Liliana Ponce: "El camino de búsqueda que transité dio finalmente sus frutos"
La poeta es una de las invitadas al Festival Enjambre, que en su cuarta edición se consolida como lugar de cruce entre las artes; diarios, lecciones de escritura y la relación con César Aira, su marido
Su escritura, única e intempestiva, es un prodigio de la poesía argentina. Nació en 1950, pero sólo publicó cinco libros. Por el primero, Trama continua, de 1976, ganó el Primer Premio del Fondo Nacional de las Artes. Graduada en Letras, hasta 2014 fue profesora de lengua y literatura sólo en escuelas públicas. "Me encantan los adolescentes, su rebeldía, sus proyectos", señala. Es madre de dos hijos y está casada con César Aira. "Trato de leer todos sus libros, pero me cuesta seguirle el ritmo", comenta con humor. Liliana Ponce, autora de Composición (1984), Teoría de la voz y el sueño (2001) y Fudekara (2008), dio a conocer en 2016 Paseante y huésped en el sello platense Club HEM. Allí "comparte" libro con su amigo Reynaldo Jiménez, el creador de la revista literaria Tsé Tsé.
El sábado, en compañía de Edgardo Cozarinsky, Camila Fabbri y Juan Pablo Fernández, leerá en público poemas conocidos y otros inéditos. "Tengo muchos sin publicar; los doy cuando me los piden de revistas o editoriales", cuenta. Para ella, los riesgos de cualquier escritor que quiera convertirse en artista son el aburguesamiento y la falta de un proyecto estético personal.
-¿Qué importancia tienen estos festivales de poesía? En una época participabas mucho.
-Si me invitan, voy. No soy selectiva. Me parece importante participar. Hay una red que se va formando entre poetas, escritores. Creo que con las redes sociales, aunque yo no tengo Twitter ni Facebook, ha cambiado; los veinteañeros están más ligados a eso que al papel o a la cuestión presencial. Igual, lecturas sigue habiendo, y para un poeta es importantísimo leer en voz alta porque la poesía y la música están relacionadas. Estoy haciendo un trabajo de investigación sobre Allen Ginsberg y, en una entrevista hecha como quince años después de que él estuvo en la India, el periodista le pregunta si tuvo algo que ver el viaje con la poesía. Él hace mención del aspecto musical, cómo cambió eso en sus recitales y cómo le dio más peso a la voz. Coincido. La lectura visual e impresa está bien, pero me parece que no todo poema resiste una lectura. A veces no tiene que pasar por la rima, sino que hay algo musical en la entonación, la medida de los versos, los espacios.
-En tus libros también aparecen entradas de diarios.
-El formato del diario siempre me gustó. No sólo en mis libros, sino también en los de otros escritores. Me parece un registro interior que tiene otras posibilidades que tal vez no da el poema.
-¿En tu poesía el yo está casi borrado o atenuado?
-Más o menos. En algunos textos más que en otros. Puede ser que en algunos haya más distancia. El yo en un poema me parece que siempre está, es muy fuerte e intenso lo subjetivo. Pero sí, existen búsquedas de distanciarlo. Yo no tengo muchos propósitos cuando escribo, sale y se orienta para ese lado, no lo razono. Va variando aquello sobre lo que quiero escribir, de algún modo sale junto con el formato. Hace un tiempo, Tamara Domenech había hecho una propuesta de mandarnos a varios poetas una foto de una obra en construcción y nos dio libertad total para escribir. Hice un poema que es casi visual, porque está hecho como con palabras-ladrillos y tiene frases en castellano, italiano y guaraní, que es la lengua que hablan muchos obreros de la construcción. No lo planeo, aparece eso: la posibilidad de hacer algo que se vea.
-Publicaste pocos libros.
-Sí, porque no tengo la ansiedad de la publicación. Me gusta escribir. Por ahí cuando alguien me propone, sí, se los mando. Espero darme cuenta de que no tengo veinticinco años y de que el tiempo pasa. Hay que ser consciente de las limitaciones. Tengo muchos poemas inéditos. También tengo mis diarios, pero ésos son absolutamente personales.
-¿Qué escribís en los diarios?
-Toda mi vida. Desde que tengo diez años escribo diarios. Son diarios de lo cotidiano. Yo los llamo diarios de purificación, me saco las frustraciones de encima. Es una especie de terapia. No son artísticos ni tienen fines literarios. Con lo cual también pienso que tendré que quemarlos porque son muy personales.
-¿Cuándo leés los libros de César?
-Una vez publicados. Leí casi todos. A veces me cuesta seguir el ritmo porque tengo que leer y hacer otras cosas también. Pero me gustan. No hablamos mucho de nuestros libros; más sobre lecturas o cosas artísticas, lecturas, películas, exposiciones.
-¿Les darías consejos a los escritores jóvenes?
-No. Creo que el mejor consejo es leer y tratar de ver qué quieren hacer. Pero lo que veo es la falta de un proyecto personal, la falta de búsqueda de un camino estético, cierta superficialidad. Muchos poemas que ponen el acento en lo coloquial y lo cotidiano se parecen. Los beatniks fueron un movimiento vital. Lo veo como el último grupo con esta especie de intereses. Había toda una comunidad. En ese momento sociopolítico y económico, había más persecución que ahora, pero también más libertades. Hoy por hoy no podés ir de un país a otro si no tenés medios, documentación adecuada. No es tan sencillo. Eso facilitaba una especie de libertad, de deseo de instalarse, de recorrer. Entonces es como una compensación, por ahí ahora hay más confort, pero hay una especie de aburguesamiento. Algunos escritores quieren mucho confort.
-¿Vos tuviste ese deseo de ser escritora o sólo te gustaba escribir?
-De escribir y de ser artista. De hecho pensé que iba a ser pintora, porque ésa era mi pasión cuando era niña, junto al dibujo. Fui a una escuela de bellas artes. Pero de pronto me pareció que no iba a hacer algo bueno con eso y me orienté a la escritura.
-¿Y se cumplió ese deseo?
-No sé. Nunca me siento en ese lugar de "sos artista, sos poeta", me parece algo muy grande e importante. Si bien escribo siempre, me cuesta ubicarme en ese punto y casi nunca lo digo yo.
-Muchos coinciden en que tu voz es única en la literatura argentina.
-Me han dicho que no se parece a nada. Lo cual es bueno porque ese camino de búsqueda dio sus frutos.
2 libros en 1
Paseante y huésped
- Autor: Liliana Ponce
- Editorial: Club Hem
- Páginas: 100
- De los dos lados: La colección Ojo de tormenta de la editorial tiene una particularidad: hay un libro en una tapa y otro libro en la otra (contra) tapa. En este caso, Ponce comparte edición con Piezas del tonto, de Reynaldo Jiménez.
Festival Enjambre
A la búsqueda de nuevas escrituras
Hoy, a las 18, comienza el IV Festival Espacio Enjambre, bautizado con el nombre de "Hacia un afuera de la escritura", que se extenderá hasta el sábado en la sede de Espacio Enjambre (Francisco Acuña de Figueroa 1656 A), en el barrio de Palermo. Con la meta de desbordar la escritura a otras disciplinas, Victoria Schcolnik y Marcelo Carnero convocaron para estos tres días a figuras reconocidas del ámbito literario y artístico, como Hernán Ronsino, Cecilia González y Silvia Hopenhayn, que dialogarán sobre las maquinarias narrativas, y a los cineastas Gustavo Fontán, Maximiliano Schonfeld, Albertina Carri y Emiliano Torres, que se referirán a las formas de narrar de la cultura audiovisual. El sábado a las 18, se proyectará el film Heart of a Dog de Laurie Anderson. También se llevará a cabo la primera lectura de los alumnos de Espacio Enjambre, otra de las escuelas de escritura que funciona en la ciudad con mayor índice de aspirantes a escritores del sistema solar. Excepto el concierto de Juan Carlos Fontana (mañanaa las 21, $ 200), el resto de las actividades es de entrada libre y gratuita. Se puede reservar en info@centroenjambre.com.ar o llamando al 2075-0934. La programación, disponible en www.centroenjambre.com.ar
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