Los viajes de Marinetti por América del Sur
Por Cecilia Rabossi Para LA NACION - Buenos Aires, 2010
Filippo Marinetti, escritor y fundador del futurismo, vino a América del Sur en dos oportunidades. La primera en 1926, en una gira promocional del futurismo por Brasil, la Argentina y Uruguay. La segunda en 1936, en el marco del XIV Congreso Internacional del PEN Club, que se desarrollaba en Buenos Aires.
En 1926, el conocimiento de personalidades de la vanguardia local generó en Marinetti un gran interés por viajar a Buenos Aires, que se afianzaba como ciudad moderna. La escena artística reclamaba una renovación. En 1924 se habían producido hechos importantes en este sentido: Emilio Pettoruti regresó de Europa; la galería Witcomb presentó sus obras futuristas y cubistas, que escandalizaron al público. Ese mismo año apareció la revista Martín Fierro, que nucleó a poetas y escritores que planteaban la necesidad de crear una nueva sensibilidad. Se fundó también la Asociación Amigos del Arte, espacio que presentó y promocionó obras de artistas plásticos, músicos y escritores, además de alentar el coleccionismo. También regresaron de Europa los artistas Xul Solar, Norah Borges, Curatella Manes, Antonio Sibellino y Alfredo Guttero. Las razones del primer viaje de Marinetti despertaron ciertas dudas, tanto en la prensa como en el campo intelectual. ¿En carácter de qué venía Marinetti a Sudamérica? ¿Como poeta futurista o como propagandista del régimen fascista? Las sospechas sobre el carácter político de la gira hicieron que Marinetti tuviera que justificar en reiteradas ocasiones que no existía otra intención que divulgar el futurismo y conocer la escena de la vanguardia local. El viaje fue organizado por el empresario teatral italiano Niccolino Viggiani, residente en Río de Janeiro, con quien Marinetti había firmado un contrato, por lo que la gira adquirió un fuerte carácter comercial. Las conferencias en grandes teatros buscaban lograr la ampliación global de las ideas del movimiento futurista. Los integrantes de Martín Fierro agasajaron a Marinetti durante su estadía en 1926. Los postulados futuristas defendidos por el poeta no trajeron nada nuevo a la vanguardia local en términos de renovación formal, pero su presencia cumplió un papel promotor del arte nuevo gracias a la amplia cobertura periodística brindada a su figura.
Marinetti regresó a América del Sur en agosto de 1936 para participar como delegado oficial del PEN Club en el XIV Congreso Internacional de esa asociación mundial de escritores. Entonces fue cuestionado por su postura belicista, contraria a los principios pacifistas del PEN Club.
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