Los objetos y el abismo del ser
Se publica por primera vez en español el libro en el que el pintor ruso Kasimir Malevich sentó las bases del suprematismo, escuela pictórica no figurativa
El mundo no objetivo
Por Kasimir Malevich
Doble J/Trad.: Juan P. Larreta Zulategui/110 páginas/$ 52
Kasimir Malevich pintó en 1913 el famoso Cuadrado negro sobre fondo blanco , una tela considerada de manera casi unánime entre los paradigmas mayores de la modernidad. Cuando lo exhibió, denominó suprematismo a ese estilo de pintura "no objetiva" (la supremacía de la sensibilidad pura en el arte), con formas geométricas organizadas en un espacio libre. Poco después publicó un opúsculoen el que afirmaba que aún cuando los artistas europeos (Cézanne, Matisse, Picasso) habían producido importantes innovaciones formales y conceptuales, seguían ligados a la descripción de la realidad perceptiva. El suprematismo, por el contrario, era un "nuevo realismo" elaborado sobre la base de formas de origen cerebral. Se trataba de una creación pictórica pura y autónoma.
A partir de entonces, fueron muchos los textos teóricos con los que Malevich acompañó su obra. Entre los últimos que se conocieron se encuentra El mundo no objetivo , publicado por la Bauhaus, en 1927. El Lissitzky y Alexander von Riesen tuvieron a su cargo la traducción al alemán y la revisión del original, que fue considerablemente abreviado. Por primera vez, la teoría del suprematismo se difundía en la cultura europea (la pintura de Malevich había sido exhibida en una muestra colectiva de Berlín, en 1922).
La versión integral de Die Gegenstandslose Welt fue conservada inédita hasta 2000, cuando la publicó la editorial moscovita Hylaea. La edición en español, que se basa en la edición de la Bauhaus de Desseau, está ilustrada con las fotografías, diseños didácticos y dibujos suprematistas originales.
En la primera parte del libro, dedicada a "La teoría del elemento adicional en la pintura", Malevich se muestra convencido de que para la sociedad la pintura de Rembrandt es lo normal, que es el "punto de vista decisorio" para juzgar la norma. Para los mismos espectadores -agrega- el cubismo es lo "anormal". El criterio ancestral de la pintura excluye todo lo ajeno a la representación concreta y a las proporciones naturales. La imagen representada consta de "proporciones pictóricas, pero para el lego, sin embargo, consta de ´cosas proporcionadas conforme a la naturaleza [ojos, narices, etc.]".
Malevich afirma que las artes plásticas crean y no sólo imitan, pero esa cualidad es ignorada por un público que sigue sin comprender de qué se trata la pintura. En diciembre de 1915, cuando presentó el Cuadrado negro sobre fondo blanco en La última exposición futurista de pintura: 0.10 , en Petrogrado, la crítica y el público decían turbados: "todo aquello que siempre hemos amado se ha perdido: estamos en un desierto ¡tenemos ante nosotros un cuadrado negro sobre fondo blanco!" Sin embargo, para el creador del suprematismo, su cuadro no hablaba del "cuadro vacío", sino de la sensación de la ausencia de objetos.
La pintura no objetiva se diferencia de la abstracción en que ésta mantiene una relación con el objeto; es una interpretación, o representación, de personajes, escenas, cosas. El suprematismo -tendencia no objetiva a la que está dedicada la segunda parte del libro- rechaza cualquier referencia figurativa y no reconoce sino un mundo: el del abismo del ser. Más que un movimiento artístico, la propuesta aparece como un proyecto filosófico: suma al arte la posibilidad utópica de la transformación del individuo.
El mundo no objetivo finaliza con las investigaciones en las que Malevich se implicó después de 1918: los diseños de arquitectura idealizada y la creación de objetos tridimensionales a los que denomina "planites" y "arquitectones" (construcciones sin puertas ni ventanas). Las fotografías de las maquetas de las Construcciones suprematistas cierran el libro.