Los dos museos más importantes de España “reordenaron” su colección: ¿qué cambió en el Prado y en el Reina Sofía?
Nuevos relatos en estos centros tan concurridos proponen otros hilos conductores para presentar sus tesoros y le brindan más espacio al arte latinoamericano y a las artistas mujeres
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MADRID.– La paradoja que planteaba un famoso verso del rock argentino “un museo de grandes novedades” se evapora cada vez más. Los dos museos españoles más célebres exhiben un reordenamiento de sus colecciones. Algunas piezas antes guardadas en la oscuridad de los tesoros, otras, recientemente donadas o adquiridas, modifican el escenario cultural e intelectual de estas instituciones. Mientras Pablo Picasso ingresa en el Museo del Prado, en el Museo Reina Sofía el arte latinoamericano sigue cobrando protagonismo y la expresión argentina gana terreno.
Rosario Peiró, jefa de Colecciones del Reina Sofía, oficia como anfitriona por el recorrido a través de las 16 salas de la cuarta planta del edificio del museo, ubicado frente a la estación de Atocha. Ante un grupo de periodistas presentó esta mañana una nueva fase de su ordenamiento de fondos. El mes pasado fue el turno de ”Resistencias en América Latina”, un recorrido que suma a su muestra permanente obras de los argentinos Marta Minujín, Oscar Masotta, Sara Facio y Roberto Jacoby, entre otros, adquiridas recientemente. En la tercera fase del reordenamiento, que desde mañana podrá disfrutar el público general, “Pensamiento perdido: Autarquía y exilio”, se da un paso más hacia un proceso que culminará en noviembre.
Al salir del ascensor del cuarto piso del Reina Sofía, el visitante tendrá a su izquierda un área dedicada a la autarquía española [el periodo comprendido entre 1939 y 1959], y a la derecha, el exilio. Un total de 300 piezas habitan este guion con firmas de Joan Miró, Salvador Dalí, Diego Rivera, entre otros, y también se le brinda un merecido espacio a artistas mujeres, como Maruja Mallo y Remedios Varo. “El exilio y la crisis migratoria mundial es lo que define la historia hoy. No solo recuperamos su presente, sino la importancia del exilio desde un punto de vista artístico y del pensamiento. El exilio español participa de acontecimientos históricos fundamentales como la Segunda Guerra Mundial o la Guerra Fría y, desde el punto de vista artístico, con corrientes como el surrealismo,y también con el antifascismo”, dice la experta.
El mar y la locura aparecen en la sala “Suspiros de España” donde el exilio está en primer plano. “El pan y la cruz”, “Apuesta moderna para la nueva vivienda social”, “La Victoria” son otras salas donde se atesoran esta expresiones de posguerra realizadas fuera, en particular en México, y dentro de España. Entre estas últimas hay un espacio dedicado a algunas expresiones artísticas de la primera modernidad, con piezas de Dalí, por ejemplo, como Idilio atómico y uránico melancólico (1945), una obra que surge a partir del impacto que generó en él el horror de Hiroshima y Nagasaki.
El director del museo, Manuel Borja-Villel, explicaba entusiasmado en la presentación de las nuevas salas su ilusión por lograr que el museo, como institución, brinde un servicio público que cautive a los visitantes y que invite a reflexionar. “Lo importante de una colección no es solo explicarla, sino sentirla”, agrega y destaca la labor que requiere poder acceder a esas piezas, el trabajo de campo, dar con su paradero, hablar con los herederos. Aún quedan algunas áreas y espacios por reordenar, pero marcha de modo óptimo esta idea de ofrecer un relato diferente a sus visitantes.
“Este es un museo nacional y la tendencia es creer que la historia de las naciones es lineal, algo totalmente absurdo. Hay relaciones constantes y en el caso de América Latina hay una ida y vuelta constante. En los años setenta vinieron muchos artistas a España que fueron esenciales, en otros momentos, en el exilio, se marcharon españoles a América Latina”, sostiene Borja-Villel. Por ejemplo, en esta muestra se recogen las imágenes de los diseños de Antonio Bonet Castellana, un arquitecto español que edificó la Casa Oks, en Beccar, o un edificio en la porteña esquina de Paraguay y Suipacha.
Antes de que termine el año se exhibirá también en el Reina Sofía más piezas del artista argentino Luis Seone, adelantaba Peiró a LA NACION, y en este reordenamiento se exhibirán de modo permanente piezas de León Ferrari.
La Feria Internacional de Arte Contemporáneo, ARCO, también dejó un sedimento en los museos. En la última edición fueron adquiridas por el Reina Sofía 18 obras que ahora integran los fondos de esta colección, entre ellos, el español Agustín Ibarrola, cuya versión del Guernica fue una de las estrellas del evento, y también de la argentina Liliana Maresca (1951-1994).
El arte español, en el contexto europeo
El Museo Nacional del Prado también efectuó un reordenamiento de su colección, en particular en las salas dedicadas a la custodia de piezas del siglo XIX. En esta área se exhiben desde este mes 275 obras, cien más que en el montaje anterior que se había efectuado en 2009. El objetivo de esta nueva distribución es contextualizar más el arte español dentro del arte europeo. A su vez, 57 de los 130 autores que se exhiben, no habían estado representados en las salas previamente. De este grupo, 37 artistas son extranjeros y 13 son mujeres, como Marcela de Valencia, cuya obra La amabilidad fue adquirida recientemente.
Además, el Prado exhibe desde hace una semana una obra de Pablo Picasso, Busto de mujer, donada por Aramont Art Collection y así tiende lazos con el siglo XX, un periodo que no participa de su colección permanente. Para generar un diálogo entre artistas, en este caso, de maestros y epígonos, el cuadro del artista andaluz se ubicó en la sala dedicada al Greco, junto a El bufón Calabacillas, de Velázquez, dos de los artistas que más influyeron en la obra de Picasso.
Nuevos relatos, y con ellos, nuevas tramas y protagonistas encuentran en los museos y en los tesoros que ofrecen un espacio cada vez más amplio y dinámico de expresión: “Es necesario que el acervo que sea compartido, que no sea de una elite. Además el público, la sociedad va cambiando y tienes la obligación de dar instrumentos para que esos cambios, sobre todo en una sociedad distópica se puedan entender”, sintetiza Borja-Villel.
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