Lucio Fontana volvió a medir el pulso de su enorme aporte al arte del siglo XX
El artista argentino, que el mundo considera italiano, fue uno de los highlights de la subasta de arte contemporáneo de anoche en Sotheby’s de Nueva York, con una obra de su famosa serie “Concetto Spaziale”; vendida por US$22,9 millones, superó a una pieza récord de Warhol y Basquiat
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El rosarino Lucio Fontana volvió a medir el pulso de su enorme aporte al arte del siglo XX en la subasta contemporánea de la casa Sotheby’s de Nueva York, donde una obra suya de 1964 se vendió anoche por una cifra millonaria. Concetto Spaziale. La fine di Dio salió en US$22,9 millones, apenas por encima de la base de US$20 millones en que había sido estimada. Era la segunda obra más cara entre los más de 130 lotes después de Portrait of George Dyer couching, del irlandés Francis Bacon, valuada en US$50 millones.
Además, formaron parte de este seleccionado piezas de grandes exponentes, como Andy Warhol y Jean-Michel Basquiat. Untitled, una colaboración entre ambos, se subastó en unos US$19,3 millones. Esto marcó un récord para las obras realizadas en conjunto, pero no logró superar a la de Fontana. Tal era la expectativa que representaba La fine di Dio que la obra fue mostrada y explicada en el intervalo de la transmisión por streaming, poniendo a Fontana como una alternativa de la abstracción frente a Jackson Pollock y Barnet Newman.
Fontana se mantiene así en la elite de los artistas que más veces superaron la barrera del millón de dólares. Hay que saber que en raras ocasiones se lo considera argentino; tampoco se lo incluye en los remates de arte latinoamericano. Dadas su larga estadía y su consagración en Italia –murió en Commabio, Varese, en 1968–, se lo suele incluir entre los modernistas europeos de posguerra como el creador de su propio movimiento: el espacialismo.
La procedencia de esta obra revela la escasa vinculación que Fontana tuvo con la Argentina después de los años 50. Parte de la colección Rachofsky de Dallas, el itinerario de este óvalo amarillo con múltiples orificios, va de galerías de Roma a Atenas y de allí a París y Estocolmo, donde permaneció en manos privadas desde 1970 hasta que los Rachofsky lo compraron en Sotheby’s Londres en junio de 2003.
Estrella en la carrera espacial
El gesto que define el paso y el peso de Fontana por el arte moderno y contemporáneo está en su revolucionaria serie del Concetto Spaziale, en la que comenzó a perforar la tela en busca de un espacio infinito de la obra (un más allá del lienzo) que se correspondía con la carrera espacial entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. Ese gesto de apariencia vandálica, pero realizado desde el mayor rigor formal, alcanzó relevancia mundial desde Europa, y así es como para el relato hegemónico del arte es un pintor italiano. El mismo Fontana hizo explícito que esas inquietudes le fueron legadas por el paisaje, el vértigo horizontal que describió Drieu la Rochelle en Sur, de la pampa gringa donde fue criado por padres italianos.
Las obras que pertenecen al Concetto Spaziale son numerosas, pero hacía casi diez años que una de estas amarillas conocidas como La fine di Dio (son 36 en total) no se veía en una subasta pública. Fue en 2015, cuando el martillo bajó en US$29,1 millones marcando su precio más alto hasta ese momento, récord que no pudo batir anoche.
Más cerca, en 2018, Christie’s vendió en Londres otro Concetto Spaziale por US$21,2 millones. La subasta se llamaba “Thinking Italian”, lo que da una idea de que para Europa y la premier league del arte Fontana es italiano (pocas veces, los piadosos le ponen ítalo-argentino) y no entra en el gueto vip del arte latinoamericano. Es un caso parecido al del cubano Wifredo Lam, quien es considerado un surrealista internacional y que en 2020, en plena pandemia, duplicó su récord público.
Lejos de cultivar un perfil de artista como obra de arte (tal como Picasso, Dalí, Pollock o Warhol), Fontana no pudo evitar que su gesto fuera apropiado como síntoma de la idea de un arte para después del fin del arte, como señalaba el filósofo Arthur Danto. En la película Never Look Away (Alemania, 2018), por caso, se muestran las diferencias entre los artistas del este y el oeste a partir de aquellos que, siguiendo a Fontana, son capaces de rasgar la tela hasta romperla. Algo similar ocurre en la serie Ripley (Netflix), que retoma la versión cinematográfica de fines de los 90.
Ayer desde Nueva York se describió a La fine di Dio como una obra que espejaba la superficie porosa de la Luna. Sin dudas debió de haber sido la mención a un artista nacido en la Argentina más significativa, dada la audiencia masiva que sigue estas subastas por YouTube como si fueran un espectáculo. Lo son, en realidad, y Fontana, qué duda cabe, es una de sus estrellas.
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