengo que justificar por qué dije lo que dije, y responder de volea, como dicen los jugadores de fútbol."
Pocas horas después, en el perfil de Facebook de la Biblioteca Nacional, González firmó un comunicado escaso que concluía así: "Las versiones que indican alguna situación en contrario son operaciones periodísticas irresponsables". En realidad, la primera operación fue la de la propia Télam, que instaló inopinadamente las dudas sobre la interrupción de su gestión. En cualquier caso, González seguirá en su cargo hasta diciembre. "La verdad es que todo nació de una charla off the record, pero el off the record no existe más. Creo que es una decisión correcta para un funcionario que termina su mandato en diciembre. Pertenezco al ciclo de un gobierno que termina a fin de año. Después vendrá otro gobierno con el cual habrá ciertas afinidades. Hablé sin tabiques tácticos. Yo no tengo mamparas tácticas para hablar."
De todos modos, es imposible no considerar la posición de González a la luz del señalamiento reciente acerca de la "incomodidad" que le deparaba el voto a Daniel Scioli y formar parte de su eventual gobierno futuro. "Eso también es cierto. No me siento cómodo -dijo González-. Y me parece justo que una nueva administración nombre a personas que considere más adecuadas. Quiero dejar sin acciones de mi parte la continuidad de la dirección de la Biblioteca por el gobierno que venga, pero no sin advertir la relevancia del trabajo que se hizo acá. Lo que me gustaría es que mi presencia hasta el final del mandato de Cristina sirva para señalar la importancia de esa tarea, que debe ser continuada a la altura y al nivel en que lo hicimos nosotros. Si se quiere, mejorándolo. Nunca desconociendo la fuerza cultural que adquirió la Biblioteca."
Pero el cable de Télam, que puede leerse como un episodio en la sucesión del poder, no solamente puso en primer plano un hecho, el cese de la gestión, que sobrevendría en diciembre. También se ocupó de insistir en la palabra "disidencia".
De este modo, el alejamiento de González habría sido la consecuencia de una fricción con otras fuerzas oficiales, y todo esto sin contar la enfermedad renal que obliga a sesiones semanales de diálisis.
Sin embargo, la de la agencia oficial de noticias parece una interpretación achatada de lo que González quería decir por disidencia. "La idea del disidente y de la disidencia no la escuché en la Argentina. Fui a Noruega a dar una charla sobre Borges en un centro de borgeanos. Ahí uno de ellos me pidió que indicara un nombre argentino para un premio que entregan al intelectual disidente del año. A mí se me ocurrió León Rozitchner. La del intelectual disidente no era una categoría que yo utilizara, porque para mí era más bien la crítica lo que constituye al pensamiento. Hablo de un tipo de disidencia inherente al estar en el mundo, al funcionario, y quizá también al papel del político o, si se quiere, del escritor. La disidencia es algo que te escinde con vos mismo. Es cierto que se puede interpretar como disconformidad con un gobierno. Con el Gobierno yo tuve diferencias que explicité, y, al mismo tiempo, el acuerdo con la época. La época de este gobierno me parece una gran época. Y, como pasa en la Argentina, políticamente llena de preguntas. En ese sentido, el disidente acepta los interrogantes y no tiene temor de dar su opinión de primera intención. El disidente no está inscripto en ningún manual de órdenes. Creo que hice mi trabajo con profundo respeto a las instancias políticas que se desarrollaban en la Argentina y creyéndome respetado por ellas. Desde esa perspectiva, fue el período más interesante de mi vida."
Eso que González reclama del escritor, pero también del político, no es una condición habitual y, en todo caso, podría ser una de las razones por las que los enredos que propició el cable de Télam resultaran posibles. "Ser político es cuidar lo que se dice. Pero hay otra manera de hacer política, que es el descuido de lo que se dice. No hablaré de mí. Un ejemplo contundente: la Presidenta no cuida lo que dice. Es un rasgo que me gusta. Cuestioné otros rasgos. Pero no ése. Creo que estamos anticipando una discusión futura, pero próxima."