Liliana Bodoc (1958-2018): el último viaje de la escritora que imaginó dragones y mundos fantásticos
"Si sufro mal de altura, que se agite mi prosa, que le cueste andar. Si compro una empanada en la calle, que la sintaxis quede chorreando aceite sabroso. Y si encuentro, ojalá, a los muertitos, espero dejarles algo de mi vida como ofrenda". Destacadas en letras negras, las frases de Liliana Bodoc señalan el camino que la autora santafesina había decidido transitar en el ejercicio de la escritura: poner el cuerpo, la cabeza, el corazón, aun a riesgo de exponerse al dolor. Ayer, con la repentina noticia de su muerte, esas palabras que publicó en la bitácora virtual de su viaje al norte argentino para escribir la novela Elisa, la rosa inesperada (Norma) cobraron otro sentido.
Cuando muere una figura pública tan querida y respetada como Bodoc, y cuando esa muerte llega de golpe, sin previo aviso, y golpea fuerte, el shock es colectivo. Fue lo que pasó ayer apenas se difundió por las redes sociales que la autora de La saga de los confines había muerto de un ataque cardíaco, horas después de regresar de un viaje a La Habana. Escritores, editores, periodistas, ilustradores, artistas, funcionarios, lectores anónimos y conocidos compartieron el sentimiento de consternación sin grietas ni bandos. "No digo adiós. Ustedes se irán. Yo permaneceré, reinventando el recuerdo de lo que han sido. No digo adiós, aquí me quedo para contarlo todo", tuiteó el escritor Antonio Santa Ana, citando un párrafo de Los días del fuego, última parte de La saga de los confines. "Absolutamente consternada", escribió María Teresa Andruetto, resaltando el dolor con letras mayúsculas.
Vital y joven (era de 1958), Bodoc había regresado anteanoche de Cuba. Su última actividad pública fue en la Feria del Libro de La Habana, donde Mendoza, su provincia adoptiva, tuvo un stand. Integró la comitiva junto con Diego Gareca, secretario de Cultura mendocino, que fue quien comunicó la noticia por Twitter. Según contó Gareca al diario El Sol, de Mendoza, Bodoc participó de las actividades programadas, estuvo de muy buen humor y no tuvo inconvenientes de salud. Ironías del destino, la Secretaría de Cultura ya había decidido que la edición 2018 de la Feria del Libro de Mendoza rendiría homenaje a Bodoc.
La escritora mantuvo una relación cambiante con los viajes. De adolescente, anhelaba recorrer el mundo, pero ya más grande se paró en la vereda contraria y los consideraba un "exceso burgués": "Como comer duraznos en invierno". En los últimos años, había flexibilizado esa postura y viajaba por trabajo. Viajar para escribir una novela, como hizo con la última, fue algo nuevo en su vida y en su carrera.
"El encuentro con el paisaje del norte fue rotundo. Muy fuerte. Desde que escribí La saga de los confines, me preguntan si conozco el Machu Picchu, las ruinas de México. Y no. Esta vez dije: 'Voy a hacer algo distinto, voy a dejar que el viaje me vaya contando la historia'. Tilcara, en particular, fue muy intenso. No pude manejar lo que me generaba, las emociones, la tristeza. Me sentí muy sola. Y eso que suelo viajar sola y hasta me gusta. Me sentí muy desvalida. Lloraba sin causa. Me parece que hay algo de paisaje geográfico y humano que es muy fuerte. Hay algo de un pueblo que aparenta un sometimiento desde el lenguaje corporal, la voz baja. Y también hay una resistencia oculta. Me pareció casi un territorio en guerra, sinceramente. Los turistas, las fotos, el escándalo. Guerra de culturas", contó en una de las últimas entrevistas con LA NACION en la confitería Las Violetas, su "oficina" porteña.
En esa charla, un sábado de agosto de 2017, reveló que la experiencia en Tilcara la había conmovido tanto que abandonó el viaje y se planteó largar el libro. "No fue la altura, el apunamiento, como suele suceder. Me afectó algo íntimo y me quise ir". Alma sensible, finalmente comprendió que esa novela, en la que cambiaba el registro de lo épico y lo fantástico por una radiografía social descarnada en la que hablaba, también, de la violencia familiar y la trata de personas, "solo podría ser la versión escrita de un camino impensado, de un plan fallido".
La editora de Norma, Laura Leibiker, que siguió el proyecto y le sugirió la idea de la bitácora virtual, recordó: "Su sueño era viajar para escribir. Resultaba maravilloso encontrar todas las mañanas audios, poemas, fotos, videos, música de sus recorridos, de sus búsquedas". Tan consternada como sus colegas, Leibiker contó: "Tuve la enorme suerte de trabajar con ella en la editorial SM cuando editamos El espejo africano. Allí descubrí a una mujer talentosa, generosa, capaz de escuchar, de aportar ideas, de una gran humildad y calidez".
Licenciada en Literaturas Modernas por la Universidad Nacional de Cuyo, Bodoc fue docente de Literatura Española y Argentina en colegios de esa universidad. Editó su primer libro, Los días del venado, primera parte de una trilogía de épica fantástica que se convirtió en best seller, a los 40 años. Después de Los días de la sombra y Los días del fuego llegaron Memorias impuras, Presagio de carnaval, Sucedió en colores, Amigos por el viento y El mapa imposible, entre otros. En 2002 ganó el premio de la Feria del Libro de Buenos Aires. En 2004 y 2014 fue destacada por la Fundación Konex con el Diploma al Mérito y el Premio Konex de Platino. En mayo de 2016 recibió el título honoris causa de la Universidad Nacional de Cuyo. También integró la lista de premios de The White Ravens en 2002 y 2013.
Para viajar a Jujuy y escribir Elisa, la autora había dejado por un rato de trabajar en la tetralogía de los dragones, otra obra cumbre que la mantuvo en el ranking de los más vendidos en literatura juvenil. "Ya salieron La profecía imperfecta y El elegido en su soledad. La película que íbamos a hacer con Ciruelo se suspendió. Entonces yo, que estoy enamorada del tema, decidí olvidarme de ese proyecto y seguir escribiendo, que la saga siga. Estoy avanzando bastante con la tercera parte, para publicar en 2018, y queda una más", dijo en agosto pasado. Al otro día partía de Buenos Aires, ciudad que la alienaba, hacia el pueblito de San Luis donde estaba instalada. Tenía planes. Y muchas ganas de seguir creando mundos fantásticos, con heroínas fuertes y dragones.
- Claudia Piñeiro, escritora: "Hermosa persona, generosa colega, gran escritora. Nunca alcanzará con decir 'quedan sus libros' porque era esa sonrisa de la foto, la calidez, el don de gentes y esa inteligencia que hacía interesante hablar con ella del tema que fuera"
- Ciruelo Cabral, ilustrador: "Su inesperado fallecimiento es una pérdida irreemplazable para la cultura hispanoamericana. Soy un ferviente admirador de su obra y lamento haber perdido la oportunidad de colaborar con ella"
- Pablo Bernasconi, escritor e ilustrador: "Triste, triste. Adiós Liliana, arquitecta de mundos, reina infinita de los colores. Viajera generosa, te encontramos en cada página tuya, ahora nuestra. Te vamos a extrañar, gente inmensa"
Tres títulos esenciales de su biblioteca
Los días del venado
- Editorial: Suma de Letras
- La primera parte de la trilogía La saga de los confines
La profecía imperfecta
- Editorial: Plaza &Janes
- Primer título de la saga inconclusa Tiempo de dragones
Elisa, la rosa inesperada
- Editorial: Norma
- Última novela juvenil, sobre una adolescente en Jujuy
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