Malba en Houston
Una selección de 35 obras maestras de la colección de arte latinoamericano fue presentada en el MFAH
"La unión hace la fuerza", dice Mari Carmen Ramírez mientras observa satisfecha las obras que acaba de colgar en el Museo de Bellas Artes de Houston (MFAH). A su lado, Eduardo Costantini destaca el valor de la sinergia, esa palabra tan de moda que juntos ponen en práctica desde hace años, con asombrosos resultados. El más reciente es esta muestra que llegó de Buenos Aires para abrir una puerta al arte latinoamericano.
No es cualquier puerta: se trata de la primera presentación en sociedad en Estados Unidos de la colección del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), su consagración definitiva como referente regional. Y es un paso más en su compromiso con el MFAH, uno de los principales museos de este país.
"Presencia, impacto, convalidación? Para nosotros esta muestra tiene un significado estratégico", explica Costantini, fundador y presidente de Malba, mientras recorre la exposición con adn y recuerda cómo ofertó en las subastas por muchas de las decenas de obras reunidas en esta sala.
Aquí está representado lo más valioso de su colección permanente, el período moderno. Desde Autorretrato con chango y loro , de Frida Kahlo, hasta Abaporu , de Tarsila do Amaral, cedida en préstamo el año pasado al gobierno de Brasil, pero también artistas menos conocidos para el úblico estadounidense, como Emilio Pettoruti, Wifredo Lam, Rafael Barradas, Cándido Portinari y Alfredo Guttero.
Mari Carmen Ramírez seleccionó entre las 500 obras del Malba 38 de artistas paradigmáticos de la primera mitad del siglo XX, poco representados en Houston. Se exhiben con otras tres que pertenecen al MFAH: Images , de Jorge de la Vega, Mambo , de Noé, y La sordidez , uno de los monstruos de Berni.
También presente con su célebre Manifestación , Berni tendrá su propia muestra aquí el año próximo; será otra cooperación entre Malba y el departamento de arte latinoamericano del MFAH, instituciones creadas en 2001 y asociadas desde 2005, que celebran su primera década con este diálogo entre colecciones. El año pasado, Mari Carmen llevó a Malba una retrospectiva sobre Carlos Cruz-Diez.
Curadora de dicho departamento y directora del Centro Internacional para las Artes del Continente, Mari Carmen Ramírez es una de las principales responsables de haber cambiado la percepción de los estadounidenses respecto de los artistas nacidos al sur del río Grande. Hasta Utopías invertidas: arte de vanguardia en América Latina, elogiada exposición curada por ella y Héctor Olea en este mismo museo en 2004, el arte latinoamericano se reducía a los estereotipos representados por Frida Kahlo y el muralismo mexicano.
En un país obsesionado con las grandes escalas, desde los autos hasta las tazas de café, ella hizo un gran trabajo. Mostró un escenario mucho más rico y complejo, al formar para el museo una colección centrada en artistas de 1950 en adelante, representados por artistas como Cruz-Diez, Gego, Lygia Clark, Hélio Oiticia y Jesús Soto. Para ese entonces habían desaparecido del mercado obras como las que trae ahora Costantini, y ésa es una de las claves del éxito de esta pareja: hacen falta dos para bailar tango.
"El factor institucional ha sido siempre el más débil en América Latina -opina Mari Carmen, de origen portorriqueño-. En un momento en que todos los museos de Europa y Estados Unidos han entrado al terreno del arte latinoamericano, el norte está jugando con instituciones de gran peso y el sur no tiene instituciones que estén al mismo nivel. Salvo algunos casos, como la Pinacoteca de San Pablo, el MALI de Lima o el MACO de México, en general no hay contrapartida. En ese sentido, Malba es importantísimo para nosotros, porque es un verdadero interlocutor."
Esa confianza no se gana de un día para otro. Cuando Mari Carmen comenzó a viajar a la Argentina, en los años 80, Costantini iniciaba su colección, asesorado por el empresario Ricardo Esteves. En los 90 decidió abrirla al público, compró un terreno sobre la avenida Figueroa Alcorta, superó la oposición de los vecinos del barrio, realizó una inversión millonaria y finalmente abrió las puertas de Malba el 21 de septiembre de 2001. Diez días antes habían caído las Torres Gemelas, y la Argentina enfrentaba una de las peores crisis de su historia.
Con una capacidad de adaptación extraordinaria y gracias a la experiencia de su curador en jefe, Marcelo Pacheco, Malba logró en una década duplicar en forma coherente su colección y convertirse en una referencia indiscutida de la escena regional: es el único del continente dedicado en forma exclusiva al arte latinoamericano desde 1900 hasta hoy.
Convencido de que un museo debe crecer y cooperar con otros para no quedarse en el tiempo, Costantini ha impulsado también acuerdos con instituciones como el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), la Fundación Warhol y la Pinacoteca de San Pablo, y está comenzando a proyectarse también en el interior del país. En estos días varias de sus obras de arte contemporáneo se exhiben en el Museo de Arte Tigre.
La próxima meta es sumar 3500 m2 a los 8000 actuales, debajo de la plaza República del Perú; aún falta la aprobación definitiva del proyecto del arquitecto uruguayo Carlos Ott. "Un museo no termina nunca -explica Costantini-. Vas hilvanando a través del tiempo, vas tejiendo. Como Penélope en la Odisea ."
Ficha. Obras maestras modernas y contemporáneas de Malba – Fundación Costantini en el Museo de Bellas Artes de Houston (MFAH), Estados Unidos, del 22 de abril al 5 de agosto de 2012
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