Liliana Porter: destruir y reparar
Para la exposición inaugural de la nueva sede de Ruth Benzacar, la artista recuperó el piano que había exhibido en el Malba
Escalera al hombro, un balde en la otra mano. El hombre recién llega a trabajar. Sus compañeros ya están concentrados en la tarea: unos emplean máquinas, otros lustran y pintan, varios limpian escombros. Aún queda mucho por hacer para reparar el piano, uno de los compromisos que asumió Liliana Porter en la primera muestra de la flamante sede de Ruth Benzacar.
Meses después de que otro de los personajes creados por la artista hiciera estragos con un hacha a su paso por el Malba, llegó la hora de reciclar, transformar y volver a empezar. El mismo piano que ocupó un lugar central en aquella instalación presentada en 2013 se mudó a este enorme galpón de Villa Crespo, donde días atrás se inició un nuevo ciclo.
Mientras se presentaba en el barrio la galería fundada por la mítica Ruth hace 50 años, hoy dirigida por su hija y su nieta, esos pequeños hombrecitos de plástico se sumaban a la delicada tarea de renovar un legado cargado de historia. Por ejemplo ese valiente, de apenas un centímetro de altura, que logró esquivar desde el piso decenas de pies mientras pintaba de azul la pata de una silla que también sobrevivió a la muestra en el Malba.
"Yo trabajo todo el tiempo, es lo que más me gusta hacer. Y cuando hay un drama, me da un propósito", confesó Porter al explicar por qué somete a sus personajes a esta ardua labor. Argentina radicada en Nueva York (ver aparte), su producción abarca múltiples formas de expresión: grabado, pintura, dibujo, fotografía, video, instalaciones, proyectos en la vía pública e incluso una obra de teatro.
Como si fuera el elenco de aquella producción teatral estrenada en Buenos Aires el año pasado, los muñecos que protagonizaron varios de sus trabajos posan ahora todos juntos. Devenidos estrellas después de que Porter los rescatara de su destino de oferta de mercado de pulgas, parecen esperar el aplauso del público con la satisfacción de la misión cumplida.
Entre ellos se cuenta una de sus pulcras barrenderas, ajena al momento de gloria y concentrada en su tarea. Tan concentrada como el jardinero que, desde la pared de enfrente, riega las coloridas flores que decoran un plato roto. Ambos personifican esa actitud empecinada y optimista que atraviesa casi todas las creaciones de Porter; actúan sin sentido aparente, sin detenerse ante los errores, con mucho de sabiduría zen.
Ese espíritu contemplativo habita en otras obras recientes, como las que representan a personajes orientales manipulando materiales en apariencia preciosos. O en la serie El intento, en la cual un hombre pequeño procura sin éxito dibujar a la perfección un círculo, un triángulo y un cuadrado, figuras arquetípicas recurrentes en la amplia producción de esta artista. "Creo que mi obra es toda igual -dice Porter-, aunque en otra época fuera más expresionista. La repetición, la dualidad son temas inagotables porque no se resuelven. Si encontráramos el sentido de la vida se acabarían el arte, la filosofía... Parto de la base de no entender de qué se trata e intento llegar a un acuerdo con la realidad."
Tal vez la respuesta esté en ese dibujo que realizó con lápices de colores, en el que todos los caminos se cruzan para llegar a un mismo lugar: la naturaleza. Allí encontramos varias puertas abiertas, pero en sentido inverso al que suelen abrirse. Una especie de espejo de Alicia en el país de las maravillas que invita a mirar hacia adentro e imitar a esos diminutos muñecos que trabajan noche y día para reparar lo que está roto.
Argentinas en Nueva York
"Los estadounidenses tienen quince galerías grandes y dependen de ellas. Nosotros tenemos también lugares como Caracas o México, donde despertamos interés para exponer. Y luego despertamos más interés en Nueva York justamente por haber expuesto allí."
Así describió Liliana Porter la escena artística para los latinos en Nueva York, ciudad donde vive desde 1964, durante un encuentro organizado días atrás en esa ciudad por arteBA Fundación.
Ante un grupo de coleccionistas y galeristas reunidos en la sede de Americas Society / Consejo de las Américas, en Manhattan, la artista dio una conferencia junto con su colega Alejandra Seeber, otra argentina radicada en Estados Unidos. La venezolana Gabriela Rangel, directora de Artes Visuales y curadora de Americas Society, actuó como moderadora.
Tanto Porter como Seeber recordaron sus comienzos en el arte y opinaron sobre las diferencias y similitudes que encuentran entre las escenas artísticas de ambos países (imágenes en www.flickr.com/photos/arteba).
Con este tipo de actividades, arteBA Fundación procura fortalecer los puentes con la comunidad internacional, ampliar la difusión de la producción artística contemporánea argentina en el mundo y atraer el interés y compromiso de nuevos públicos con el arte de la región. La 24a edición de la feria se realizará en Buenos Aires del 4 al 7 de junio.
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