Los bancos con onda de Pablo Reinoso llegaron al verde de los jardines Elíseos
A pedido de Hollande, la nueva obra del artista argentino, construida a partir de las mismas vigas que usaba Gustave Eiffel, comparte hoy con Rodin un círculo privilegiado
PARIS.- Pablo Reinoso saboreó como observador lo que hoy le toca vivir como protagonista. Fue en 1982, cuando trabajaba en un taller en Pietrasanta, en la Toscana, lugar que el escultor checo Ivan Theimer eligió para crear una obra que sería instalada en el palacio del Elíseo, sede de la presidencia francesa. El muy joven Reinoso contemplaba el proceso de producción, se preguntaba cómo un escultor logra acceder con un proyecto hasta un espacio presidencial y lo consideraba el súmmum.
La respuesta le llegó 35 años más tarde. Su obra Racines de France (Raíces de Francia) está instalada en los jardines del Elíseo. Esos mismos donde François Hollande se reúne con ministros y adonde sólo llegan quienes trabajan con el presidente o fueron especialmente invitados. Desde el balcón de su despacho, en el primer piso, Hollande tiene vista directa a la creación de Reinoso, autor de la famosa serie Spaghetti Bench, entre otras esculturas con "garabatos" y "firuletes". Ahora son dos bancos de hierro, construidos a partir de las mismas vigas que usaba Gustave Eiffel, los que se despliegan con gran libertad y movimiento hacia ambos lados de la explanada por la que se baja hacia el jardín de dos hectáreas. Sólidas, las raíces de Reinoso se convierten también en sostén a los escalones y dan dinamismo al espacio verde.
El argentino pasa a formar parte de un círculo muy cerrado. En el palacio hay tapicerías, relojes, cuadros y objetos de la historia, pero hasta ahora sólo cuatro esculturas: un bronce de Rodin, un mármol de Arman, una de Henri Laurens (las tres, en el interior de los salones) y la de Theimer.
Hollande y Reinoso se conocieron durante la visita oficial del presidente francés a la Argentina, en febrero. El artista formaba parte de la comitiva de argentinos residentes en Francia que lo acompañó durante el viaje, junto con Antonio Seguí, Alfredo Arias, Eduardo Makaroff, Alicia Dujovne Ortiz y Mauro Colagreco, por citar algunos. Entre todos, incluido el presidente, se forjó un vínculo que se mantiene desde entonces. Fue allí donde Hollande descubrió un proyecto que Reinoso preparaba para la embajada de Francia. Quedó encantado con lo que vio, lamentó que la obra estuviera tan lejos para verla y Reinoso le propuso crear una nueva para el palacio francés. "Es una persona extremadamente abierta, simpática y accesible. Todo lo que me dijo que iba a hacer, lo hizo. Contrasta con la baja opinión pública que tiene en Francia. Y sabe mucho sobre la historia de la Argentina, nos preguntaba de todo, de Yrigoyen al peronismo", cuenta el artista a LA NACION. Un mes más tarde, Reinoso se paseaba por los jardines del Elíseo. "Ya había estado, pero nunca lo había visitado con esa libertad. El jardín es una gran hondonada que va hacia los Campos Elíseos. Y ahí no podía poner nada porque iba a quedar torcido. Hasta que pasé por la terraza y me gustó", agrega. Tomó fotos y medidas y, junto a su equipo, reprodujo el espacio en tamaño real en su taller para calcular la cantidad de hierro. "Más de 200 metros lineales", precisa.
La segunda cita, en la que Reinoso le presentaría los dibujos y el proyecto al presidente, tardó en llegar. La espera le parecía infinita. El equipo de la fundición de Coubertin, con quienes trabaja desde hace más de diez años, le preguntaba todos los días si ya había hablado con el presidente. Pero la paciencia valió la pena. Cuando se reencontraron, en mayo, a Hollande le encantó el proyecto. Fue el "visto bueno" como dice el artista, y enseguida empezó a producir. Le agregó a los bancos elementos simbólicos de la República: un olivo y un roble, que representan la paz y la fuerza y justicia, y una fecha, el 14 de Julio, día de la fiesta nacional francesa. Aunque no siempre le gusta titular sus obras, y a veces tarda en encontrar lo que busca, esta vez se impuso: Raíces de Francia llegaba para celebrar las múltiples vertientes de las cuales el país extrae su dinamismo, su renovación perpetua, un instrumento de apertura al mundo.
La idea era instalarla e inaugurarla el mismo 14 de Julio, aunque por cuestiones de seguridad y de agenda le habían dado fecha para el 20. En el medio ocurrió el atentado de Niza. "Fue muy fuerte. De repente, la obra pasó a ser no sólo un objeto escultórico que testimoniaba un encuentro y una amistad sino también un símbolo de testimonio de la masacre", confiesa Reinoso, que estaba cerca de esa ciudad al momento del ataque. La inauguración fue muy íntima, con el presidente rodeado por el artista y su familia, las 18 personas que trabajaron con Reinoso, y cuatro amigos cercanos y galeristas. Fue una tarde de risas, de disfrute y de elogios a la obra, que se inscribe como un complemento del edificio, con unos rulos algo más exuberantes que coinciden con el estilo de la puerta de entrada art deco.
Para Reinoso, hay una parte emotiva muy fuerte: "Las obras site specific tienen que encontrar una resonancia con el lugar y con la historia. Esta vez, el súmmum es el símbolo. Tengo un apego muy fuerte con la idea de democracia. La considero difícil de conseguir, frágil, inestable, necesaria. Reforzar esos símbolos me parece muy importante". En este jardín, su obra se convierte en lugar de encuentro, de intercambio, donde apoyarse para conversar y reflexionar en el corazón del palacio del Elíseo. Sus raíces democráticas descansan tranquilas.
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