Lunfardo: las “nuevas” palabras que usan los jóvenes
La academia porteña organiza desde hoy su primer congreso internacional; hasta el domingo, Día del Lunfardo, se analizarán los usos más comunes de términos que aparecen en las redes y en las letras del rap
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¿Cómo parlamos los argentinos en la vida cotidiana? ¿Tenemos un berretín que nos define? ¿O más bien hacemos culto del alto chamuyo? Estas y otras cuestiones estarán en la mira de los especialistas en el primer Congreso Internacional del Lunfardo, que organiza la academia porteña en formato digital hasta el domingo 5, cuando se festeja el Día del Lunfardo. Así que a no apoliyarse, pebetes, que una banda de lingüistas locales y extranjeros van a contar cuáles son los lunfardismos más usados en esta época y cuáles se sumaron en los últimos tiempos. No sean fiacas ni hagan bardo: súbanse al bondi a través de Facebook y así podrán acceder a laburos grosos sobre el argot popular argento.
“La Academia Porteña del Lunfardo nunca había realizado un congreso internacional, que requiere muchos recursos de los que no disponemos”, dijo a LA NACION Oscar Conde, integrante de la institución que no tiene fines de lucro ni recibe subsidios del Estado. “La academia tiene muchos integrantes del interior y, dado que ahora hemos aprendido a usar Zoom y otras plataformas digitales, se nos ocurrió que podíamos hacer un congreso internacional: hay personas que estudian el lunfardo en países como Polonia, Francia, Italia, Estados Unidos”.
"Los jóvenes todo el tiempo introducen palabras, pero con ellas también usan términos históricos del lunfardo creyendo que son nuevos."
Oscar Conde
Docentes e investigadores de esos países y también de España y Lituania presentarán sus ponencias sobre temas como el lunfardo actual, el lunfardo en relación con otros fenómenos semejantes como el argot francés o una jerga napolitana y hasta el lenguaje del Papa Francisco, que desconcierta a los traductores y académicos cuando dice frases como “hagan lío” y “hay que cuidarse de los mercachifles”.
Como explica Conde, que es poeta, ensayista y doctor en Letras, “los temas tienen que ver con la inserción del lunfardo en la sociedad argentina, con la presencia en las letras del tango y otras manifestaciones culturales como las crónicas, la novela, el cine. Y, también, con lo que significa el lunfardo como patrimonio intangible para el país: el valor que tuvo, que tiene y que, esperemos, tendrá en el futuro. Es un vocabulario popular que nos identifica como argentinos, nos hace reconocernos y, además, rescata muchas palabras que tienen una larga historia unida al desarrollo social, cultural y económico del país”.
El autor del Diccionario etimológico del lunfardo distingue las palabras que usan los pibes de hoy convencidos de que son remodernas pero, en realidad, vienen de hace bocha de tiempo. “Los jóvenes todo el tiempo introducen palabras, pero junto con ellas también usan términos históricos del lunfardo creyendo que son nuevos. Entre las primeras están limar, infumable, estar manija, piolardo, temaikén, jirafa, estar con la bendi, delicioso. Entre las segundas, berretín (palabra histórica del lunfardo que ahora se usa en las clases populares para definir el modo de hablar), gato, ortiba, logi, guacho, piola o sarpado”, dice Conde, que aclaró algunos significados para que los lectores no piensen que son conceptos truchos.
-Piolardo: “Está bueno”.
-Temaikén: vale por tema. “Alto temaikén el que sacó Kasu”, por ejemplo.
-Jirafa: salir de gira. “Este viernes a la noche salimos de jirafa, loco”.
-Estar con la bendi: en el lunfardo actual, la bendición es tener un hijo. “Está con la bendi” significa que una chica quedó embarazada.
-El delicioso: el acto sexual.
Según el docente, “las palabras del lunfardo tienen un tono lúdico, juegan con el lenguaje”. Explica: “Uno sabe que se dice ‘hacer el amor’ pero usa ‘garchar’, como dijo hace poco una política argentina. Sabe que se dice cigarrillo, pero dice ‘pucho’. Sabe que se dice perjudicar, pero dice ‘me escupieron el asado’. Sabe que se dice conquistar, pero dice ‘me tiraron los perros’.”
Una vez por mes, la academia se reúne en sesión (presencial o virtual, durante la pandemia) para analizar palabras. “A veces son nuevas, de los últimos años; otras son clásicas o antiguas, que aparecen en alguna letra de tango o en un verso de un sainete. En el imaginario popular, el lunfardo es aquello que se usaba hace cien años, como ‘bulín’ o ‘percanta’. Eso es falso: el lunfardo continúa vigente. Es un registro léxico popular urbano, rioplatense en principio, que desde hace cuarenta o cincuenta años está extendido a todo el país. Cada región, cada provincia, tiene un vocabulario propio, pero ya nadie desconoce el significado de una expresión dicha en lunfardo. Una palabra nueva aparece ahora, en general, en las redes, que no tienen geografía. La puede usar un pibe del conurbano y mañana la toma otro de un pueblito de Jujuy o una piba de Ushuaia”, agrega Conde.
La producción de nuevos lunfardismos está en manos de los jóvenes. “Los que tienen menos de 25 años son los que inventan las palabras; y los que tienen entre 12 y 18 son los más creativos. El 99,9 por ciento de los neologismos del mundo están producidos por jóvenes y la excepción a eso son las palabras del mundo científico o tecnológico, que tienen que dar cuenta de una nueva realidad, de un descubrimiento o un invento e imponen términos que se globalizan. Pero los nuevos lunfardismos están en boca de los jóvenes, como se puede ver en las letras del freestyle, del rap, en las redes y en los programas de radio y tele, donde la gente habla como si estuviera en el living de su casa. Todo el mundo usa palabras del lunfardo, pero no se da cuenta o no lo sabe”.
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