Librerías: en 2020, las ventas digitales crecieron y las redes sociales le ganaron a Mercado Libre

A fines de 2020, la Cámara Argentina del Libro (CAL) realizó una encuesta por mail a las librerías independientes del país y obtuvo respuestas de un total de 140. Salvo Galerna, las grandes cadenas quedaron excluidas del informe; durante el aislamiento social, preventivo y obligatorio, los locales de shoppings permanecieron cerrados. Organizada por la comisión de comercio interior de la CAL, el informe revela los efectos causados por la pandemia en las librerías argentinas. El 40% de las librerías que participaron de la encuesta está ubicada en la ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Buenos, y el 38% corresponde a la zona centro del país. Un 11% corresponde a librerías del sur; el 6%, al noroeste; 4% a Cuyo y 1% al noreste. Se trata de librerías independientes, con un solo local en su gran mayoría (55%) o dos (33%). Los resultados, que arrojan datos sobre características de las librerías, formas de comercialización o cantidad de empleados, permiten que editores, libreros y funcionarios puedan diseñar políticas eficaces para el sector.

La encuesta confirma que la pandemia forzó a los libreros a potenciar la venta online. De las 140 librerías consultadas, solo el 51% cuenta con una tienda online. De ese porcentaje, un 32% abrió sus tiendas virtuales durante la pandemia. El 67% de las librerías con local a la calle (un total de 58 de las consultadas) tenía su gemela online.

Una de las preguntas del informe apunta a comparar la distribución de ventas hasta diciembre de 2019, por un lado, y hasta octubre de 2020, por otro. En 2019, los libreros informaron que un 85% de las ventas se habían hecho en los locales; 7% por Mercado Libre y 9% en otras plataformas. En 2020, las ventas en locales cayeron al 69%, mientras que aumentaron las de Mercado Libre (17%) y otras plataformas (22%), como Facebook e Instagram. En 2020, los libreros con buen uso de las redes sociales le ganaron a Mercado Libre y se ahorraron el porcentaje que deben pagar por cada venta.

“Con la pandemia todos aprendimos que enviar las cosas cuesta dinero y, más allá de lo que paguemos, tenemos q esperarlas -dice Pampín-. Sobre todo en AMBA, donde estábamos muy mal acostumbrados a que los envíos se hacían de modo gratuito y rápido, porque sino nos corríamos al local más cercano. Ese fue un aprendizaje que todos tuvimos que asimilar ante la imposibilidad de poder salir de nuestras casas, y definitivamente vino para quedarse; incluso en industrias como las nuestras que el costo logístico es alto en relación con el precio del producto”. Un libro promedio cuesta $950 y el envío más económico, por cercanía, oscila los 300 pesos.

“Hubo un manejo mano a mano, donde el librero ofició de curador de la oferta; volvimos a la noción del viejo librero de barrio que conoce los catálogos -dice Juan Pampín, vicepresidente de la CAL, a LA NACION-. Muchos contaron que a medianoche todavía contestaban wasaps con consultas de los clientes”. Según la encuesta, el 87% de los libreros usa Facebook; un 80%, Instagram; un 9%, Twitter; un 5%, YouTube, y un 78%, WhatsApp.

Respecto de las variaciones en la facturación ocasionadas por la pandemia, el 21% de los consultados informó una caída de hasta un 25% respecto de 2019; un 30%, una caída en ventas del 26% al 50%, y un 11% de los libreros tuvo efectivamente un mal año: sus ventas cayeron más del 50%. Un 28% informó que sus ventas habían aumentado respecto de 2019.

Según la encuesta, casi no hubo despidos en el subsector de las librerías independientes. “Despidos formales no hubo -afirma Pampín-. Hubo otras modalidades. La formación de un librero lleva mucho tiempo y hay que considerar que la mayoría de las librerías pequeñas está atendida por una familia”.

Por último, algo preocupante que revela la encuesta es que casi todas las librerías consultadas que no están en la ciudad de Buenos Aires o en el Gran Buenos Aires respondieron que recibieron menos novedades por parte de las editoriales, a tal punto que a más del 60% de las librerías de Cuyo, el noroeste y el noreste les llegaron menos libros que en 2019.

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