Madonna: fans que no la dejan en paz, el encuentro con Menem y más revelaciones del diario íntimo que llevó en Buenos Aires
Se publica por primera vez en español la bitácora que la superestrella escribió en los años 90 durante el rodaje de la película de Alan Parker; una presentación con lecturas, la imitadora argentina de la diva pop y más perlitas de archivo
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“Anoche soñé con Evita. No era que yo la veía. Yo era ella. Sentía su tristeza y su determinación”, escribió Madonna en febrero de 1996, en Buenos Aires, en las páginas del diario de la filmación de Evita, la película de Alan Parker. Desde su arribo, el 20 de enero de 1996, la artista estadounidense permaneció dos meses en el país. Este fin de semana, a casi dos décadas de la publicación en la revista Vanity Fair, se lanzan por primera vez en español los diarios que la estrella pop llevó a partir del rodaje del film que la tuvo como protagonista, en el papel del icono del peronismo que falleció en 1952, a los 33 años, Eva Perón. The Evita Diaries se suma al catálogo del sello Caracol, que dirigen Nicolás Cuello y Santiago Villanueva, con traducción del escritor Valentín Etchegaray.
muy feliz de anunciar este trabajo. este sábado lo presentamos con un elenco de lujo. gracias infinitas a santi villanueva y nico cuello pic.twitter.com/MsozaI63zS
— valentín etchegaray (@valenetch) March 13, 2023
El texto original (que comienza en enero de 1996 y concluye en mayo del mismo año) se publicó antes del estreno de la película. “Salió en Vanity Fair en noviembre de 1996; de hecho, creo que era tan largo para la revista que debió publicarlos en dos ‘tomos’ -cuenta Etchegaray en diálogo con LA NACION-. Lo encontré revisando el archivo de la revista”. The Evita Diaries tiene sesenta páginas y la película, que se estrenó en diciembre de 1996, se puede ver en la plataforma Star+.
“Santiago Villanueva y Nicolás Cuello dirigen la editorial Caracol y a su vez Eros, un local que opera como sala de exposiciones en Boedo -dice el traductor-. En el marco de la exhibición actual que hay en Eros, La peor de todas, una exposición de archivo de fanáticos de Madonna, hace algunos meses me invitaron a pensar alguna activación posible para la muestra, que se inauguró hace dos semanas, y a mí se me ocurrió la de traducir este texto que quiero mucho, que nunca se tradujo al español y publicarlo como un texto de la editorial. Les encantó la idea, lo traduje, lo mandamos a imprenta y armamos la presentación que tendrá lugar este sábado, a las 19, en Eros, en la esquina de Virrey Liniers y Estados Unidos”.
Cervio Martini, Manuela Vecino, Violeta Castillo, Cecilia Pavón, Marta de la Gente, Rodrigo Moraes y Noelia Valdez se pondrán en la piel de Madonna y leerán entradas del diario. También habrá un show de la histórica imitadora argentina de Madonna, “Sandra Madonna”, y musicalización de La Chicone. The Evita Diaries estará a la venta desde el sábado no solo en Eros, sino también en Witolda Libros, Para Vos... Norma Mía, La Libre y en la cuenta de Instagram de la editorial Caracol (@eros_caracol). Y este fin de semana se lo podrá conseguir en la Feria Migra, en el Parque de la Estación.
“En el diario ella habla mucho de los fans que no la dejan tranquila, ni en el hotel ni en la calle; de los peronistas que no la quieren participando de la película, se queja mucho de la producción y del trato que recibe -cuenta Etchegaray-. Es muy quejona a lo largo del texto, pero en simultáneo tiene unos momentos de ingenuidad hermosos en los que por ejemplo se va a Lobos y flashea con el campo y los caballos y la vida rural”.
Cabe recordar que en el país la película desató la polémica entre políticos (uno de los principales opositores fue el entonces vicepresidente de la nación, Carlos Ruckauf, que promovió un boicot antes del estreno, motivo por el cual Parker lo calificó de “ignorante”), sindicalistas e intelectuales afines al oficialismo, y tanto el proyecto como el film fueron criticados con un encono poco habitual en la prensa local. El diputado justicialista Alberto Brito Lima había iniciado una “cruzada” contra la película y la artista, con pintadas con la consigna “¡Viva Evita! Fuera Madonna” en la ciudad de Buenos Aires, el Gran Buenos Aires, Mar del Plata y Santa Fe.
En el diario, la cantante registra en forma detallada su encuentro con el presidente Carlos Menem que, según Madonna, no apartaba la mirada del bretel de su corpiño y con quien habló de Evita, Mao Tse-Tung, la reencarnación, Dios y el mambo. “El presidente Menem fue encantador -escribe-. Me sorprendió lo bien que me cayó”.
“Apenas llega a Buenos Aires, Madonna se reúne con historiadores y personas que conocieron a Evita, porque está obsesionada con saber todo de ella y conseguir testimonios -revela el traductor-. Después se le pasa y va dándole su propia impronta”. En marzo se encuentra con la empresaria Amalia Lacroze de Fortabat, quien le confesó a la actriz y cantante que su marido, el empresario Alfredo Fortabat, se había opuesto “tan violentamente a Perón” que ella estaba segura de que había muerto de antiperonismo. También le dijo que su piel -la de Madonna- era como la de Eva Perón.
Hay pasajes de cómica mediumnidad. “Tiene unos momentos en los que dice que el espíritu de Eva Perón entra en su cuerpo y la hace hacer cosas, y que siente la enfermedad de Eva y todas sus penas y su muerte, medio en plan viaje espiritual -concluye Etchegaray-. Muy fanática, se compara todo el tiempo con ella”. Para conseguir el papel en la película, Madonna recurrió a la escritura de una larga y persuasiva carta a Alan Parker; como protagonista de Evita, dejó registro de su performance en las páginas de un diario.
Dos entradas del diario de Madonna
Jueves 8 de febrero de 1996
Anoche soñé con Evita. No era que yo la veía. Yo era ella. Sentía su tristeza y su determinación. Sentí hambre, insatisfacción y apuro. Tal como me había sentido antes en el helicóptero, suspendida en el aire, yendo a ver a Menem. Mientras veía Buenos Aires desde el cielo, mi mente empezó a divagar. Intenté imaginar cómo reaccionaría yo si, tal como le pasó a Evita, me enterara de que tengo cáncer y me voy a morir. Finalmente pude entender el camino afiebrado que transitó en sus últimos años. Quería que su vida importara. No tenía tiempo para las burocracias del gobierno. Necesitaba resultados. La idea de morirse no es tan mala si una puede dejar un legado y Eva no quería ser recordada como una chica de pueblo, o una actriz clase B, o la mujer del presidente. Quería ser recordada por su bondad. El deseo de alguien que ha vivido toda su vida siendo completamente incomprendida.
El presidente Menem fue encantador. Me sorprendió lo bien que me cayó.
Nuestro helicóptero aterrizó en las tierras de un hermoso terreno en el medio del delta del Tigre. Había cientos de flamencos dispersos por nuestro camino. Mientras caminaba hacia el presidente (bajito, desafiante, bronceado), un ciervo bebé se me acercó y me acarició como diciendo “No estés nerviosa, sos bienvenida acá.” Era como un cuento de hadas.
Estaba rodeado de unos hombres de aspecto sospechoso y una mujer mayor, hermosa y formal que fue nuestra traductora. Nos sentamos inmediatamente. Sus ojos estaban analizando cada centímetro de mí, mirando a través de mí. Un hombre muy seductor. Noté que tiene pies chiquitos y que se tiñe el pelo de negro. Me dijo que me veo tal como Evita, a quien él había conocido cuando era bastante joven.
Hablamos sobre mi fanatismo por ella y mi afán de conocer absolutamente todo. No me sacaba los ojos de encima. Los mosquitos comenzaron a devorarnos, así que fuimos adentro. El dueño de la casa amablemente nos trajo champagne y caviar y no me pude resistir. Decidí tocarle a Menem algunas de las canciones de la película para que pueda entender el tono que estamos queriendo lograr. Cuando le toqué la nueva canción, la que Eva le canta a Perón cuando se da cuenta de que se está muriendo, vi cómo caía una lágrima de su ojo.
Noté que dos hombres lo seguían a donde fuera, satisfaciendo cualquier necesidad. Parecen estar completamente enamorados de él. Tenían peinados bastante feos y me miraban con sospecha.
Agarré a Menem mirando el bretel de mi corpiño que apenas se asomaba. Continuó haciendo esto toda la noche con su mirada perforante, y cada vez que lo atrapaba, sus ojos se quedaban con los míos.
Empezamos a hablar sobre la reencarnación, Dios, fenómenos psíquicos y dijo que creía en el poder de la magia. Dijo que uno siempre tiene que tener fe en las cosas que no pueden ser explicadas. Como Dios. Entonces recordé una frase de El Alquimista que dice algo como “Si deseás algo con suficiente fuerza, el universo conspirará para ayudarte a conseguirlo”. Y tomé un gran respiro y dije “Sí, por eso es que creo que vas a cambiar de opinión y nos vas a dejar filmar en el balcón de Casa Rosada”. Toda la mesa se calló y me miró por un momento. Dijo “Todo es posible”. Mi corazón estaba en mi zapato.
Luego el dueño de casa dijo que era hora de cenar. El presidente se paró y me preguntó si quería lavarme las manos. Me pareció una pregunta rara, pero supuse que quizás era un freak de la limpieza o algo así. Quizás solamente me veía sucia. Quizás solo quería que saliera de la habitación para hablar de mí. Pasé un buen rato lavándome en el baño y chusmeando la decoración del segundo piso. Habían pasado alrededor de 15 minutos y cuando bajé, todos los hombres alrededor de la mesa estaban parados esperándome para sentarse. El presidente arrimó mi silla y cuando me senté, todos se sentaron. La caballerosidad no ha muerto! Extrañamente, la cena fue bastante insulsa, pero la conversación no. Hablamos de todo, desde Mao Tse-tung hasta el mambo.
A las 11, todos corrimos al helicóptero, que nos esperaba como un insecto gigante. El presidente tomó mi cara con las dos manos, me besó en ambos cachetes y me deseó buena suerte. Volamos y me sentí flotar dentro de la cabina todo el camino a casa. Su magia había hecho efecto en mí. Solo espero que la mía haya hecho lo mismo.
Jueves 7 de marzo de 1996
Ayer fui formalmente invitada a tomar un trago a la casa de la Sra. Fortabat, una de las mujeres más ricas en Buenos Aires y también una de las más inteligentes. Es buena amiga del presidente y me contaron que es considerada una santa por los dirigentes sindicales porque ha sido muy generosa con ellos. Lo que realmente me interesa es su colección de arte, de la cual mi dealer en Nueva York habló maravillas. Durante semanas dudó si reunirse conmigo, ya sea porque su difunto esposo era antiperonista o porque pensó que traería un montón de cámaras conmigo.
El edificio de la Sra. Fortabat estaba rodeado de lo que parecía policía del servicio secreto, quienes me sacaron de mi auto y me llevaron en silencio hasta el ascensor privado que abría directamente a su departamento. Todo parecía muy Misión Imposible. Esta mujer hermosamente peinada y elegantemente vestida me saludó, besó mi cachete y dijo que esperaba que no hubiera venido a hablar sobre Eva Perón. Dije que estaba ahí para ver su arte y pareció aliviarse. Me condujo a través de cuartos decorados de arte estilo Luis XVI hasta que llegamos a la sala de estar principal, que tenía la vista más impresionante de la ciudad y del río del Tigre que jamás había visto. Nos sentamos a hablar ahí y en vano intenté no distraerme con los Légers y Mirós a nuestro alrededor. Hablamos sobre Frida Kahlo, a quien ambas amamos, y me invitó a su departamento en Nueva York, donde están sus Kahlos.
Insistió en que la llamara Amalita y empezó a hablar sobre su marido fallecido, que se oponía tan violentamente a Perón que estaba segura de que había muerto de antiperonismo. A ella, en cambio, le gustaba Evita y hablaba de ella de una manera muy cariñosa. Amalita me dijo que antes tenía una masajista muy buena, la mejor en Buenos Aires, y que una vez Juan Duarte, el hermano de Evita, vino a visitar y preguntó por la masajista y si podía solicitar sus servicios. No eran para Eva, que estaba bastante enferma para ese momento, si no para su madre, Doña Juana. Aparentemente la madre y la masajista se hicieron amigas y Doña Juana le confesó muchas cosas sobre Evita a ella, que ella después venía y le contaba a Amalita.
Cuando Evita ya estaba muy enferma y no podía salir de su cama, Perón prohibió todas las visitas exceptuando a la familia cercana. Incluso él casi no la visitaba porque no podía soportar el olor de la habitación, su cuerpo, su cáncer. Él abría la puerta, la saludaba y ella lo invitaba a entrar, pero él contestaba que tenía que hacer cosas y que volvería más tarde. Por supuesto, jamás regresaba y una noche Eva despertó de una pesadilla y tuvo que ir hasta la habitación de Perón porque tenía miedo. Durmieron en habitaciones separadas durante muchos años. Cuando lo despertó, la olió y gritó “Salí de mi cuarto! Sacá esa cosa de acá!”
Casi me largo a llorar cuando escuché esta historia, pero Amalita siguió. Perón sabía lo elemental que era Evita para su popularidad y fue él quien decidió, antes de que ella muriera, que su cuerpo esté expuesto una vez muerta. Quería que ella se viera bien, pero no paraba de bajar de peso y deteriorarse, así que habló con un funerario y decidieron que le empezarían a inyectar químicos para preservar sus órganos y carne. Solo Dios sabe el efecto que esas inyecciones tuvieron en su enfermedad. Para empeorar las cosas, no se le permitía ingerir calmantes, ya que eso hubiera interferido en el proceso de preservación. Solo podía pensar en lo mucho que debió sufrir. Esta historia me repugnó y la crueldad de Perón fue difícil de disfrutar el resto de la noche. Amalita me dijo que mi piel era como la de Evita. Dijo que Eva no tenía un buen cuerpo o unas lindas piernas, pero que tenía una cara preciosa y que sabía cómo vestirse. Después dijo algo muy poético. Dijo que Evita tenía la dulzura de la venganza corriendo por sus venas.
Traducción de Valentín Etchegaray