Lorena González: “El fútbol masculino es un ambiente hostil y muy machista”
La periodista española publicó la novela “Guarda silencio” sobre homosexualidad, salud mental y suicidio en el fútbol; la Argentina ocupa un lugar importante en la vida de la autora y del protagonista de la historia que cuenta en este libro
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El apuro gobierna al fútbol, lo atraviesa la velocidad. Infectado de inmediatez, flota una atmósfera irremediablemente frívola, que le da importancia a las cosas que no la tienen. Hoy un futbolista debe estar tan dispuesto a la lucha grecorromana en cada córner como a viajar en su avión privado, con su peluquero, para recoger un premio. Forma parte de la realidad menos edificante del fútbol actual, un fenómeno que moviliza tantas emociones y tantas audiencias merece ser analizado con una cierta seriedad. Entre otras cosas porque es un espejo de la maraña social. Aunque con códigos propios, algunos que imponen esconder, callar, negar, reprimir. De eso no se habla.
Hasta que alguien rompe el molde y en su primera novela se atreve a escribir sobre la homosexualidad, la salud mental y el suicidio en el fútbol. Si “Guarda silencio” (Plaza&Janés) es valiente, comprometida y llena de humanidad, atrás hay una autora creativa, sensible y curiosa, la periodista española Lorena González, tan preparada para debatir sobre una posición adelantada y tan informada para tener una primicia, como capaz de bucear en temas como el desarraigo, la soledad, los prejuicios y las traiciones que generalmente el fútbol prefiere ignorar. Ella elige ver donde muchos no miran.
-“Guarda silencio” habla de una vida de sombras, discriminación y agobio. ¿Son aspectos que en el fútbol ocupan mucho más lugar del que creemos?
-Sin duda, y aunque estemos hablando de una novela y que su género te permita ficcionar, la verosimilitud con la realidad creo que es notable. Otra cosa es que se hable en el día a día. Pasamos por arriba de esos aspectos, aunque cada vez tenemos más conciencia de la importancia de la salud mental, pero todavía no nos detenemos lo suficiente en el aspecto más humano, en los sentimientos y emociones que hay detrás de esos deportistas. Los protagonistas son futbolistas, sí, pero al bajarlos al campo más mundano, podemos identificar a cualquiera de nosotros. Mientras sigamos situándolos en ese universo paralelo e inalcanzable, no lograremos empatizar con ellos, entenderlos, cuidarlos ni ser justos con ellos. Y sí, definitivamente en cualquier profesión de supuesto éxito y sobreexposición, más contrasta con su lado más sombrío.
La novela habla de Gabriel Baroli, un joven crack argentino contratado por uno de los clubes más grandes de España. La sorpresiva muerte de su padre provoca que Álvaro de la Cruz, el capitán de su nuevo equipo, se convierta en su pilar. Una amistad que, de poco a poco, se transformará en algo más intenso. Y aparece el nudo: Gabriel se debatirá entre esconder la relación o hacer pública su homosexualidad. La estrella humanizada, que conviene con riesgos, condenas, presiones, angustia. ¿Tragedia?
-¿Por qué el futbolista Gabriel Baroli, el protagonista, es argentino? ¿Qué relación tenés con la Argentina?
-Gabriel es cualquiera de esos jóvenes que sueñan con dedicarse al fútbol, dar el salto a Europa y representar a su país en un Mundial. Siempre me pareció un mérito enorme de quienes simplemente lo intentan. Enseguida nos olvidamos del camino que han recorrido hasta llegar ahí, lo que han sacrificado. Gabriel experimenta el más cruel de los desarraigos, con la muerte de su padre de forma repentina. Me recordó lo que le tocó vivir a Saviola, que a los pocos días de llegar a Barcelona recibió la noticia del fallecimiento de su papá. Además, por las condiciones e idiosincrasia de Sudamérica y sus calles, siempre me ha llamado la atención la esencia del futbolista argentino. Lo tienen mucho más difícil que en Europa, también para jugar al fútbol, y lo hacen con ese instinto arrabalero que me encanta. Debo decir que me he topado con futbolistas argentinos que tienen más inquietudes que los españoles, con una sensibilidad especial como la de Gabriel Baroli, que disfruta leyendo, callejeando su nueva ciudad, con el cine... Supongo que las diversas épocas convulsas que sufre Argentina con su política, las crisis económicas, etc., terminan forjando al argentino de un carácter luchador, crítico y superviviente. Hace veinte años empecé a viajar de forma regular a Argentina, y más que sentirla como mi segunda casa, es “mi segunda alma y mi inspiración primera”. Argentina es intensidad y pasión, para lo bueno y lo menos bueno. Es el país más acogedor que he conocido, como lo es Gabriel Baroli.
-Homosexualidad y fútbol masculino siguen siendo un tabú. ¿Es la involución que más desnuda al fútbol?
-Lo que no se cuenta, no se sabe. Y si no se sabe, no podemos reflexionarlo, comprenderlo ni respetarlo. No hay un solo caso de homosexualidad reconocida en el fútbol de primer nivel, y por estadística es imposible que no existan casos. Así que sólo nos queda pensar que hay miedo o reparo para hablarlo públicamente. El fútbol, el mundo que le rodea, las aficiones en los estadios, el vestuario… Son espacios muy viriles, llenos de testosterona mal llevada y es un ambiente hostil y muy machista, donde todos tienen que ser muy machos alfa. Ya el lenguaje es muy machista y homófobo, entonces la homosexualidad parece que aún se relaciona con debilidad o falta de “huevos” para jugar al fútbol. Cada vez se habla de forma más abierta de muchos de los temas tabúes que plantea la novela, pero falta un largo camino por recorrer. Por muchos motivos, los futbolistas siguen prefiriendo no hacerlo público, y creo que es porque no les facilitamos el contexto idóneo para ello. ¿Y por qué deberían reconocerlo? No es un deber como tal, aunque cuando cuentan con tanta repercusión e influencia sobre todo en las generaciones más jóvenes, se puede “usar” ese poder para abrir puertas a los demás.
-Los futbolistas tienen un alcance único. La fuerza de su discurso, en un tema como la homosexualidad, podría derribar paredes. ¿Por qué les cuesta involucrarse en temas que exceden el juego?
-Eso quisiera saber yo, teniendo tanto impacto e influencia, me encantaría ver más contenidos en los que promocionen o difundan organizaciones solidarias, donde ellos se involucren en persona siempre que puedan; donde defiendan los derechos humanos, el respeto y la humildad. Y por supuesto, me gustaría dejar de escuchar que no opinan de política porque no les interesa o no saben… Supongo que es una excusa, espero. Pero debo decir también que durante la última Eurocopa vimos a varios futbolistas franceses que se manifestaron en contra de la ultraderecha en Francia. De inmediato se generó el debate de si los futbolistas deben ceñirse a hablar de fútbol. ¿Por qué? Volvemos a lo mismo… Me hace mucho ruido que la mayoría de las imágenes que vemos de ellos tienen que ver con la ostentosidad. Tienen una herramienta privilegiada para ayudar a que el mundo sea un poquito mejor. No están obligados, pero son libres para hacerlo y ayuda a derribar el estereotipo del futbolista despreocupado que vive en una burbuja donde no sabe lo que sucede en la sociedad.
-¿El desinterés nacerá en que puede traer sus riesgos involucrarse?
-Supongo que sí. Comprendo que se abstraigan públicamente de temas políticos o controvertidos porque pueden sufrir represalias muy graves, ellos y sus familias. O por miedo a las críticas, consecuencias perjudiciales en su imagen, con lo que eso puede conllevar contractualmente… No todos están preparados para recibir esos feroces insultos o para que se les tergiversen sus palabras y actos, y lo entiendo. También están los que viven en un universo desinteresado y egoísta, claro. Eso sí, por lo que he podido ver en muchos casos, luego salen de ahí y cuando adquieren otra madurez y prisma, admiten lo equivocados que estaban.
-¿Competir en la élite se ha vuelto cada vez más estresante entre las redes, la exposición, los medios? Y han sido mujeres, como Simone Biles y Naomi Osaka, las que han alzado la voz.
-Bueno, discrepo un poco. Son numerosos también los nombres masculinos de deportistas que han hablado públicamente de su salud mental, como los futbolistas Iniesta, Morata, Messi también admitió que le hizo mucho bien asistir a terapia; Di María, Buffon, Neymar… El basquetbolista Ricky Rubio, que incluso detuvo su carrera durante un tiempo por ello, el nadador Michael Phelps, el propio Rafa Nadal.
-Definitivamente, ¿la psicología ya es un brazo esencial en el deporte?
-Yo diría que es una de las dos piernas. Si falla una, el deportista no puede ni correr ni saltar. Tampoco un futbolista meter goles. Además, con psicología se ganan partidos: controlando la ansiedad, tomando las mejores decisiones, remontando en situación adversa, perdiendo el miedo, ganando en confianza, manejando la frustración cuando estás siendo derrotado.
-¿Los medios acompañamos estas temáticas?
-Sí, aunque a veces me suena a que estamos cumpliendo con las cuotas que nos marca el cinismo social. Más allá de las modas o de seguir tendencias políticas, creo que poco a poco sí estamos teniendo una función importante, al menos para dar visibilidad. También creo que hoy el periodista cuenta con una mala imagen y se le ha devaluado mucho su profesión. Es importante que en las redacciones nos enseñen a informar de la forma más correcta y responsable en temas tabúes, como el suicidio, del que hasta hace bien poco no se podía hablar ni publicar en los medios, pensando que eso provocaría un efecto contagio. Sin embargo, hemos podido comprobar que hablar salva vidas, y que callando no se estaba solventando el problema. Pero es importante seguir unos parámetros, respetando a la víctima y a sus familias, no contando los métodos para llevarlo a cabo, cuidando las imágenes, no aventurarnos con la causa. Y lo más importante: siempre con un mensaje esperanzador de que se puede evitar pidiendo ayuda. Nunca sabes quién hay detrás de la televisión, quién te lee o escucha.
Lorena González siente el periodismo desde que recuerda y lo ejerce hace bastante más de una década, aunque ella apenas anda por los treinta y pico. Nació y se crió en Barcelona, pero se radicó en Madrid donde actualmente colabora en RTVE, en el programa Estudio Estadio; en la radio Onda Cero, y escribe en Relevo, un diario deportivo on line. ¿Y cómo te ha tratado a vos este fútbol machista?, escucha… “Tengo muchas dudas para responder esta pregunta. Si me la hubieras hecho hace unos años, cuando empezaba, quizás te hubiera dicho que me trata muy bien. Pero con la perspectiva que te da el tiempo, me he percatado de que tal vez normalizaba ciertas situaciones porque era lo que había. Ahora te digo que a mí me ha costado y me sigue costando ejercer esta profesión mucho más que a un hombre. Y si nos dan cabida, también tenemos que escuchar que es por cumplir con la presencia de mujeres en los medios y no por meritocracia. Esa es la constante. Aun hoy escucho que consigo trabajos por ser una enchufada del jefe, por pasar por la cama de algún director, por mi físico… Que consigo entrevistas o noticias porque me acuesto con los futbolistas…”.
-¿Cómo se sobrelleva esa violencia?
-Creo que necesitas tener las cosas muy claras y contar con mucha contención de los tuyos. No es fácil. La autoexigencia, al menos en mi caso, es demasiado grande. Como si cada día tuvieras que demostrar, el doble que un hombre, por qué estás ahí. Además, la credibilidad nos cuesta ganarla mucho más, necesitamos más tiempo. Estamos continuamente examinadas, y ante cualquier error, se nos cuestiona y ataca de forma muy cruel. Cuesta también más el perdón. Mi sensación es que cada día empiezo de cero en la profesión. Por suerte hace mucho que puedo ejercer el periodismo de forma independiente, colaborando con distintos medios, viajando y eligiendo bastante mis contenidos, pero el precio a pagar por esa libertad es el de una tremenda precariedad.
-¿Qué culpa tenemos los medios?
-Cuando hablamos de igualdad de género en el periodismo deportivo, en este caso, nos referimos a la igualdad de oportunidades y condiciones según los méritos y la capacidad que tengamos como periodistas, no por ser hombre o mujer. Es decir, no estoy de acuerdo con igualar el número de mujeres en el periodismo para cumplir con la cuota. De por sí ya son muchos más los varones que se dedican al periodismo deportivo, pero si lo merecemos, ¿por qué no hay mujeres dirigiendo un medio o un programa de radio deportivo? ¿Por qué cuesta encontrar mujeres analizando fútbol? ¿Por qué nuestros roles son casi siempre los mismos y no avanzamos? Eso ya depende de los de arriba, los que mandan, que, por cierto, suelen ser hombres también.
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