Los libros, las mujeres y la guerra
Una francotiradora rusa cuenta cómo fue la primera vez que disparó sobre un hombre, el temblor de su cuerpo al apretar el gatillo, los huesos golpeándose unos contra otros. Otra relata cómo después de matar a cientos de alemanes ya no sentía nada, pero se puso a llorar desconsoladamente el día que tuvo que disparar a un potrillo para hacer una sopa para sus compañeras que desfallecían de hambre. Otra dice que era tan niña cuando fue al frente que, cuando volvió, su madre la midió y había crecido diez centímetros.
La guerra no tiene rostro de mujer recopila las historias de un grupo de mujeres que fueron parte del Ejército Rojo durante la Segunda Guerra Mundial. Mujeres francotiradoras, radio operadoras, conductoras de camiones. Un millón de mujeres que ocuparon todas las posiciones posibles durante la guerra y cuyas historias eran desconocidas hasta que una escritora bielorrusa llamada Svetlana Alexievich decidió escribir sobre ellas. Sus relatos se van cruzando en un complejo tejido de voces. Al ir pasando las hojas, parece como si oyéramos a cada una de las figuras pequeñas de una foto de un grupo de mujeres con uniformes.
El libro fue escrito a principios de los ochenta y publicado en 1983. Pero en el 2002, Svetlana Alexievich decidió reescribirlo incluyendo el diario del proceso mismo de escritura, las partes que había decidido dejar afuera, las conversaciones con los censores. Uno de los censores critica: "Después de leer un libro como éste, nadie querrá ir a la guerra. Usted, con su primitivo naturalismo, está humillando a las mujeres". En varios momentos le objetan que su libro es sucio, no heroico, que destruye la victoria del Ejército.
Mientras entrevista a las protagonistas, la misma Alexievich se pregunta por qué escribir sobre la guerra. Y se responde: "Todo lo que sabemos de la guerra lo sabemos por la voz masculina [...]. La guerra femenina tiene sus colores, sus olores, su iluminación y su espacio. Tiene sus propias palabras. En esta guerra no hay héroes ni hazañas increíbles, tan sólo seres humanos involucrados en una tarea inhumana".
El libro tiene tantas imágenes que hace falta parar y respirar muchas veces antes de seguir leyendo. Yo aún no pude terminarlo. Lo leo poquito a poco, cada noche, antes de dormir, después de pasar horas ensayando con veteranos de Malvinas para una obra de teatro sobre sus recuerdos.
Durante el día estoy en una sala con ex combatientes mirando fotos de la colimba, representando el hundimiento del Belgrano con un barco en miniatura, escuchando cómo unos soldados volaron por el aire en un campo minado por ir a buscar comida. Por las noches leo el libro de Svetlana Alexievich y me pregunto por qué yo misma me interesé en escribir una obra sobre la guerra. Supongo que me interesa lo que queda en la memoria, esos pedazos de historias que son como los restos de borceguíes o cantimploras que los veteranos buscan entre las piedras cuando viajan a las islas.
La autora es escritora, dramaturga y directora de teatro