Los cinco girasoles de Van Gogh: diferencias y significados de los cuadros con flores que se exponen en el mundo
El óleo que dos jóvenes ambientalistas vandalizaron hoy en Londres es uno dentro de una serie célebre que pintó el holandés; dónde están los otros y qué quiso decir el artista
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Que dos manifestantes ecologistas arrojaran esta mañana una sustancia que parecía sopa de tomate sobre el cuadro Los girasoles (1888) de Vincent Van Gogh en la National Gallery de Londres no sólo estremece sino que también genera impotencia.
Entre 1888 y 1889 en Arles, en el sur de Francia, Vincent van Gogh pintó varias versiones de una las obras más famosas jamás realizadas. Los cinco cuadros pertenecen hoy a diferentes colecciones de museos en el mundo: la National Gallery (Londres), el Museo Van Gogh (Ámsterdam), el Museo de Arte de Filadelfia, la Neue Pinakothek (Munich) y el Museo de Arte Seiji Togo Memorial Sompo Japan Nipponkoa (Tokio).
A lo largo de sus diez años de carrera, el neerlandés creó estas flores tan emblemáticas repetidamente en diferentes disposiciones y escenarios. Hoy se pueden ver, por ejemplo, las versiones que se exhiben en Filadelfia y Munich, con fondos turquesa a diferencia de las otras tres, que lo tienen amarillo. Van Gogh dibujó el jarrón, las flores, la superficie de apoyo y el fondo de un modo sencillo, en gran medida plano. El tono celeste del fondo –que las vuelve notoriamente distintas— hace que los ocres se vean más rutilantes.
Para el artista, los girasoles representaban “gratitud” (así lo escribió en una de sus cartas). Las flores se asemejan al sol, que él entendía como símbolo de la vida y que también incluyó en algunas de sus obras. Le atraían las formas, los colores y la alegría de estos ejemplares tan modestos. Y asociaba su amarillo con Cristo, a quien consideraba la luz del mundo.
Recordemos que para el artista esto tiene un interés especial. Desde 1875, cuando se fue a París, Van Gogh cultivó cada vez más su pasión religiosa. Con 24 años, decidió que lo suyo era la teología. Viajó a Bélgica para trabajar en una misión como predicador laico. En Borinage, se despojó de todas sus pertenencias, vivió con los mineros y sus familias, compartió su pobreza y hasta durmió en el suelo. Su entrega fue tan extrema que en esa región lo llamaron “El Cristo de la mina de carbón”.
Uno por uno, todos los girasoles
Van Gogh pintó en total cinco lienzos con girasoles en un jarrón; con tres tonos de amarillo y nada más, demostró que era posible crear una imagen con variaciones de un mismo color sin que perdiera fuerza elocuente. Todas las obras están firmadas en el jarrón que contiene las flores, excepto la pintura que pertenece al museo de Tokio.
Colgó los dos primeros en la habitación de Paul Gauguin, cuando fue a vivir con él durante un tiempo en la Casa Amarilla. Gauguin quedó impresionado por los girasoles, que le parecieron “completamente Vincent”. Como Van Gogh ya había pintado una nueva versión durante la estancia, Gauguin le pidió una como regalo. El artista se mostró reacio a obsequiársela. Más tarde realizó dos copias sueltas, una de las cuales se encuentra en el Museo Van Gogh de Holanda.
Si bien la principal diferencia radica en el fondo turquesa y en la cantidad de girasoles (hay piezas de 12 y otras de 14), los más populares son los de fondo amarillo, como el que hoy fue vandalizado en la sala 43 de la galería ubicada en Trafalgar Square, en Londres. En este óleo, con predominio de terrosos y dorados, y toques verdes, el artista representa catorce flores en el recipiente.
El Museo Van Gogh, que posee la colección más completa de obras del genio neerlandés de todos sus periodos y también tiene en custodia la mayoría de sus cartas), decidió en 2019 que sus girasoles no saldrían más del museo. Desde la institución señalaron que los pigmentos de la pintura son sensibles a las vibraciones y los cambios de humedad y temperatura. Solo seis veces dejó el país; la última en 2014, cuando fue colgado en la National Gallery junto con su gemelo.
El ejemplar que integra la colección del Museo de Arte Seiji Togo Memorial Sompo Japan Nipponkoa probablemente fue pintada entre finales de noviembre y principios de ese diciembre de1888 cuando el artista vivió con Gauguin. La hizo basándose en la primera versión, de agosto de ese año, que ahora pertenece a la colección de la National Gallery. “Aunque el color y la composición básicos de la versión de Tokio son los mismos que los de Londres, las pinceladas y los tonos de estos dos cuadros son ligeramente diferentes. Esto sugiere que Van Gogh trabajó en este cuadro con muchas consideraciones, en lugar de hacer una mera copia”, señala el museo en su página web.
En cambio, la obra que se encuentra en el Museo de Arte de Filadelfia data de 1889. En el museo se consigna que Van Gogh creó “esta luminosa imagen de girasoles de memoria, en pleno invierno”. En una sola semana pintó cuatro escenas con flores, incluido el lienzo de doce girasoles sobre fondo turquesa que ahora se encuentra en Alemania. “Este cuadro—explican desde el museo— es una variante de la obra que se encuentra en Múnich. Lejos de ser una simple copia, es una nueva interpretación que da a cada flor una marcada personalidad”.
Pintó la versión en posesión de la Neue Pinakothek también para decorar su estudio en Arles, donde recibió Paul Gauguin con entusiasmo, pero la convivencia derivó en una pelea que lo afectó profundamente y lo llevó a amputarse la oreja. “Las formas sencillas y el gran colorido se remontan a las sugerencias de los grabados japoneses, permitiendo asimismo percibir las relaciones con los llamados Cloisonismos [un estilo de pintura postimpresionista donde se utilizan colores planos, con contornos oscuros silueteados y perfectamente delimitados] del círculo de Gauguin. El modo en el que van Gogh concebía en un sentido amplio el sur de Francia como «Japón», donde era posible una vida feliz, también lo reflejaban Los girasoles”, señala en su página el Neue Pinakothek de Munich.
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