Luis J. Grossman. Un arquitecto de prestigio con alma de periodista
Dirigió durante varios años el suplemento Arquitectura de LA NACION; reconocida trayectoria en ámbitos universitarios y profesionales del país y del exterior
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Hasta sus últimos días, el arquitecto Luis J. Grossman –fallecido a los 90 años, en Buenos Aires- mantuvo activa su natural curiosidad y capacidad de trabajo. El martes pasado le puso punto final al libro “El hijo del sastre”, en el que traza recuerdos biográficos y que esperaba publicar.
Arquitecto de reconocida trayectoria, conferencista en congresos internacionales, docente universitario, columnista de LA NACION y editor del suplemento Arquitectura durante varias décadas, Grossman era un porteño que amaba su ciudad y un viajero infatigable, animado por las manifestaciones del arte y la cultura. Se sentía atraído por la música popular y era un amante del tango y admirador de Aníbal Troilo.
Había nacido el 11 de marzo de 1932, en el Abasto porteño, en un conventillo. Su padre Simón era sastre y él, de niño, lo ayudaba en algunas tareas. Con las propinas que recibía, compraba libros, uno de los recuerdos que transmitía a sus hijos y nietos y dejó plasmados en el libro inédito.
Graduado en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires (UBA) en 1955, sobresalió desde sus tiempos de estudiante. Obtuvo el promedio más alto de la carrera y la universidad le otorgó una beca, por lo que viajó a Brasil, donde trabó relación con Oscar Niemeyer.
Formó el estudio Luis & Julio Grossman Arquitectos, cuya labor se extendió hasta 1997. Realizaron obras para varias empresas, como 3M Argentina, Givaudan y Nobleza-Piccardo, e hizo trabajos relevantes en coautoría, como la sede de la AMIA, en Pasteur 633, y el proyecto y dirección del Centro Municipal del Distrito Centro de Rosario, con Laureano Forero.
Fue profesor titular de la estratégica materia Diseño en la Facultad de Arquitectura de la UBA y transmitió sus enseñanzas mediante cursos y conferencias en todo el país y en el exterior. Participó en congresos de la Unión Internacional de Arquitectos en Chicago, Barcelona, Pekín, Torino, Haifa, París y Venecia, entre otras ciudades. Fue jurado en varios concursos.
A lo largo de los años cultivó amistades con grandes referencias de la arquitectura. Mantenía muy buena relación con Emilio Ambasz, radicado en Venecia, y también se veía con César Pelli, Eduardo Elkouss y Eduardo Catalano, entre otros.
Eran tradicionales las reuniones que mantenía en el café Ditali, en Paraguay y Esmeralda, con los periodistas Norberto Firpo y Horacio de Dios, junto a otros arquitectos. Su fascinación por el tango lo llevó a frecuentar a Horacio Ferrer, letrista de nota y presidente de la Academia Nacional del Tango. Durante muchos años, Grossman compartió una reunión mensual con Ferrer y con José Claudio Escribano en la confitería Munich, de Recoleta, para hablar de historia rioplatense y música típica.
La labor periodística
Apasionado por la docencia y la difusión de los secretos y curiosidades de su profesión, durante más de 30 años fue colaborador y editor del suplemento Arquitectura de LA NACION, donde sucedió a Daniel Viacava. En 2008 publicó una selección de sus artículos en el libro “Arquitextos”, que era el nombre de sus columnas periodísticas. Eran escritos en primera persona y abordaban no solo las noticias que surgían de de su profesión, sino que también volcaba sus reflexiones sobre distintas aspectos de la realidad cotidiana.
Además, Grossman participó de la edición de cinco tomos de “Arquitectos argentinos en el mundo”, junto con Daniel Casoy. También publicó el libro “Peralta Ramos en la arquitectura”.
Llevaba el periodismo en la sangre. Entrevistó una vez a Jorge Luis Borges, quien lo atendió en su casa –a 300 metros de su estudio de arquitecto- y le dedicó dos horas. De esa experiencia le quedó grabado el respeto que el autor de “El Aleph” le prodigaba al diálogo. En otra ocasión, en un viaje a España en 1969, le realizó un reportaje a Juan Domingo Perón, en Puerta de Hierro. Fue publicado en La Opinión veinte días después de la muerte del fundador del peronismo, en 1974. “Nunca me sedujo su retórica”, dejó escrito Grossman en su libro inédito “El hijo del sastre”.
Entre 2008 y 2015 fue director general del Casco Histórico de Buenos Aires, desde donde contribuyó a la preservación de sitios históricos y culturales por su valor arquitectónico en San Telmo y Monserrat, entre otros barrios de la ciudad.
En 2019, la Sociedad Central de Arquitectos le concedió el premio a la Trayectoria, compartido con la arquitecta René Dunowicz.
Grossman formó un matrimonio durante 55 años con Perla, fallecida en 2007. Una unión fecunda, que se prolongó en sus hijos Gabriela, Fabiana y Pablo y en sus tres nietos; Carla, Enrico y Dafne.