Luis García Montero, el director del Cervantes, en el laberinto del debate por el lenguaje inclusivo
En visita intensa y fugaz, el español, que ya es Huésped de Honor de Buenos Aires, habla del idioma, la diversidad y su historia de amor con Almudena Grandes; como director de la institución no impugna el lenguaje inclusivo, pero como “viejo militante” cree que quienes lo defienden “se están equivocando”
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Lleva unas cuantas décadas viviendo en Madrid, pero el acento de su Andalucía natal se le cuela en cada palabra. El poeta Luis García Montero (Granada, 1958), Premio Nacional de Poesía entre otros galardones y actual director del Instituto Cervantes, está en Buenos Aires, en medio de una visita tan fugaz como intensa. En apenas dos días, García Montero ha venido cubriendo una agenda que incluyó encuentros con la prensa, un coloquio encabezado junto al rector de la UBA, Alberto Barbieri, una conferencia en el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires (que lo declaró Huésped de Honor), un encuentro con hispanistas y unas cuantas actividades en la Feria del Libro, entre ellas un homenaje a su mujer, la escritora Almudena Grandes, fallecida en noviembre del año pasado.
“Yo le agradezco a la gente el cariño que está demostrando por Almudena, porque de alguna manera le está devolviendo el cariño que ella también les dio”, dice García Montero, que desde hace meses está siendo parte de algo muy parecido a un duelo colectivo. No solo en España, donde le ha ocurrido, al ir a retirar entradas a la boletería de un teatro, ver que la vendedora, al reconocerlo, rompía en llanto; también en la Argentina, país donde muchísimos lectores hicieron de los libros de la Grandes algo así como parte de su vida.
García Montero asumió la dirección del Instituto Cervantes en 2018, antes de la pandemia y durante el auge de fenómenos que siguen en alza: la polarización, las discusiones sobre el papel de las redes sociales y el debate -airado a ambos lados del océano- sobre el lenguaje inclusivo. Al respecto, afirma: “Como director del Instituto Cervantes, lo tengo muy fácil: los dueños del idioma son los hablantes, yo no tengo nada que decir. Pero como viejo militante, discuto con los míos. Y como me vas a preguntar si yo creo en la palabra “amigues”, pues te digo que me parece una cosa donde los míos se están equivocando”.
-Sorprende lo apretada de su agenda en apenas dos días de estada en Buenos Aires. ¿Siempre es así?
-Cuando uno tiene un cargo como el Cervantes, necesita sacar el máximo partido para cosas que tienen que ver para la labor que uno desempeña. Por ejemplo, el acto en la UBA con el rector Barbieri. Para nosotros es muy importante, porque significa un valor que el Cervantes defiende desde 1991: nuestra tarea esta en defender la cultura en español y los españoles somos muy conscientes de que somos el 8% del idioma. Hay mas hablantes de español en Colombia, Estados Unidos, México… En ese sentido, trabajar en comunidad, no sentirse el dueño de un idioma, trabajar para potenciar la comunidad panhispánica, para nosotros es fundamental. No somos solo la lengua de Cervantes, de Borges o de García Márquez, somos más cosas. Por otro lado, el español, como institución democrática, necesita reconocer que hay otras lenguas. En América Latina están las lenguas originarias; en España, el euskera, el gallego, el catalán. Y una última cosa: nosotros decimos siempre que enseñar una lengua es mucho más que enseñar un vocabulario; es enseñar un conjunto de valores. La tarea de la cultura es reivindicar el conocimiento como respeto a la dignidad humana, a los derechos humanos, la convivencia.
“La mejor manera de respetar la diversidad del español es decir que se habla tan bien en el Río de la Plata como en Bogotá, o tan bien en Salamanca como en Sevilla; en cada sitio se enseña según se habla”
-¿Cómo trabaja el Cervantes en relación a esa diversidad?
-La mejor manera de respetar la diversidad del español es decir que se habla tan bien en el Río de la Plata como en Bogotá, o tan bien en Salamanca como en Sevilla; en cada sitio se enseña según se habla. Acabamos de publicar un libro titulado Lo uno y lo diverso, que recuerda los ensayos de Ángel Rosenblat, que fue un señor que nació en Polonia, se vino a trabajar exiliado a Buenos Aires, y aquí trabajó con Amado Alonso. Hablaba de la unidad y la diferencia; está publicado en Espasa Calpe. Es un libro donde distintos escritores hablan de la variedad de nuestra lengua. Una lengua como el español, que tiene más de 500 millones de hablantes, solo puede mantener su unidad y su sentido si respeta los matices de la diversidad. La gran apuesta es mantener la unidad respetando la diferencia. Eso quien lo tuvo muy claro fue Andrés Bello, el escritor y filólogo latinoamericano, que era un gran defensor de las guerras de independencia, porque era un liberal y fue un militante independentista. Una vez conseguidas las independencias latinoamericanas, escribió una gramática para uso de americanos, en la que decía, bueno, ahora defendamos la gran riqueza cultural que supone compartir un idioma que es uno de los grandes idiomas del mundo.
-En la Argentina, y en España también, el lenguaje inclusivo viene generando un debate muy ríspido. ¿En qué zona de la discusión se ubica usted?
-Como director del Instituto Cervantes, lo tengo muy fácil: los dueños del idioma son los hablantes, yo no tengo nada que decir. Y que cada uno hable como considere mejor. Otra cosa será la Academia de la Lengua Argentina, o la Academia de la Lengua Española, pero yo, como director del Cervantes, me limito a escuchar cómo habla la gente. En ese sentido, creo que el idioma está unido a la sociedad y que la transformación de la sociedad va transformando al idioma. Pero como viejo militante, estoy muy acostumbrado a que muchos discursos que son nuestras virtudes acaben convirtiéndose en nuestros peores defectos. Yo empecé a militar contra el franquismo en el partido comunista -y que no se olvide que el partido comunista desarrolló una lucha contra el franquismo que tuvo mucho que ver con la conquista de la democracia-. Ahora, visité por primera vez los países del Este a principios de los 80, y vi que la virtud de luchar por una sociedad justa puede acabar en un disparate tiránico. Sigo defendiendo mis ideas socialistas, pero me niego a que deriven hacia la falta de libertad. Pues mira, en este tema creo que la lengua es un espacio público y me interesa defender los espacios públicos frente a las sectas y la voluntad apropiadora, de privatización, de los espacios públicos. ¿Qué tiene que ver esto con lo que me has preguntado? Bueno, yo discuto con los míos, que son los feministas y las feministas; creo en los discursos de igualdad, creo que el lenguaje debe ser inclusivo para recoger los avances de la sociedad. Digo “amigos y amigas” porque hay gente que no se siente incluida de otra manera. Me encanta que se diga “presidenta”. Busco la manera de no decir “los derechos del hombre” porque es más fácil decir “derechos humanos”. Todo eso lo defiendo y lo practico. Como me vas a preguntar si yo creo en la palabra “amigues”, pues te digo que me parece una cosa donde los míos se están equivocando. Lo mismo que hubo gente que se convirtió en secta defendiendo el socialismo que yo defendía, creo que se están equivocando. Con respeto absoluto, porque entiendo su lucha. Sobre todo creo que es una ocurrencia de una elite que corre el peligro de fragmentar ese bien público y común que es la lengua. Pero insisto: es una discusión que mantengo más con los míos que con los machistas. A los machistas, ni agua.
-¿Se aprendió poco de los sucesos que marcaron el siglo XX?
-El siglo XXI se nos ha convertido en viejo antes de cumplir los 25 años. Porque ha vuelto a repetir todos los defectos, todos. Creo que hacemos bien en poner en duda a las verdades escritas con mayúscula en el dogma, pero tenemos derecho a crear una verdad en minúscula que sea un pacto de valores que conviene defender. Por ejemplo, darle una segunda oportunidad a la modernidad. Hay tres palabras: libertad, igualdad, fraternidad, que me parecen irrenunciables. Quien defiende la igualdad sin defender la libertad termina en tiranía, pero quien defiende la libertad sin defender la igualdad acaba convirtiendo a la libertad en la ley del más fuerte. La única manera de convivir de manera fraterna es defender a la vez la libertad y la igualdad. Por eso es tan importante lo público y la convivencia. No va a ser posible llevar adelante una sociedad democrática si no hay igualdad. Porque el desamparo creará odio y discursos autoritarios que ya están volviendo a Europa. La ley del más fuerte acaba destrozando a la democracia.
Hoy, viernes, se realiza el homenaje a Almudena Grandes en la Feria del Libro. ¿Fue casual la elección de la fecha?
No, no fue casualidad. Cuando empezamos nuestra relación yo vivía en Granada, ella en Madrid, y el día del reencuentro después de los días de trabajo era el viernes. Yo subía a Madrid o ella bajaba al Sur, a Andalucía, a Granada. Nos gustó ese día porque además es el día de Venus, el día del amor, de la pasión. Y porque además hubo una complicidad literaria. La segunda novela de Almudena se tituló Te llamaré viernes. Ella tuvo un éxito enorme como novelista con Las edades de Lulú, que se convirtió en un acontecimiento social, vendió millones de ejemplares, la tradujeron a distintos idiomas, una película… en ese momento tuvo que pensar si lo que quería era ser famosa o ser escritora. Y decidió ser escritora, investigar en la literatura para conseguir el mundo literario que ella quería. Te llamare viernes es quizás la novela mas compleja de todo lo que ha escrito. Nos conocimos en el 92 pero empezamos a vivir juntos en el 94, y yo empecé a escribir un libro que se titula Completamente viernes. Quería decir que era una historia de amor, y si ella me llamaba viernes yo me sentiría completamente viernes.
"“El siglo XXI se nos ha convertido en viejo antes de cumplir los 25 años. Porque ha vuelto a repetir todos los defectos, todos. Creo que hacemos bien en poner en duda a las verdades escritas con mayúscula en el dogma, pero tenemos derecho a crear una verdad en minúscula que sea un pacto de valores que conviene defender
-Una historia de amor. En tiempo descreídos, no es poco…
-La complicidad de un mundo compartido a través de la literatura. La tradición que yo reivindicaba a través de Antonio Machado coincidía con la tradición que ella reivindicaba a través de Pérez Galdós. Nuestra militancia política, nuestra manera de pensar el mundo, nos hizo coincidir en muchas cosas que tienen que ver con la memoria histórica, los derechos humanos. En lo único en que teníamos gustos tajantemente separados era en el fútbol, ella del Atlético de Madrid y yo del Real Madrid, que es como aquí ser del River o de Boca. Eduardo Galeano solía decir que el fútbol es la cosa más importante de las cosas que no tienen importancia. Y es verdad [risas].
Para agendar
Hoy, en la Feria del Libro, Luis García Montero participará en un homenaje a la escritora Almudena Grandes (18.30) y presentará el diálogo Narradores en lenguas cooficiales en España (20:30).
El sábado ,a las 21, en el Teatro Real de Córdoba, García Montero y el Cuarteto Aguilar presentarán el espectáculo de poesía y música Invitación a un viaje sonoro, que recrea el concierto que Rafael Alberti y el antiguo Cuarteto Aguilar concibieron e interpretaron en Argentina los años 40 y 50.
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