Los sobrinos nietos de Borges piden que los restos del escritor descansen en la Recoleta
Los seis nietos de Norah Borges retoman la iniciativa de su padre, Miguel de Torre, que había pedido la repatriación desde Ginebra a la Justicia; en la bóveda familiar de Buenos Aires están la madre y la hermana menor del escritor
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“Nos gustaría que se trajeran los restos de Borges a la Recoleta para que descansen en la bóveda familiar junto con su madre y su hermana”, dice a LA NACION Mariana de Torre (Buenos Aires, 1969), hija del escritor y editor Miguel de Torre, sobrino de Borges, y de la bibliotecaria María Ofelia Conforti de Torre, “Babo”, que fue secretaria del autor de Ficciones en la antigua sede de la Biblioteca Nacional, en la calle México 564. Allí se conocieron los padres de Mariana.
“Borges estuvo muy unido a mi padre desde la infancia -recuerda-. Hasta mis seis y siete años, a María Kodama no la vi nunca en el departamento de Maipú, donde la que mandaba era mi bisabuela; nosotros íbamos seguido a su casa, y después a la Librería de la Ciudad en Galería del Este y a Florida Garden: siempre era el mismo programa”. Hasta mediados de la década de 1990, Miguel de Torre recurrió a las autoridades de Ginebra, a la Justicia argentina y a la suiza para repatriar los restos mortales de su tío.
Mariana y sus hermanos Gonzalo y Fernando, y sus primos Luis María, Félix e Isidoro (hijos de Luis de Torre y Marinés Crespo) son nietos de la artista Norah Borges, hermana menor del escritor, y del ensayista y poeta español Guillermo de Torre, creador con Gonzalo Losada y Atilio Rossi de la editorial Losada hace ya 85 años. “Después de leer este domingo la entrevista a Osvaldo Ferrari en LA NACION, donde expresaba el deseo de que se repatriaran los restos de nuestro tío abuelo, armamos un grupo de WhatsApp con mis hermanos y primos para compartir información”, dice Mariana en su departamento, en Belgrano, rodeada de delicados retratos y perfiles suyos de infancia y juventud hechos por su abuela.
“Nunca pensamos que a alguien se le iba a ocurrir hablar de este tema ahora -dice-. Si fuera por mí, le iría a tocar al timbre a Diana Mondino, la nueva canciller”.
Ferrari, en diálogo con este diario, había dicho que los restos de Borges deberían ser repatriados. “Él quería estar en Recoleta”, agregó. Semanas antes de su muerte, Borges había viajado a Ginebra con la escritora y traductora María Kodama, que en esa ciudad se convirtió en su esposa (vía Paraguay). El joven Borges y su familia habían residido en Ginebra entre 1914 y 1918 y allí terminó el bachillerato. En una carta escrita a máquina enviada a la agencia española EFE, fechada el 6 de mayo de 1986, Borges había manifestado su deseo de quedarse en Suiza y no regresar a la Argentina.
“Soy un hombre libre -se lee en esa carta firmada a mano por Borges-. He resuelto quedarme en Ginebra, porque Ginebra corresponde a los años más felices de mi vida. Mi Buenos Aires sigue siendo el de las guitarras, el de las milongas, el de los aljibes, el de los patios. Nada de eso existe ahora. Es una gran ciudad como tantas otras”. Y agregaba: “En Ginebra me siento extrañamente feliz. Eso nada tiene que ver con el culto de mis mayores y con el esencial amor a la patria. Me parece extraño que alguien no comprenda y respete esta decisión de un hombre que ha tomado, como cierto personaje de Wells, la determinación de ser un hombre invisible”. En uno de sus testamentos (hubo más de uno), Borges legó a Norah Borges su parte de la bóveda familiar.
Tras su muerte, el 14 de junio de 1986, se resolvió enterrar a Borges en el cementerio ginebrino de Planpalais, conocido como el “Cementerio de los Reyes”. Pese a los pedidos de su hermana y de sus sobrinos, Kodama no accedió a repatriar los restos del escritor; por su parte, Norah Borges consiguió en la Justicia que la viuda nunca fuera mencionada como “María Kodama de Borges”. En la breve carta publicada el 16 de junio de 1986 en este diario, Norah había escrito: “Me extraña mucho que su última voluntad fuera ser enterrado allí, ya que siempre quiso estar con los antepasados y con nuestra madre en la Recoleta”.
La última vez que la familia De Torre vio a Kodama fue en la inauguración de la muestra dedicada a Norah Borges en el Museo Nacional de Bellas Artes, en 2019. “Mi padre y ella no cruzaron palabra”, dice Mariana.
“A los dos años de la muerte de Borges, mi padre empezó a hacer reclamos para repatriar sus restos, incluso por vía judicial”, recuerda la hija del autor de Apuntes de familia, y muestra la correspondencia de De Torre con distintas autoridades, periodistas y letrados. “Pero eso ya pasó, mi padre murió en 2022 y Kodama falleció este año; queremos que nuestro tío abuelo esté con su familia en la bóveda de la Recoleta, con su madre, su hermana, su cuñado y el coronel Isidoro Suárez, entre otros antepasados”. Los restos de la abuela paterna de Borges, Frances “Fanny” Haslam, descansan en el Cementerio Británico, junto a los de Miguel de Torre y su esposa.
No es la primera vez que surge esta iniciativa. En 2009, la diputada kirchnerista por la ciudad de Buenos Aires María Lenz propuso repatriar los restos mortales de Borges. No se sabe cuánto le importaban al máximo escritor argentino “esas cosas demasiado inconspicuas” (como se lee en el poema “Ceniza”, de Los conjurados). No obstante, el poema “La Recoleta”, de Fervor de Buenos Aires, concluye: “Estas cosas pensé en la Recoleta, / en el lugar de mi ceniza”.
También el escritor Alejandro Vaccaro, autor de una biografía de Borges, insiste hace años en este reclamo. “La Argentina es un país de fuerte tradición en la repatriación de restos mortales de personajes célebres que murieron en el exterior, como San Martín, Rosas, Alberdi, Sarmiento, Juan Crisóstomo Lafinur -dice Vaccaro a este diario-. Kodama se oponía a la repatriación porque los restos mortales de Borges hubieran ido a la bóveda familiar en la Recoleta, que es donde tienen que estar”. Para Vaccaro, los legisladores nacionales deben sancionar una ley que considere la repatriación de los restos mortales de personalidades argentinas.
Mariana, sus hermanos y sus primos creen que el pedido puede llegar a oídos de las nuevas autoridades nacionales. “El librero Alberto Casares, que es muy cercano a nuestra familia, casi el único abuelo que me queda, nos sugirió que se lo pidiéramos a la canciller Diana Mondino o al secretario de Cultura -dice la mayor de los sobrinos nietos de Borges-. También pensamos en publicar una solicitada en la plataforma Change.org y en juntar firmas de intelectuales, escritores y personalidades de la cultura”. Por lo pronto, ella y Ferrari se reunirán en las próximas horas para conversar sobre las posibilidades de “repatriar” a Borges.
Los sobrinos nietos de Borges aún no se comunicaron con los sobrinos de Kodama, herederos del legado Borges-Kodama. “No queremos importunarlos ni sabemos cuál puede ser el interés de ellos en traer las cenizas de Borges a la Argentina, pero creemos que es algo que puede ser de interés nacional”, afirma. Los restos mortales de Kodama fueron inhumados en el cementerio parque de Pilar, el 27 de marzo. Para los sobrinos nietos de Borges, el escritor “está solo y muy lejos” en Suiza.
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