Los mensajes de texto, cada vez más confusos
Los chicos crean códigos incomprensibles
“Qndo n v?”, pregunta por celular Paloma, de 12 años, a su amiga Romina, que acaba de volver de sus vacaciones. La respuesta llegó enseguida: “Toy en ksa. Ymme”.
Rápido, informal y por momentos confuso hasta para quienes lo usan. Así es el nuevo código lingüístico empleado por muchos chicos y jóvenes en los mensajes de texto de sus celulares o para chatear por Internet. Salpicada de contracciones, abreviaturas, iconos y números, la nueva jerga desarrollada para agilizar la comunicación a veces también puede complicarla.
Degradación del lenguaje, búsqueda de mayor expresividad, penetración de la oralidad en la lengua escrita y hasta un negocio que termina en la publicación de diccionarios son algunas de las consecuencias, entre apocalípticas y prometedoras, que trae esta tendencia.
Cada día, en la Argentina se envían 18 millones de mensajes de texto, según un estudio de la consultora Price & Cooke. El intercambio de mensajes cortos, que en inglés se abrevian SMS (Short Message Service), creció aquí un 800% entre 2003 y 2004.
Son muchos. Y también son muchas las transgresiones y modificaciones que se hacen del lenguaje, en nombre de la rapidez. "Escribo «tb» en lugar de «también», y «q», en lugar de «que»", confiesa Mariana, estudiante de Ciencias Económicas, de 23 años.
Se trata de conocer el código, un conjunto de abreviaturas y contracciones de palabras y frases, con el objeto de comunicarse en forma rápida y económica. Así, por ejemplo, para despedirse muchos jóvenes envían "salu2", en lugar de los tradicionales "saludos"; se limitan a escribir "a2" en lugar de "adiós", y reemplazan el "beso" por una tímida y solitaria "b". Los más crípticos desean "QT1BD" es decir, "¡Que tengas un buen día!" y para los enamorados, el romántico "te quiero", puede sintetizarse un "t kiero" o en un económico "tq".
Nora Alessandrini es profesora de geografía en dos colegios de Morón desde hace 20 años, y ve cómo las alteraciones del lenguaje se mudan de Internet y de los celulares a las hojas de papel de sus alumnos. "Mezclan números con letras, reemplazan la preposición «por» por la letra equis, y toman eso como norma."
Consultado por LA NACION, el filólogo José Luis Moure explicó que en esta forma de comunicación se pasa por alto todo elemento de corrección gramatical, como acentos y mayúsculas, ya que molestan y demoran.
Hablo, luego escribo
"Los códigos de la oralidad han entrado en la lengua escrita como contrabandistas. Los chicos ya no usan un vocabulario sofisticado ni construcciones complejas", dice Moure. Pero aclara: "Esto no es causa del chateo; es algo previo, ya que la escuela a veces no cumple su función y el chico no puede distinguir la frontera entre la oralidad y la escritura".
"Escriben como hablan", dice Paula Iglesias, profesora de Lengua, en tercer año, de una escuela de la zona sur de Buenos Aires. "Y como resultado de sus innovaciones, terminan por no entender lo que escriben." Si el que produce el mensaje tiene esa dificultad, ¿qué le espera al receptor?
"A veces recibo mensajes con abreviaturas que no entiendo", dice Fernando, de 19 años, estudiante de Comunicación Social, y confiesa que en esos casos debe enviar otro mensaje para pedir una aclaración.
Pero no todos los jóvenes se sienten seducidos por el espíritu innovador que abunda entre los usuarios de nuevas tecnologías. Nicolás, de 21 años, estudiante de Letras en la UBA, admite que prefiere escribir las frases completas. "Pero recibo mensajes que son difíciles de comprender porque no sé si son preguntas o afirmaciones", dice, en relación con la omisión de signos de puntuación. No es lo mismo «te gusto» que «¿te gustó?»."
Aberrante para algunos, simpático y moderno para otros, este nuevo código se contagia entre los adolescentes como una epidemia.
"No se trata de un lenguaje", dijo a LA NACION el presidente de la Academia Argentina de Letras, Pedro Luis Barcia. "Si un mensaje tiene expresiones lacónicas y precisas, no hay nada que objetar, pero si se reemplazan por abreviaturas y contracciones, esto contribuye a un empobrecimiento del lenguaje que, sumado a las dificultades que tienen los adolescentes para expresarse constituye un serio problema", agregó.
Para Barcia, el resultado de un uso tan económico del idioma sólo conduce a su degradación y mutilación. Según el académico, otro de los problemas es que no existe una clave universal para estos códigos y son el resultado de convenciones establecidas en forma arbitraria.
Pero hecha la jerga, hecho el diccionario. El año pasado, la Asociación de Usuarios de Internet de España lanzó el primer diccionario con las abreviaturas más utilizadas en el envío de mensajes de texto. "Exo x ti y xra ti", ("Hecho por ti y para ti"), así se llama, y puede visitarse en la página www.diccionariosms.com. También en 2005 la empresa Personal lanzó aquí una campaña publicitaria con fragmentos de un diccionario con los símbolos más usados.
Los nuevos jeroglíficos
Los especialistas coinciden en que un nuevo código podría coexistir con la forma de escritura tradicional; el problema es que los chicos en la escuela no diferencian uno de otro.
"Conmigo se cuidan porque enseño lengua", dice la docente Paula Iglesias. "Pero en otras materias la ortografía es un desastre y hasta intercalan caritas o pequeños iconos."
El uso de emoticonos es cada vez más frecuente. Son símbolos que sustituyen palabras y frases, y se construyen con caracteres ortográficos que, leídos de izquierda a derecha, recuerdan gestos y emociones.
Este jeroglífico moderno y desenfadado supone para algunos académicos una pésima costumbre. "El uso de emoticonos deteriora el lenguaje", asegura Barcia. Otros especialistas, como Moure, ven en estos símbolos una búsqueda de expresividad, tratando de graficar la espontaneidad de los encuentros cara a cara, pero sin molestarse en recurrir a los tradicionales recursos de la escritura.
"Habla poco y lo preciso", aconsejaba José de San Martín a su hija Merceditas, en una de sus máximas. Hoy, tal vez tendría que actualizar el consejo: "Escribe poco y lo preciso, pero que se entienda".
Temas
Más leídas de Cultura
“Me comeré la banana”. Quién es Justin Sun, el coleccionista y "primer ministro" que compró la obra de Maurizio Cattelan
Perdido y encontrado. Después de siglos, revelan por primera vez al público un "capolavoro" de Caravaggio
Marta Minujín en Nueva York. Fiestas con Warhol, conejos muertos y un “banquete negro”