Llega al Malba el legado de John Baldessari, un “artista influencer” que enseñó otras formas de mirar
El miércoles abrirá su primera exposición panorámica en Sudamérica; reúne 45 pinturas, fotografías e instalaciones pertenecientes a la colección del desarrollador estadounidense Craig Robins
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Alguien apuntaba el dardo hacia el mapa de Los Ángeles, y el lugar donde impactara se convertiría en el destino al que la clase iría ese día con sus cámaras de fotos. Podía ser el Museo de Cera de Hollywood o el cementerio Forest Lawn. Ese era “uno de los trucos” de John Baldessari para introducir a sus alumnos en “el sentido más amplio de la cultura”, según reveló en una entrevista con Christopher Knight en 1992. Para entonces ya se había convertido en una leyenda por formar a varias generaciones de artistas durante casi dos décadas en su célebre curso llamado Post-Estudio en el Instituto de las Artes de California (CalArts), fundado por Walt Disney.
También por ser uno de los pioneros del arte conceptual, como lo reflejará la muestra que abrirá al público el miércoles en Malba. El fin de la línea se titula su primera exposición panorámica en Sudamérica que reúne 45 pinturas, fotografías e instalaciones pertenecientes a la colección del desarrollador estadounidense Craig Robins. Entre ellas la famosa pintura titulada Clement Greenberg (1966/68), que no realizó con sus propias manos: consiste en una cita del influyente crítico, recreada sobre la tela por un letrista a quien encargó el trabajo.
Esas palabras negras que parecían “muertas” estaban destinadas a “ridiculizar los dogmas de la crítica de arte modernista. En 1968, Baldessari la envió para su consideración en la Sexta exposición anual de California del Sur, en el Museo de Arte de Long Beach, donde fue rechazada por su curador, el propio Greenberg”, explicó a LA NACION Karen Grimson, curadora de la muestra del Malba. Fueron esas “pinturas de texto”, agrega esta experta que también tiene a su cargo la colección de Robins, las que introdujeron sin embargo a Baldessari al circuito principal de galerías: se incluyeron en sus primeras muestras individuales en Los Ángeles y en Nueva York, en 1968 y 1970.
Otro hito en su carrera se marcaría este último año, siete después de que Marta Minujín hiciera algo similar con La destrucción en París. Para su Proyecto cremación, el artista decidió quemar más de 120 pinturas en su poder que había realizado entre 1953 y 1966, y que consideraba “prematuras e insignificantes”. “Baldessari publicó una declaración jurada en el periódico local en la que anunciaba la cremación –explica la curadora-, juntó parte de las cenizas en una urna, y comenzó a producir obra nueva con los restos de la quema”.
Igual de radical fue su respuesta en 1971, cuando la Facultad de Arte y Diseño de Nueva Escocia lo invitó a exhibir su trabajo. Como la universidad no tenía los fondos para que Baldessari viajara a Halifax, el artista propuso que los estudiantes de arte locales participaran en lo que llamó una “pieza de castigo”. Debían escribir a mano la frase “No haré más arte aburrido”, del piso al techo, sobre las paredes de la galería durante los diez días que duraba la exposición. Él mismo envió una página manuscrita con la frase, y grabó su propia versión en video. La tecnología disponible en CalArts le permitió comenzar a experimentar con otros medios de expresión.
Entre quienes asistieron a esa histórica performance se contaba la artista canadiense-americana Dorit Cypis, quien más tarde se convertiría en alumna y amiga de Baldessari. “Casi todas las veces que iba a ver a John a su estudio, en los 70 y principios de los 80, lo encontraba sentado en su propio espacio íntimo, con papel y lápices de color, tijeras, revistas, arrancando fotografías –recuerda esta última en una conversación con su colega argentino David Lamelas, reproducida en el catálogo de la muestra del Malba-. Estaba armando cosas, buscando combinaciones que perturbasen cualquier significado o idea preconcebida sobre algo. Eso era un aspecto central y clave en su obra, del principio al fin: desplazar las expectativas de significado en relación con una palabra o una imagen. Pero también en relación con las emociones”.
“Era genial –coincide Lamelas, que también fue su amigo y dice haberlo frecuentado mucho en los años 80-. John siempre estaba haciendo bromas sobre todo lo que decíamos. Decididamente, no era aburrido. No solo era un artista; era un influencer, como se dice ahora, una persona que influyó en diferentes generaciones de artistas en Los Ángeles. Creó muchas estrellas”.
Algunas de ellas fueron Tony Oursler, Mike Kelley, David Salle y Analía Saban. Además de ser su alumna y amiga, esta argentina radicada en Los Ángeles integra la John Baldessari Family Foundation, y el miércoles a las 18 ofrecerá una charla en Malba junto con Grimson. “En la universidad, su lección fundamental era la de cómo aprender a mirar -recuerda Saban-. Tal como su padre se había dedicado a juntar y revender madera, clavos y ladrillos, John recogía readymades de los mundos de las artes visuales, el cine, la música y la literatura. Los podía recortar, aislar, reutilizar y recontextualizar logrando nuevas imágenes y significados, o desafiando al espectador a sacar sus propias conclusiones”.
La muestra del Malba incluye la última obra que realizó meses antes de morir, en 2020, a los 88 años. Allí se recrean las siluetas de dos muebles y una de sus patas sobre la frase: “El espacio entre dos patas de mesa”. “Él decía que lo que hay que mirar no son los objetos –explica Grimson-, sino el espacio entre ellos”.
Eso ya se percibía en otra de las piezas exhibidas: Lanzando tres pelotas al aire para obtener una línea recta, una serie de fotografías tomadas en 1973 que formaron parte de su muestra individual de 1974 en el porteño Centro de Arte y Comunicación (CAyC). “Cincuenta años más tarde –señala la curadora-, la obra de Baldessari regresa a la Argentina, ampliada en una presentación monográfica con una perspectiva integral de la trayectoria excepcional de un artista que quebró fronteras, disputó lo dado y, en el camino, reinventó la línea”.