Luis Chaves: "Viniendo de la poesía, uno pide poco como motivo para celebrar"
En el marco de la tercera edición del Festival LEER, Literatura junto al Río, coorganizado por la Subsecretaría de Cultura de San Isidro y la editorial y librería Notanpuan y que tendrá lugar el próximo fin de semana [ver abajo noticia de último momento], vuelve a Buenos Aires el poeta, narrador y cronista costarricense Luis Chaves (San José, 1969). El sábado a las 19, el autor de Salvapantallas y Falso documental (ambos publicados por Seix Barral en el país), leerá y recitará poemas con su voz dulce y pausada. Al día siguiente, brindará una clase magistral que rondará en torno al tema de dos caras elegido por los organizadores del encuentro (el amor y el desamor), materias omnipresentes en la obra de Chaves.
Luego de confirmar su presencia en el Festival LEER, a diferencia de su colega María Dueñas, que se quedará en España como medida preventiva ante el avance del coronavirus, Chaves mantuvo un diálogo con LA NACION. En su visita, el escritor que durante años vivió en Villa Crespo y que mereció el Premio Hispanoamericano Sor Juana Inés de la Cruz por Los animales que imaginamos, presentará este jueves a las 19 en la librería Eterna Cadencia (Honduras 5574) Vamos a tocar el agua, una crónica familiar de 2017, ambientada en Berlín, que acaba de lanzar Seix Barral. La narración agrupa cuatro textos, uno por cada estación del año, sobre las vivencias de una familia tropical (la de Chaves) en la capital alemana. Lo acompañarán Mercedes Halfon y Ana Wajszczuk, escritoras y amigas del autor. El viernes a las 19, junto con la cordobesa Camila Sosa Villada e Inés Garland, debutará en el ciclo Poesía a la Parrilla, en la librería y editorial Notanpuan (Chacabuco 459, San Isidro). "El lunes caminaré y pasearé por Buenos Aires con mi hija mayor, de quince años", dice Chaves. "El viaje es su regalo de quince -bromea-. Pero antes tendrá que atender a varias actividades literarias, espero que no se aburra".
-¿Hace cuánto no visitabas Buenos Aires y cómo tomaste la noticia de la publicación de Vamos a tocar el agua, en el país?
-En 2016 fui a presentar Falso documental, libro que reúne toda la poesía que había publicado hasta 2016. Por la publicación me sentía contento pero también angustiado; es imposible no sentir cierta o buena cuota de pudor ante una "poesía completa". ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Por qué yo? Por otro lado, me sentía muy agradecido por la propia invitación de la editorial para hacerlo. Y más allá del libro, toda oportunidad de viajar a la Argentina me llena de felicidad. Tengo mucha gente querida en este país. Esa que llamo la familia molecular, la familia elegida.
-¿Sobre qué hablarás en la clase magistral en el Festival LEER?
-El festival tiene un tema central, el amor y el desamor. ¡No se andan por las ramas! Ya veremos cómo me apaño, espero salir bien librado.
-¿Cómo conviven en tu obra el poeta, el narrador y el cronista? ¿Quién "manda" sobre esas diferentes formas de escritura?
-Me gusta escribir y con el paso de los años los tiempos de la escritura se han convertido casi en tiempos geológicos. Las razones deben ser varias y nada originales. Pero entonces, cuando arranca ese motor interno que posibilita la escritura, trato de no detenerme ni desviarme. Por ejemplo, en definir el género de lo que esté escribiendo. Vengo, sí, de la poesía, y allí siempre me fue natural escribir desde una primera persona real o ficticia, según lo necesitara el texto. Me gustaría pensar que si es un poema gana el narrador o cronista, y si es una crónica o ficción, gana el poeta. Pero no puedo ser el juez de lo que escribo.
-Si bien los temas de tu obra son reconocibles, ¿cómo cambia el acercamiento a esas cuestiones con el paso del tiempo?
-Lo que cambia, creo, es la velocidad. También el desenfado. A los veinticinco años o por ahí escribí un libro en tres meses. Escribí y edité en ese lapso. Leí lo que consideré la versión final y dije "listo, a otra cosa". Hoy no podría hacer eso; hay una parte saludable de la autoindulgencia, la que dice "relájate, tampoco es para tanto". Ahora, no creo que esté mal ni bien eso de los treinta años ni esto de los cincuenta.
-¿En qué trabajás actualmente?
-Estoy con últimas revisiones de un libro de poesía que lleva varios años macerándose. Sale con un sello independiente chileno, Ediciones Overol. Y también en costura: recuperé la máquina de coser Singer que fue de mi abuela y que considero, sin metáfora de por medio, la primera máquina de escribir del barrio en el que crecí.
-¿Cómo fue la recepción de Vamos a tocar el agua en Costa Rica, en el país huésped y entre tus íntimos, que aparecen retratados en el texto?
-El libro salió gracias al empuje de un sello costarricense que se inauguró precisamente con ese libro, Los Tres Editores. En Costa Rica, las editoriales independientes hacen tiradas de trescientos ejemplares. Cuando se agotó la edición, celebramos con los editores que, por supuesto, son amigos. Viniendo de la poesía, uno pide poco como motivo para celebrar. En Berlín conocen el libro apenas unos amigos latinoamericanos. Y de Costa Rica voy a decir esto: cuando salió el libro en 2017, mi hija (que ahora tiene quince años), por primera vez en su vida leyó algo que que había escrito su padre. Me pidió un ejemplar así como cualquier cosa. Pasaban las semanas y no decía nada. Yo husmeaba cada tanto el ejemplar, buscaba el marcapáginas, alguna hoja con la esquina doblada. Nada. Tampoco hizo comentarios. Secretamente me resigné al pensamiento de que no le gustaba lo que había escrito. Hace unas semanas, ¡casi tres años después!, defendiéndome frente a mi hija menor dijo: "A mí me gustó el libro de Berlín".
-¿Cuál es tu método de escritura? ¿Es aconsejable un método para escribir?
-No tengo método; a ratos envidio a los escritores metódicos y disciplinados pero luego se me pasa. En cambio, con la lectura sí me muevo en esos territorios; eso sí, he sido menos disciplinado, porque ese concepto involucra algo milico y mecánico, que vicioso.
-¿Qué lugar ocupa hoy la literatura ante otras expresiones culturales?
-Kurt Vonnegut decía que se dedicaba a un oficio obsoleto. Un poco en chiste pero también dando un baño de realidad. Lo bueno de venir de la poesía es que ese fue siempre el punto de partida, a nadie le interesa esto, ¡con ese dramatismo muy de la poesía! Y más que un hándicap, esa certeza es un dato liberador.
Se suspende el Festival LEER en San Isidro
La Subsecretaría de Cultura de San Isidro informó este jueves a la mañana que, como medida precautoria ante el avance del coronavirus en el país, se suspende la tercera edición del Festival LEER, Literatura junto al Río.
"Debido a la situación sanitaria que vive el país vinculada con el avance del coronavirus, la subsecretaria general de Cultura de San Isidro, Eleonora Jaureguiberry, decidió en las últimas horas suspender la feria Leer. 'La suspensión de la feria es una decisión netamente preventiva que tuvo en cuenta el avance del coronavirus en el país. Una decisión compleja y difícil por todo el esfuerzo realizado durante muchos meses en el diseño y organización del evento, pero que era necesario y prudente tomarla'", se lee en el comunicado del organismo municipal.
La decisión fue tomada debido a la gran convocatoria del evento, que según la Subsecretaría en 2019 reunió a más de 10.000 visitantes y que en esta tercera edición iba a contar con más de un centenar de sellos discográficos, varios de escritores invitados, mesas redondas, charlas, talleres y otras actividades, distribuidos en un salón cerrado, carpas y áreas abiertas.
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