Liliana Porter: "Tenemos que defender nuestra identidad"
La artista argentina participa de tres muestras en Los Ángeles en el marco del proyecto Pacific Standard Time
LOS ÁNGELES, CALIFORNIA.- El retrato de una joven Liliana Porter ocupa toda la vidriera del Museo Hammer, sobre el bulevar Westwood, en Los Ángeles. La artista argentina, radicada en Nueva York desde 1964, tenía apenas 32 años cuando se tomó esa foto y dibujó parte de un rectángulo sobre su cara. El resto la figura lo completó sobre la pared, de manera que su unidad es una ficción que depende del punto de vista del que mire.
Sin haber sido buscado por la artista, ese sutil punto de quiebre cobra fuerza simbólica en este momento de gran tensión entre Estados Unidos y sus vecinos del continente. Esa obra forma parte de una de las decenas de muestras que integran el proyecto Pacific Standard Time LA/ LA, que comienza mañana en el sur de California con foco en el arte latinoamericano. Esta edición comenzó a organizarse hace cuatro años, cuando era impensado ver a Donald Trump convertido en presidente. Pero parece inaugurarse en el momento más oportuno, mientras el gobierno de este país se empeña en construir muros en lugar de puentes.
"Otra de las obras que se van a exhibir en el Hammer es una en la que me dibujaba una línea sobre el dedo. Es una foto de 1973; la línea siguió por el paspartú, hace unos años, y después sobre la pared, en 2017. Pero uno la mira y ve una línea coherente", dice Liliana Porter a LA NACION, recién llegada a Los Ángeles, donde participa en el centro Mak y en el Museo Getty de otras dos muestras en el marco de PST. "Esa obra tiene que ver con la misma idea de cuestionar el tiempo como algo que no es lineal -agrega-. Que el orden de la realidad es más dislocado o, quién sabe, lo dislocado es el orden."
Porter llegó a Estados Unidos en 1964, a los 22 años, en una escala que tenía a Francia como destino. "Era el momento en el que uno pensaba todavía que había que ir a París -recuerda-, pero ya la brújula del arte iba hacia Nueva York." En el "país de las oportunidades" hizo trabajos como los que se exhiben ahora en el corazón de Hollywood: una imagen muestra a Minnie, la novia de Mickey Mouse, tirada sobre un retrato del Che Guevara en un plato de origen cubano.
-Una relación utópica.
-Sí, relaciones utópicas. Todas mis obras son un poco así. Cuando aparece lo político, viene un poco agarrado de lo poético.
-¿Qué significa para vos participar de Pacific Standard Time?
-Hay algo interesante: cuando estaba en la Argentina, me sentía argentina. Pero en Nueva York, me siento latinoamericana. Uno se identifica con la gente de los países latinos. Quizás porque hablamos español, porque tenemos un montón de cosas en común, de historia, una forma de ser... Y también, políticamente, nos define una lucha común. Creo que este megaproyecto tiene que ver con seguir defendiendo nuestra identidad.
-¿Y te parece que es una señal de apertura? Porque es un contraste muy fuerte con las políticas que está impulsando Trump.
-Todo esto se armó antes; los contextos van redefiniendo las situaciones. Pienso que se vuelve un acto político, quizá. Creo que cuando la gente se conoce, se empieza a comunicar. Y cuando no se conoce es cuando se tiene miedo, se ataca, rechaza... Siempre la comunicación es la base de las buenas relaciones.
-¿El PST podría colaborar a que haya más entendimiento entre Estados Unidos y América latina?
-Creo que cada cosa de éstas ayuda. Mucha gente va a ver las exposiciones y al empezar a familiarizarse uno se encariña con lo que se familiariza.
-¿Qué opinás sobre el rótulo "arte latinoamericano"? ¿Le hace bien al arte creado por artistas de la región o lo limita?
-Ana Tiscornia tiene una frase, que yo siempre se la robo: "Mientras haya que defenderse, va a haber que identificarse". Quiere decir que todavía tenemos que decir que somos latinoamericanos, porque no estamos integrados. Es un tema no resuelto, sigue habiendo categorías. Cuando uno llega a Estados Unidos y tiene que llenar un formulario, tiene que elegir entre "asiático, hispano...". Justamente, lo que uno no es, es hispano. Porque vinieron los españoles y nos conquistaron. En todo caso, habría que reivindicar al indígena. Decir que uno es hispano es como rechazar la propia cultura. Me acuerdo de una vez que vinieron norteamericanos al museo a ver mis obras y dijeron: "Tu arte no parece hispánico". Son todos temas a discutir.
-Igual, eso se abrió un poco. Del arte de Frida Kahlo al contemporáneo, la mirada es más abierta respecto del arte creado por latinoamericanos.
-Creo que hoy hay más apertura. Por ejemplo, está la exposición de Hélio Oiticica en el Museo Whitney, y se hicieron las de Torres García, Lygia Clark, Le Parc... Hay un poco más de conocimiento. Pero creemos que hay problemas que están solucionados y no están solucionados. Como el de las mujeres que aborda Mujeres Radicales, la exposición del Museo Hammer. Hay quienes dicen: "No hace falta una muestra de mujeres, porque estamos en la era posfeminista". No es cierto. También se dice: "Ahora con Trump volvemos para atrás". Yo digo: no volvemos para atrás, porque nunca estuvimos adelante.