Los restos de Calderón de la Barca, un enigma a punto de resolverse en Madrid
MADRID.– El enigma de los restos de Miguel de Cervantes. El enigma de los restos de Federico García Lorca Y ahora también el enigma de los restos de Pedro Calderón de la Barca (1600-1681). Este último estaría cerca a resolverse. Un grupo multidisciplinario de investigadores comenzó su propia búsqueda, detenida durante la cuarentena a causa del Coronavirus, para encontrar los restos del autor de La vida es sueño. Aún falta obtener un permiso de las autoridades locales para utilizar un radar que podría dar con aquella urna en una iglesia madrileña y confirmar que, tras ser ocultado en un muro, resistió a un incendio durante convulsos episodios de la Guerra Civil Española. En julio podría darse el esperado hallazgo.
"Solo tres personas por banco", dice el cartel en la puerta de Nuestra Señora de los Dolores, sobre la calle San Bernardo. Esta advertencia integra "la nueva normalidad" posconfinamiento tras el paso del pico de la pandemia. Pero hay otra peculiaridad a la que deberá adaptarse esta iglesia: ser el centro de atención de profesores, lectores, historiadores, etc. Una vez que se obtenga el permiso de la Comunidad de Madrid –conducida por el Partido Popular, opositor al Partido Socialista Español, que gobierna a nivel nacional– y que se permita utilizar un georradar, se podría dar con el muro donde se ocultaron los restos de este autor, que habrían resistido a la quema del edificio en 1936 en un hecho donde el párroco y ocho feligreses fueron asesinados.
Ángeles Varela Olea, titular de Literatura Española en la Universidad CEU San Pablo, integra el equipo de investigadores. Es ella quien cuenta la fascinante historia de un sacerdote que, en su lecho de muerte, le confesó a otro de su misma congregación que los restos de Calderón habían logrado ser rescatados y escondidos poco antes de la masacre. "No podemos seguir diciendo que están desaparecidos y no hacer nada al respecto. No podemos no buscarlos, aunque sea para ponerle fin a este incógnita", explicó a LA NACION.
Cuando se ingresa en Nuestra Señora de los Dolores una plaza indica que los restos de Calderón estuvieron allí depositados hasta su desaparición en 1936. Varela Olea, junto con el equipo de historiadores, arqueólogos y otros estudios comenzaron esta búsqueda. Los investigadores conocen el motivo ornamental de la urna, dado que hallaron reproducciones del recipiente de madera de caoba y bronce, así como anticipan que se encuentran dentro de una arqueta –un sólido contenedor generalmente de ladrillo– que habría evitado su destrucción y custodiarlo durante todos estos años.
Varela Olea agrega que el radar no es invasivo ni que se destruirá el patrimonio histórico dada la tecnología de rayos infrarrojos que se utilizará y que, dado el material del recipiente donde se encuentran los restos, sería fácil de detectar su ubicación en los muros. En caso de que se encontrase, la idea es conservar en esta iglesia los restos del dramaturgo, pero trasladarlos al mismo sitio donde se hallaban antes de la guerra. En Celia y la revolución, de la gran Elena Fortún, quien escribe este tomo de su saga Celia durante su exilio en la Argentina, la protagonista busca salvarse del bombardeo que padece Madrid. "Aún te falta mucho para llegar a San Bernardo", le dice un personaje a la joven heroína. Esta diagonal nace en la Gran Vía y culmina en la glorieta de Quevedo, donde se alza una estatua en homenaje al gran poeta y autor de una de las picarescas más famosas de la literatura española. Calderón de la Barca tiene su espacio destacado en la Plaza de Santa Ana. Mira hacia el corral de comedias más antiguo de España, hoy rebautizado como Teatro Español. Desde hace algunas décadas, otro dramaturgo lo acompaña en aquella plaza, este "nuevo" más adorado, recibe a menudo una flor de quienes pasan por allí: Federico García Lorca.
Desde que murió Calderón –fecha simbólica, además, porque se la considera el fin del denominado Siglo de Oro español– su cuerpo fue trasladado en seis ocasiones. Desde que se construyó el panteón de Hombres Ilustres en el siglo XIX, próximo a la estación de Atocha, se quiso llevar su cuerpo a este sitio, intención que nunca prosperó. En 1902 el cuerpo de Calderón fue trasladado a Nuestra Señora de los Dolores, en Chamberí. Calderón se ordenó como sacerdote de adulto. Fue capellán del rey Felipe IV y de la catedral de Toledo. La vida es sueño es su pieza más famosa, pero El alcalde de Zalamea es considerada una fiesta de interés nacional, ya que los vecinos de esta localidad se encargan de que esta obra se represente de modo ininterrumpido, no solo en sus propios escenarios, sino en todo el país. Además, recientemente la Compañía de Teatro Clásico Español, dirigida por Helena Pimenta, realizó su versión de La dama duende. "Pues cuando en mis tablas miro/presentes novedades/de los venideros siglos,/le gano al tiempo las gracias/de contar lo que yo he dicho", escribió Calderón en La vida es sueño, quien advirtió, profético, que en el futuro sería noticia, no por este derrotero, sino por su obra. Tenía razón.
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