Los cien años de Conrado Nalé Roxlo
Poeta y humorista, dramaturgo y narrador, evocador de memorias propias y empuñador de plumas ajenas, el delicioso Chamico es recordado a cien años de su nacimiento.
EN una vieja casa de la calle Soler, en Palermo Viejo, acunado por los últimos ecos del carnaval, nació hace cien años Conrado Nalé Roxlo, segundo hijo de uruguayos descendientes de franceses y españoles. Menudo, de rostro delicado y gesto firme, observó, con mirada festiva no exenta de ironía, el mundo a través de los cristales de sus anteojos y del humo del cigarrillo que nunca abandonaba. Gozó de una infancia y de una adolescencia libres al lado de una madre imaginativa, un hermano cómplice y una abuela fuerte y alegre. A los quince años, en la Avenida de Mayo, se encontró frente a frente con su ídolo, Rubén Darío, pero no se atrevió a saludarlo. La temprana muerte del padre lo obligó a trabajar desde muy joven y así a los diecisiete años vio de cerca los diferentes tipos de la picaresca criolla que luego llevaría a la narrativa.
En aquel tiempo empieza a frecuentar las tertulias literarias y conoce a Roberto Arlt, del que será amigo fraterno. Tanto, que cuando Nalé, llevado por su destino, se emplea en Posadas como cajero de un almacén de ramos generales, son las extensas cartas de Arlt (treinta y ocho carillas escritas en papel de envolver con letra apretadísima) las que lo mantienen en contacto con la civilización y la literatura. En Posadas enfrenta un mundo cruel: el de la pobre gente explotada, despojada y reducida a la esclavitud por patrones brutales y despiadados. Por compensación, conoce a Julio Sanders, entonces desconocido y más tarde famoso autor del tango Adiós, muchachos .
El exilio misionero dura poco y Nalé vuelve a Buenos Aires. En la Facultad de Filosofía y Letras asiste a las clases de los maestros de la época: Ricardo Rojas, Alejandro Korn... Esto ocurre en 1921. Nalé vive con su madre y su hermano menor, se gana la vida como traductor del francés y escribiendo poemas por encargo. Una mañana, después de una noche agotadora en cuyo transcurso compuso para la revista Insurrexit una larga composición que no ha quedado para los goces de la fama, "Canto a Rusia", escribió de un tirón un soneto, casi en seguida famoso, "El grillo". Este poema junto con otros de igual calidad y frescura integró un libro ganador en 1923 del premio de la editorial Babel. (El jurado estaba formado por Lugones, Capdevila y Arrieta.) La primera y segunda ediciones de El grillo se agotaron rápidamente. Según Luis Emilio Soto, "fue un libro de afirmación vital, un deslumbramiento espontáneo y jubiloso". Y Horacio Armani escribió: "El recuerdo de Heine flota sobre esta poesía a veces clara y luminosa y otras veces traspasada de una sombra dramática, pero siempre musical y de límpida interpretación".
Los años de El grillo son aquellos en que Nalé, hombre fino, encantador, ingenioso y querido, se reúne con los jóvenes intelectuales de la ciudad en El Almacén de la Cueva, fondín rebautizado por ellos "El Puchero Miserioso", ya que por 50 centavos se podía comer un suculento puchero con pan, vino y café. Un año después, en La Rioja, conoció y se enamoró de Teresa de la Fuente. Se casaron en 1925. Empezó a trabajar en el diario El Mundo y fue asiduo colaborador de Crítica . Bajo el seudónimo de Chamico produjo una profusa obra de cuentos de carácter humorístico. Trabajó en el periodismo y en la literatura incansablemente y fue uno de los escasos escritores argentinos que logró vivir de sus escritos.
Su novela Extraño accidente trata la historia de un hombre que debe morir pero que no puede hacerlo porque ha perdido el alma, y su ángel de la guarda llega a la tierra para ayudarlo a encontrarla. Escribió la biografía de Alfonsina Storni y una deliciosa Antología apócrifa donde se codean Góngora con Alejandro Dumas, Charles Dickens con Victor Hugo, Kipling con Borges; en fin, son treinta y tres fragmentos titulados "A la manera de...", en los cuales desfilan grandes escritores con sus temas preferidos y sus tics usuales.Varias veces obtuvo el Premio Nacional de Teatro por piezas inolvidables: Una viuda difícil , La cola de la sirena , El pacto de Cristina .
Entre las treinta y tantas obras que publicó, las deliciosas memorias de infancia, juventud y edad viril aparecidas originalmente en forma de folletín semanal en el diario El Mundo , bajo el título de Borrador de memorias , además de ser encantadoras, evocan un mundo y un país desconocidos para nosotros.
Su obra poética comprende sólo tres libros: El grillo , Claro desvelo y De otro cielo . Y, sin embargo, hoy que la poesía sufre el vacío de un tiempo aparentemente sin destino, los versos de Nalé Roxlo vuelven a la memoria como un resplandor en el crepúsculo:
"Va la sirena muerta por el río / con una flecha al corazón clavada, / y desde la ribera desolada / mis lágrimas la siguen por el río. / Mía no fue, pero fue un sueño mío. / ¿Quién la devuelve al mar asesinada? / ¿Por qué pasa ante mí, muerta y dorada? / ¿Dónde perdió su corazón y el mío? / ¿En qué arrecife de coral distante / irá a encallar su frágil hermosura? / Con ella encallará mi sueño amante. / Y del dardo mortal la pluma oscura / indicará en la tarde al navegante / que allí tiene la mar más amargura".
María Esther Vázquez
(c)
La Nacion