Lectura para todos: libros en braille, con letras amigables para chicos con dislexia y otros trastornos del lenguaje
Así como el mundo está diseñado para diestros aunque cerca del diez por ciento de la población es zurda, también la mayor parte de los libros están dirigidos a lectores sin problemas visuales ni trastornos del lenguaje, como la dislexia. Se estima que uno de cada veinte chicos tiene dificultades para leer un texto impreso en letras comunes de esas que se usan en los manuales escolares y volúmenes literarios. El asunto se complica más cuando se trata de casos de discapacidad intelectual o alguna condición del espectro autista. Por suerte, en los últimos años aparecieron ediciones inclusivas para que nadie se quede afuera de la experiencia de la lectura.
Dirigidos al público infantil, los libros de Gerbera son los únicos publicados en el país que tienen una tipografía amigable para disléxicos. En el catálogo del sello independiente fundado por Fabiana Nolla Portillo en 2012 hay también títulos con textos e ilustraciones en braille, texturas y hasta narraciones en audio. Pero lo interesante de la propuesta es que no son libros solo para ciegos o chicos con dislexia: son libros para todos. La idea es que un lector que no tiene dificultad para leer pueda compartir el ejemplar con otro que tiene disminución visual o que confunde las letras.
A simple vista, la tipografía especial no llama la atención a un lector común pero allana el camino para los que padecen dislexia, ya que las palabras quedan "fijadas" a la página, entre otras cuestiones técnicas fundamentales. Según explica la editora, se trata de una tipografía que tiene "mayor peso en la base": ese detalle logra que la letra no salte al momento de ser leída."Porque en la dislexia, las letras saltan, giran, rotan y se mueven de renglón en renglón", agrega la fundadora de Gerbera. Además, hay un espacio determinado entre las letras que forman cada palabra y, a su vez, el "ojo" de cada letra tiene un ángulo específico que hace que no rote. "Para el normolector, es imperceptible. Pero para la persona con dislexia es la solución para que el texto esté quieto".
"Hay chicos con problemas con la lectoescritura que directamente sienten rechazo por los libros en papel. Es por eso que usamos una tipografía amigable, que se llama OpenDyslexic, en todos nuestros títulos, incluso los de cartoné para los bebés y nenes de hasta tres años", dice Nolla Portillo. La decisión de investigar el tema la impulsó una anécdota personal: las primeras cuatro ediciones de Gerbera fueron impresas del modo tradicional. "Tuvimos un incidente con una compañerita de mi hijo que no quería que le regaláramos libros porque no los podía leer, ya que las palabras le saltaban del renglón", recuerda la editora. Eso la decidió a estudiar sobre dislexia, un problema neurobiológico:"Es como una interrupción entre el fonema y el grafema, la unidad mínima de escritura", explica.
"El 99,9 por ciento de las editoriales hacen libros solo para normolectores. La idea era llegar a la mayor cantidad posible de personas. Cuando empecé, hace siete, ocho años, ya se sabía que los casos de dislexia eran muchos. En la actualidad hay más porque se hace un diagnóstico más temprano. A partir de la ley de la dislexia, que empezó a regir en 2019, las maestras tienen que tener más conocimiento para poder detectarlo antes. La estadística actual dice que en un aula de 30 chicos hay 2 con dislexia. El porcentaje es altísimo", agrega Nolla Portillo.
Literatura adaptada
Siguiendo el artículo 9 de la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad, en el país también se imprimen libros que ofrecen el contenido adaptado bajo la técnica de lectura fácil, como los que edita la Fundación Visibilia, una ONG que trabaja para hacer accesible la lectura, la cultura y la información para personas con discapacidad intelectual o dificultades lectoras. Este año, al inicio de la cuarentena, lanzaron Diario del año de la peste, de Daniel Defoe, con prólogo del filósofo Pablo Capanna, y Panambí y otros cuentos con historia, de Agustina Caride. Otro título que han adaptado es Cuentos de la selva, de Horacio Quiroga. Todos se pueden descargar de manera gratuita desde su sitio web.
¿Qué es la lectura fácil y cómo se adaptan los textos que no fueron escritos bajo esa técnica? Como explica Paola Jelonche, presidente de la fundación, "es un método que fue construido sobre conocimientos de psicología cognitiva y ciertas corrientes lingüísticas. Así se obtienen textos que pueden ser comprendidos por personas con dificultades neurológicas o socioculturales. La normativa internacional indica ciertas pautas básicas como la disposición y el orden del texto, el vocabulario, las ilustraciones y el diseño gráfico. Esto incide, por ejemplo, en la estructura y extensión de las oraciones, en el manejo de los tiempos narrativos, en el empleo de los signos de puntuación, en el tipo y tamaño de letra, las líneas y los márgenes, los títulos y subtítulos, la estética y la funcionalidad de las ilustraciones. Todo texto puede ser adaptado. Como ejemplo vale mencionar que la Universidad Autónoma de Madrid trabajó en una versión en lectura fácil del Quijote".
Ante todo, se aplican las reglas del lenguaje claro: oraciones cortas, simples y directas, activas y afirmativas. "Pero tienen que ser especialmente personales porque los sujetos tácitos y los pronombres son enormes barreras". Como dicen en la fundación, "un texto adaptado es, para las personas con dificultades, un apoyo para la lectura como las rueditas auxiliares lo son para quien está aprendiendo a andar en bicicleta".
Un aspecto interesante de estas publicaciones es que están "aprobados" por los lectores a quienes están dirigidos. "A las pautas básicas de escritura y diseño, en los últimos años se ha sumado, como requisito fundamental, que se haya cumplido con la validación de ese texto por parte de personas con dificultades lectoras, muchas de ellas con discapacidad intelectual, que participan en la construcción del formato final", explica Jelonche. Es una consigna que responde a un modelo inclusivo que además da trabajo a personas con discapacidad.
En la Fundación Visibilia han ajustado las pautas internacionales a las características del lector argentino, "porque la lectura fácil es ante todo localista, centrada en el lector concreto", aclara la especialista. "Las pautas internacionales, por ejemplo, toman como base el español neutro, mientras que nuestros textos adaptados emplean el español rioplatense. Es así como usamos el vos y no el tú".
La pandemia y el aislamiento social en casa es un gran desafío para quienes trabajan con discapacitados. "Quizá la experiencia más movilizadora que tenemos en la Fundación es nuestro club de lectura fácil. La cuarentena nos enfrentó al formato virtual, poniéndonos a todos una dificultad mayor. La Fundación reúne una vez al mes en un encuentro por Zoom a un grupo de jóvenes lectores con dificultades cognitivas que previamente han leído un texto en lectura fácil. En el encuentro se comenta y se analiza el texto, como en cualquier club de lectura. La diferencia está en que es un público nuevo que accede a la literatura y que no podría hacerlo a través de los textos originales, sin el apoyo de la adaptación. Es, hasta ahora, la mejor prueba que tenemos, en alma propia, de la validez de la lectura fácil en literatura".
Narrar con puntos
Como en el caso de la dislexia, una anécdota personal llevó a la editora de Gerbera a editar algunos de sus títulos en braille. "Fuimos a una escuela con la autora Verónica Alvarez Rivera con su libro Serafina y pasó a leer una nena con una carpeta negra. No sabíamos que era ciega. Entre la madre y la maestra integradora le habían hecho una edición del libro en braille y con texturas. Me pareció bellísimo. Le sacamos fotos y lo subimos al Facebook. Enseguida empezaron a pedirnos el libro. Aclaramos que era uno casero. Al mes le llega a la autora otro ejemplar de Serafina en braille hecho por la biblioteca Ilusiones, que es para ciegos. Lo mostramos en redes y otra vez nos empezaron a pedir el libro de todos lados, incluso de México y Colombia. Entonces me puse a investigar de nuevo, como con la dislexia en su momento, y me di cuenta de que no había libros de literatura para chicos en braille. Lo que había era braille en papel blanco exclusivo para ciegos. Ahí se me ocurre editar libros inclusivos que puedan compartir un niño ciego y uno no. Para eso tenía que hacerlo en tinta y en braille".
En la actualidad, el catálogo del sello inclusivo suma diez títulos, que tienen la particularidad de estar anillados para que puedan abrirse por completo a la hora de la lectura en braille. "Cuando saco un libro nuevo, lo primero que hago es consultar a la asociación Tiflonexos, que hace dos años fue reconocida por la ONU porque tienen la biblioteca accesible a ciegos más grande del mundo, con más de 80 mil títulos en braille. Ellos me orientan si el texto se puede traducir no solo por el contenido y la extensión sino también por una cuestión de espacio: el braille requiere más lugar en la página porque los caracteres son más grandes, ya que se leen con la yema de los dedos. La idea es que el mismo ejemplar lo puedan leer dos lectores (uno ciego y otro no) en el mismo momento y para eso el texto tiene que estar en la misma página", detalla Nolla Portillo, que empezó a aprender sobre el tema hace unos cinco años.
Las historias están traducidas de manera literal, palabra por palabra, y, en algunos casos, hasta las ilustraciones están punteadas para que los ciegos puedan "leerlas". Un ejemplo es Mi vecino, de Alejandra Viacava y Silvia Hei, que tiene una edición anillada en braille y con audiolibro. Este año incorporaron un código QR y audio a todos los libros, con especificaciones como sonidos que indican que deben pasar de hoja. Serafina tiene una nena en la tapa con el contorno de la cara, los ojos y el pelo punteados. "Si no, los ciegos no lo pueden leer porque no leen líneas sino puntos", completa Nolla Portillo, que marca la diferencia con algunos títulos como El libro negro de los colores, de Menena Cottin y Rosana Faría (Libros del Zorro Rojo), que tiene ilustraciones con texturas. "Es un libro para personas videntes, no para ciegos. Es una invitación a que perciban imágenes como si no pudieran ver", aclara la editora de Gerbera.
Los editores de Zorro Rojo coinciden: el libro tiene la narración también en braille, pero está dirigido al público en general. En esa línea, el sello también ha publicado también Mil orejas, un libro muy bello, no para sordos sino sobre sordos. Está escrito con el alfabeto manual y trae una tarjeta con los símbolos que representan cada letra. La historia, en primera persona, está narrada con frases breves y deliciosas ilustraciones. Cómo percibir sonidos, olores y sensaciones a través de "mil orejas diminutas regadas por todo el cuerpo".
Genoveva es otro ejemplo de ediciones locales en tinta y braille. Publicado por Estudio Erizo, el libro tiene textos e ilustraciones de Laura Spivak y cuenta el proceso de una oruga hasta convertirse en mariposa. No es una adaptación sino una historia escrita especialmente para esta edición. "Buscamos un texto poético con ciertas características, lo mismo con las ilustraciones. Elegimos una tipografía simple y con un cuerpo no muy pequeño, así también pueden acceder personas con otras dificultades en la vista. De todas maneras, hoy sabemos que las diferentes discapacidades requieren diferentes tipos de libros", dice la editora Verónica Tejeiro, que está a punto de publicar El mar y las caracolas, un poema propio ilustrado por Hernán Soriano, también en tinta y braille.
Dirigidos a chicos desde los dos años, estos libros "estimulan el sentido del tacto y el arte de reconocer e interpretar formas, preparándolos para aprender braille más adelante", explica Tejeiro. "Los libros de imágenes táctiles pueden ayudar a desarrollar el lenguaje siempre que las ilustraciones sean comprensibles para el niño ciego. Algunos tienen pequeños personajes y formas no figurativas o geométricas. Al contrario de las imágenes convencionales, estas figuras no necesitan experiencia visual para ser entendidas", completa la editora que busca, al igual que Gerbera, que ningún chico o adulto se pierda la maravillosa experiencia de la lectura.
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