Los autores más perjudicados por la copia ilegal de libros
Gregorio Klimovsky, Guillermo O´Donnell y Mario Bunge encabezan la nómina
Sigmund Freud y Greogorio Klimovsky encabezan la lista de autores extranjeros y nacionales más perjudicados por el fotocopiado ilegal de libros, una práctica extendida particularmente en el ámbito universitario.
Así lo determinó la Cámara Argentina del Libro, a partir del relevamiento de datos surgidos de los allanamientos judiciales realizados en distintos locales dedicados a la comercialización de libros fotocopiados ilegalmente.
La expansión de esta modalidad, tipificada como delito por la ley 11.723, de propiedad intelectual, perjudica a los autores en el cobro de los derechos que les corresponden por la publicación de la obra. En muchos casos dejan de percibir entre un 40% y un 60% de lo que les corresponde, estimó el afectado Klimovsky, en diálogo con LA NACION.
En los últimos seis años, la Cámara del Libro presentó en la Justicia 168 causas por reprografía. A partir de las decisiones de los jueces, se realizaron 150 allanamientos y se secuestraron textos fotocopiados.
Al cotejar los autores nacionales más reproducidos del material decomisado por la Justicia, aparecen, además de Klimovsky, el politólogo Guillermo O´Donnell, el físico y filósofo Mario Bunge, los médicos Eduardo De Robertis y Antonio Brailovsky, los profesores Carlos Enrique Berbeglia (filosofía), Nélida Archenti (ciencias sociales), Luis Aznar (sociología), Hugo Alvarez Natale (ciencia política), Néstor García Canclini (filosofía), la pedagoga Adriana Puiggrós, la ensayista Beatriz Sarlo y el semiólogo Eliseo Verón, en una larga lista.
Entre los autores extranjeros, en tanto, encabezan la nómina Sigmund Freud, Karl Marx, Anthony Giddens, Michel Foucault, Gilles Lipovetsky y Karl Popper.
La preocupación por el excesivo uso de las fotocopias se da en un momento crítico para el mercado editorial. Según fuentes del sector, el primer cuatrimestre de este año las ventas cayeron en un 60 %y la publicación de nuevos títulos disminuyó un 40 por ciento: pasó de 4700 obras editadas en el primer cuatrimestre anterior a 2500 en el correspondiente al año actual.
El hábito universitario
El informe señala que Paidós es la editorial más afectada por esta práctica. En segundo lugar aparece Eudeba, la editorial de la Universidad de Buenos Aires (UBA). El dato aporta una curiosidad, dado que esta práctica muy expandida entre los estudiantes universitarios se lleva adelante en muchos casos en locales de las propias facultades.
"Es poco frecuente entrar en una universidad y encontrarse con un joven con libros bajo el brazo. La mayoría lleva carpetas y apuntes", advirtió el presidente de la Cámara Argentina del Libro, Rogelio Fantasía, al comentar un fenómeno que describió como preocupante.
Fantasía desestimó la teoría de que el uso excesivo de las fotocopias responda exclusivamente a la crisis económica. "Los abusos se dan tanto en las escuelas públicas y universidades estatales como en las instituciones privadas, donde los estudiantes pagan cuotas mensuales de 300 a 1000 pesos."
Una encuesta realizada el año último por el equipo jurídico de la Cámara Argentina del Libro en 500 escuelas estatales y privadas de las ciudades de Buenos Aires y Córdoba mostró que la población es consciente de que la práctica es delictiva, pero igual la realiza.
Así, el 93,5% declaró que sabe que el delito de fotocopiar libros está sancionado con una pena de hasta seis años de prisión.
El 42,5 % de los consultados admitió que las fotocopias las realizan dentro del establecimiento y el 95% de los directivos de las escuelas porteñas reconoció que reproduce libros o utiliza fotocopias parciales para el dictado de las clases.
Más allá del perjuicio económico, Fantasía sostiene que el auge de las fotocopias refleja un grave problema cultural y de relajamiento de la educación, porque deja de estimularse la lectura de libros.
Entre los factores que alimentan la tendencia del fotocopiado de libros, señaló "la permisividad del Estado y el clientelismo de los centros de estudiantes, que muchas veces ofrecen este servicio como fuente de financiamiento de la actividad política".
También señaló falencias en la formación del personal docente. "Muchas veces los profesores no se actualizan y siguen recomendando textos que están agotados", explicó, con desagrado.
Muerte del libro
- Como parte de una campaña contra el fotocopiado ilegal de textos, la Cámara del Libro intenta desterrar este hábito, empezando por los más chicos. Por eso, en la 13a. Feria del Libro Infantil y Juvenil, que concluyó con gran éxito hace pocos días, la institución instaló un ataúd con una corona de flores con la leyenda: "Aquí yace muerto el libro. Lo mató la fotocopia".
Klimovsky: hay que reforzar las sanciones
"Estoy en buena compañía, pero tengo una sensación ambigua: no sé si llenarme de orgullo o de preocupación", comentó, sorprendido, el epistemólogo Gregorio Klimovsky, cuando LA NACION le leyó la lista de autores nacionales perjudicados por la piratería editorial, según la Cámara Argentina del Libro.
Convencido de que la práctica extendida del fotocopiado de libros burla la vigencia de los derechos de autor, admitió que se trata de "un problema bastante difícil de evitar". Pero no tiene dudas de que "el autor está perjudicado por esta práctica".
Klimovsky comentó que en algunas bibliotecas y universidades de los Estados Unidos existe un servicio de fotocopias de los libros que poseen las instituciones. "Pero cuando el estudiante o el docente encargan la fotocopia, en la factura se incluye y se paga el importe correspondiente al derecho de autor", explicó, al transmitir una idea que podría aplicarse en nuestro medio.
Klimovsky experimentó un episodio curioso en relación con este tema. "Fui citado por el juez para atestiguar que era el autor de un libro, porque en un allanamiento en un depósito de fotocopias habían encontrado 1500 ejemplares de Las desventuras del conocimiento científico , que escribí en 1994", relató el investigador y profesor emérito de la Universidad de Buenos Aires. Otra de sus publicaciones más reproducidas ilegalmente es "La inexplicable sociedad", de 1997.
A Klimovsky también le consta que "en un centro de estudiantes universitario han sacado fotocopias de mis libros. Es una agresión aviesa de una institución que tendría que protegerme", advirtió.
El epistemólogo observó que el fenómeno no está tan expandido en las universidades privadas ("por lo menos no lo hacen en forma organizada en locales de la institución", dijo), con lo que discrepó del presidente de la Cámara del Libro.
Klimovsky comentó una experiencia desarrollada en los Estados Unidos para frenar este tipo de delitos. "Se trata de utilizar en las páginas del libro original un tipo de tinta que no sale copiada cuando se lo expone al tonner de las máquinas fotocopiadoras. No tengo noticia de que haya tenido éxito", dijo.
"La diferencia se percibe desde el punto de vista jurídico: el castigo en los Estados Unidos es bastante más serio que acá. No se conocen en la Argentina condenas de años de prisión, sino multas y decomiso de ediciones piratas. Habría que reforzar las sanciones", comentó.