Los cuentos de Samanta Schweblin no paran de ganar
La argentina se llevó los 50.000 euros del Premio de Narrativa Breve Ribera del Duero
No era fácil, pero nada parece imposible para la argentina Samanta Schweblin, que ayer resultó ganadora del Premio de Narrativa Breve Ribera del Duero por su libro Siete casas vacías. Convocado cada dos años por la Denominación de Origen Ribera del Duero y la Editorial Páginas de Espuma, que publicará en mayo el libro (habrá edición argentina hacia la primavera), reconocimiento consiste además en 50.000 euros (54.000 dólares). En esta cuarta edición se presentaron 856 autores de treinta y tres países. España, con 432 originales, fue el país con mayor participación, seguido de la Argentina (135), Colombia (53), México (49), Cuba (29), Estados Unidos (25), Perú (22) y Chile (21). Schweblin, que en 2012 había ganado ya el Premio Juan Rulfo, consiguió imponerse al boliviano Edmundo Paz Soldán, los españoles Alberto Olmos y Cristina Cerrada y la uruguaya Vera Giaconi, los otros cuatro finalistas.
Rodrigo Fresán, miembro del jurado junto con Pilar Adón, Andrés Neuman, Jon Bilbao y Guadalupe Nettel (galardonada en la edición anterior), señaló que el libro de Schweblin fue elegido por su forma de "indagar en la normalidad rara o la rareza de lo normal": "Siete casas vacías está recorrido por situaciones familiares o conflictos vecinales en los que predomina un costumbrismo perverso que explora los amores desviados y las formas más singulares de ternura".
"Es un libro que continúa poniendo la lupa en lo insólito y lo anormal, pero en el que por primera vez me muevo únicamente en un mundo real, cotidiano, sin ningún guiño fantástico. Creo que la sensación de extrañeza sigue estando muy presente, pero esta vez lo desconocido está en nosotros mismos, en nuestras relaciones, en nuestros intentos casi siempre torpes por comunicarnos, por ayudarnos, por entendernos", dijo a LA NACION Schweblin, radicada en Berlín desde hace dos años y medio, a propósito de la singularidad de sus relatos.
Mundos propios
Si bien las tramas de los cuentos de Siete casas vacías no tienen conexiones, Schweblin reconoce un aire de familia entre todo ellos. "Trabajé cada cuento pensando en un mundo único, pero me doy cuenta de lo cercanos que son estos cuentos en sus climas, sus temas, y hasta las búsquedas que tienen los personajes. Sí creo que, en este sentido, de todos mis libros de cuentos éste es el que más conexiones y vínculos tiene entre las distintas historias."
Nacida en Buenos Aires, Schweblin publicó su primer libro, El núcleo del disturbio, en 2002, y ya entonces ganó los premios Haroldo Conti y del Fondo Nacional de las Artes.
Fue sin embargo el siguiente libro, Pájaros en la boca (2009), el que, como se suele decir en inglés, ubicó a Schweblin "en el mapa": el volumen no sólo fue distinguido con el Premio Casa de las Américas, sino que también se lo tradujo a trece idiomas. Su único desvío del cuento, el género predilecto de la escritora, fue la nouvelleDistancia de rescate, de 2014.
Pero el territorio de Schweblin sigue siendo el relato breve, concentrado, y no es casual que de Abelardo Castillo a Adolfo Bioy Casares los escritores que más admira hayan sido maestros de ese género, aunque no necesariamente les deba demasiado a ninguno de los dos.
Para Nettel, el universo de los cuentos de Schweblin evoca más bien al del cineasta David Lynch, y Neuman, por su parte, habló asimismo de la "tensión incomparable" de sus relatos. Pero semejantes elogios, y el premio mismo, salvo por la obligación de "salir de la cueva", no parecen modificar el rumbo de una poética que debe volver a formularse cada vez que se sienta a escribir.
"Es cierto, cada libro es una nueva apuesta, y a la vez cada libro me deja siempre en un lugar distinto, irremediablemente más exigente. Se trata por supuesto de una exigencia que yo misma me impongo, más allá de los premios o la crítica. Y empiezo a darme cuenta de que a veces esto puede ser un problema. Cuando un nuevo libro se cierra y hay que empezar otra vez a escribir desde cero, cuando ya no tengo claro qué quiero contar ni cómo ni por qué, esa sensación atlética que se tiene en las últimas lecturas de un manuscrito se esfuma por completo, y vuelvo a sentirme una escritora torpe e inexperta."
Samanta schweblin
Buenos Aires, 1978
"Siete casas vacías es un libro que continúa poniendo la lupa en lo insólito y lo anormal, pero en un mundo real y cotidiano, sin ningún guiño fantástico"
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