Límites de una vida anfibia
Mariano Giraud presenta en Praxis su muestra Natural
Los pechos cuelgan, enormes e irregulares, sobre el vientre obeso. La mujer mide once centímetros de alto y tiene unos 25.000 años de edad. Tallada en piedra en la era Paleolítica, fue encontrada a orillas del Danubio a comienzos del siglo XX; hace una década inspiró una escultura de Jeff Koons que acompañó una edición limitada de champagne francés y hoy, reproducida en plástico, preside un tótem de la fertilidad instalado por Mariano Giraud en pleno centro porteño. Esa figura, que llegó hasta nuestros tiempos desde los orígenes de la cultura humana, simboliza lo que para este artista de 36 años es el propósito de la vida: replicarse. "A como dé lugar: asociándose con otros o comiéndose a otros", dice sin vueltas en la galería Praxis, rodeado de las obras que conforman Natural. Una muestra en la que lo orgánico y la tecnología se unen para crear nuevas especies.
A diferencia del resto de los objetos de la exposición, nacidos de la nada en una computadora, la Venus de Willendorf sobrevivió a las fuerzas de la naturaleza y encontró protección en el Museo de Historia Natural de Viena, donde fue escaneada. Esa información, disponible en Internet, se usó para recrear la pieza con sus proporciones exactas al otro lado del mundo y colocarla en la punta de esta pirámide que representa la forma "imparable, incontrolable" en que la vida busca abrirse camino. Entre esas formas, a Giraud le atraen en especial las teorías que hablan sobre su origen cristalino. "Los cristales respetan una de las premisas que tiene la vida, que es copiarse a sí misma –explica–. Lo que no hacen es separarse después."
¿Dónde está el límite entre lo que vive y lo que no? El artista juega a cruzar esa frontera con ayuda de su fetiche, una impresora 3D como la que mostró en acción junto con Alfio Demestre durante la última edición de arteBA. Desde la semana próxima estará presente también en El museo de los mundos imaginarios, exposición curada por Rodrigo Alonso en el Museo de Arte Contemporáneo de Mar del Plata.
Fanático de la tecnología y de las historietas de ciencia ficción, de donde tomó los colores plenos, el artista explica por qué ese robot no es como cualquier otro. "La impresora que uso es parte de un proyecto llamado RepRap: muchas de sus partes están impresas con una impresora anterior. Es un replicante; si yo quisiera podría hacerla tener descendencia. En algún sentido, si se la puede definir como un ser que puede autorreplicarse con la ayuda de un ser vivo, es bastante parecida a un virus."
Cráteres lunares, un cohete y una nube producida por la bomba atómica conviven con pulpos, carneros y títeres que, también, necesitan de la ayuda humana. Gran parte de este mundo alucinado nace de una esfera con apariencia de arcilla en una pantalla, gracias a una tableta sensible a la presión del trazo y a un programa similar a los que usan en Hollywood para crear realidades paralelas. Pero también está el camino inverso. Antes de realizar videos como el que se exhibe en Natural, sobre el ciclo vital protagonizado por un hombre, un tigre, cristales y una rata muerta, el artista fotografía los objetos reales desde todos los ángulos y luego los reconstruye como un objeto tridimensional. "Nací con las computadoras y estudié pintura en la Pueyrredón –concluye Giraud, uno de los fundadores del colectivo Oligatega Numeric–. Así que, para mí, el pasaje de lo digital a lo físico y de lo real a lo digital es lo mismo. Soy anfibio."
Ficha. Natural de Mariano Giraud en Praxis (Arenales 1311), hasta el 15 de agosto.
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