"Los mexicanos somos hijos de un abuso"
Laura Esquivel relata su última novela
Hace varios años, la escritora mexicana Laura Esquivel alcanzó repercusión internacional con una historia teñida de realismo mágico. Su libro se llamó "Como agua para chocolate" y el cine acabó por consagrarlo.
Tras once años de ausencia, la autora llegó a Buenos Aires para presentar en la Feria del Libro su novela histórica "Malinche" (Alfaguara), sobre la indígena mexicana que se conoció como Marina en la crónica española de la Conquista y que en lengua aborigen fue Malinalli. El libro está acompañado de una bibliografía que documenta la investigación de Esquivel y permite asomarse a los mitos y a los ritos de aquella civilización que precedió a la española en América.
Indígena, esclava, cargada de miedos, vendida y maltratada por el hombre blanco, la Malinche es "la lengua" nueva que conecta al habitante autóctono y aquellos blancos que Moctezuma creyó, erróneamente, enviados del dios Quetzalcóatl, la serpiente emplumada.
Dos cosas llaman la atención en Laura Esquivel: su timidez y la belleza de las artesanías de plata que luce: una estilización de Quetzalcóatl que bordea su cuello y un anillo con una imagen de la Virgen de Guadalupe, que ella misma diseña.
-¿Por qué eligió a la Malinche, la mujer a la que los mexicanos jamás perdonaron sus amores con Hernán Cortés?
-Ella ha sido muy mal interpretada y satanizada y me pareció interesante abordar su historia desde otra perspectiva. Más que la amante de Cortés ella fue la traductora y mediadora. Ella es quien a partir de las imágenes y de las palabras, de las visiones tan opuestas, tiene que crear una nueva lengua que fusione esas dos visiones. De esa fusión nace esa cultura tan mestiza que es México y que es América latina.
-¿Esa Malinche amante de Cortés es la metáfora de una América india avasallada por el conquistador?
-En "Los laberintos de la soledad", Octavio Paz habla de "amante voluntaria", pero no sé hasta qué punto pudo serlo, si ella era esclava. Lo que sí es cierto, como sostiene brillantemente Paz, es que a partir de esa idea de avasallamiento los mexicanos sentimos ser hijos de un abuso.
-¿Por qué la Malinche era tan insegura y llena de miedos?
-Es que sufrió un maltrato espantoso. Una niña regalada, maltratada, violada, tiene que haber tenido un fuerte impacto en su vida. Lo importante es cómo ella va construyéndose a sí misma y confrontando ese lado oscuro, que son los miedos, hasta llegar a levantar el vuelo, como parte de su rito de purificación. Empieza a tomar decisiones cuando tiene el poder de la palabra y la información. Es una responsabilidad tremenda para ella: qué decir y cómo decirlo, porque se juega la vida.
-¿Prevalece hoy en México un intento de comprenderla?
-No lo sé. No sé cuántas aportaciones habrá. Mi aporte es éste. Más importante que satanizarla o glorificarla es ver qué pasó y aceptarlo con otros ojos.
-¿Cuál es su mirada sobre los mexicanos que reniegan de la propia cultura en la desesperación por integrarse a los EE.UU.?
-No es tan así. Está cambiando radicalmente. Las marchas de los inmigrantes lo muestran. La gente defiende su cultura y toma un papel más activo.