Lévi-Strauss visto por Augé
El autor de Tristes trópicos, cuyas ideas marcaron la segunda mitad del siglo XX, está por cumplir 100 años. Mientras se preparan los homenajes, otro gran antropólogo francés, que acuñó la noción de "no lugar", destaca en esta entrevista la vigencia del aporte del padre del estructuralismo. Y rescata, además, la alta calidad literaria de su prosa
La famosa afirmación inicial de Tristes trópicos ("Odio los viajes y a los exploradores") difícilmente haría pensar que su autor, Claude Lévi-Strauss, era un antropólogo, de aquellos que clásicamente viajaban a tierras lejanas en busca de culturas "primitivas". Pero Lévi-Strauss sí es un antropólogo, uno de los más conocidos del mundo, sobre todo por su enfoque estructuralista. Y Tristes trópicos , su melancólico libro de 1955, justamente relataba, entre otras cosas, sus expediciones a la Amazonia para estudiar algunas tribus indígenas durante su estadía en Brasil.
Aunque su perspectiva estructuralista se volvería más tarde un movimiento (y Lévi-Strauss, su figura emblemática), como teoría no agotó aún sus aportes, luego de haber sido una de las más influyentes y debatidas de las ciencias humanas del siglo XX, renovadora de varias disciplinas, de la antropología al psicoanálisis y de la historia a la teoría literaria.
Lévi-Strauss, que tanto bebe de los moralistas franceses de los siglos XVII y XVIII, es una suerte de institución nacional en Francia, aunque nació en Bélgica. Su nombre ha intentado ser utilizado por la izquierda (a pesar de que jamás se ha mostrado particularmente "comprometido" con causas políticas y parece rechazar todo revolucionarismo) y por la derecha (por posiciones suyas sobre la universidad o el arte contemporáneo consideradas conservadoras).
Ahora que Lévi-Strauss alcanza la improbable -más que venerable- edad de 100 años, en el momento de los homenajes, resulta iluminador hablar de su pensamiento con Marc Augé, otro antropólogo no menos célebre, que reiteradamente ha reconocido la importancia de la obra del autor de Antropología estructural . Aunque la labor etnológica de Augé se desenvolvió en África, destilando una serie de publicaciones que dieron nuevos impulsos a los estudios africanistas, su mayor reconocimiento proviene de sus aportes teóricos (como las nociones de "sobremodernidad" y de "no lugares"), referidos a parajes más cercanos a él, por ejemplo los jardines de Luxemburgo o el metro de París.
-En Por una antropología de la movilidad, usted recuerda Tristes trópicos y dice que el etnólogo es "un sedentario que se ve obligado a viajar". ¿Usted también odia los viajes y a los exploradores?
-Lévi-Strauss piensa en tipos muy precisos de viaje cuando escribe esta frase. Piensa en los viajeros profesionales que en esa época relataban sus viajes proyectando fotografías en la Sala Pleyel, la gran sala de conciertos de París. Este tipo de viaje no desapareció, sino que cambió de paradero: los reportajes para la televisión los sucedieron. Pero también es cierto que Lévi-Strauss, que conoció los aspectos más caricaturescos de la expedición etnográfica en Brasil, es más antropólogo que etnólogo y está más preocupado por buscar proposiciones generalizables que por describir originalidades localizadas. En cuanto a mí, me gusta viajar porque tengo la posibilidad de no estar condenado al turismo y porque tengo amigos por todas partes. La etnología tradicional es una actividad sedentaria, aparte de los viajes de ida y vuelta; pero es posible que el movimiento hoy permita percatarse de ciertos aspectos de nuestro mundo globalizado.
-¿La obra de Lévi-Strauss es parte de las glorias de antaño o aún conserva su validez?
-Estoy convencido de que la obra de Lévi-Strauss tiene un interés completamente actual. Es una obra considerable en la que cada uno puede extraer lo suyo. Tampoco es seguro que sean sus trabajos más monumentales los que tengan mejor porvenir. Voltaire creía más en sus tragedias que en sus cuentos. El autor no es siempre el mejor juez de lo que el futuro conservará. Lo propio de los grandes autores es que no se reducen a una teoría ni a una obra particular, sino que su pensamiento, cuando se lo redescubre, es siempre enriquecedor y provocativo.
-¿Cuáles serían, a su juicio, los grandes aportes de Lévi-Strauss a las ciencias sociales y cuáles, las limitaciones de sus planteamientos?
-Hay todo un aspecto de la obra de Lévi-Strauss que se sitúa en la línea de ...mile Durkheim y de Marcel Mauss, en la línea, si se quiere, de la gran sociología francesa. Encontramos rastros de esta línea en Antropología estructural , en Raza e historia y en la Introducción a la obra de Marcel Mauss , por ejemplo. Sus reflexiones sobre el humanismo, sobre el lugar del individuo en la reflexión sociológica, sobre la necesaria alienación en lo social se inscriben, renovándolas, en la continuidad de sus análisis. Personalmente, aprecio mucho los aportes de esta época y estoy seguro de que ejercieron una gran influencia sobre autores como Althusser y Castoriadis. Es el Lévi-Strauss "preestructuralista" el que más me interesa y el que me parece más actual o, al menos, el más pertinente para asomarnos al mundo contemporáneo.
-¿Qué queda del estructuralismo? Usted suele citar, entre las obras de Lévi-Strauss, las de su etapa preestructuralista. ¿Es sólo un gusto o refleja sus convicciones teóricas?
-La gran empresa estructuralista refleja una ambición extrema: hacer el puente entre las estructuras observables en las creaciones humanas, los sistemas de parentesco y los mitos, y las estructuras del cerebro humano. Desde luego, el vínculo puede ser postulado, pero no identificado y establecido. En sentido opuesto, los cognitivistas actuales no pueden deducir las obras humanas a partir de las estructuras cognitivas que observan en los procesos de aprendizaje. Esto no significa que este gran proyecto materialista no estuviera justificado en sus comienzos, pero la complejidad y la multiplicidad de factores en juego lo condenan a seguir siendo parcial, incompleto y virtual; y me atrevería a decir: tanto mejor. Por mi parte, pienso que la antropología tiene como objeto principal la relación: entre uno y el otro, entre los unos y los otros o incluso entre uno y los otros. Desde este punto de vista, concedo más importancia al rito que al mito y no disocio el estudio de las representaciones del de las prácticas a ellas asociadas. Trato de preguntarme, en forma paralela, en qué condiciones un enfoque verdaderamente antropológico de los fenómenos contemporáneos es posible y el primer Lévi-Strauss, en ese caso, es para mí más útil que el teórico del estructuralismo antropológico.
-La obra de Lévi-Strauss ha sido polémica. ¿Cuáles críticas (excesivo racionalismo, escaso trabajo de campo, etc.) son justificadas y cuáles no?
-El hecho de criticar, en general, es legítimo y normal. Sin embargo, las críticas a menudo son ligeras. Algunos le reprocharon a Lévi-Strauss haber escogido los objetos intelectuales que eligió. Se pueden escoger otros, pero no podemos cuestionar el principio de una elección que corresponde a una gran hipótesis inductiva. Las observaciones sobre el trabajo de campo son inadecuadas. Es el curso habitual de un etnólogo tener uno o dos campos de partida que son también campos de referencia y dedicarse luego a una antropología más comparatista que recurre a los escritos de otros. Los viajes y las estancias de Lévi-Strauss en Japón, además, no hicieron sino influir en su reflexión. No estoy muy interesado en tener en cuenta los méritos y defectos de un autor: lo que me preocupa son los puntos de articulación con su obra, sus sugerencias y, eventualmente, los puntos de desacuerdo, pero se trata entonces de una crítica intelectual, no de una apreciación de los méritos de la obra. Tratándose de autores importantes, ésta me parece la actitud más sana.
-En su libro El oficio de antropólogo, usted señala que éste necesariamente compromete su subjetividad, lo que lo acerca al escritor literario. ¿Cómo valora la figura de Lévi-Strauss como escritor? Hay quienes consideran su prosa entre las mejores de la literatura francesa del siglo XX.
-Lo cierto es que Lévi-Strauss tenía la inquietud de la escritura. Existen pasajes en su obra que no engañan. ¿Es uno de los grandes autores de la literatura francesa? No lo sé. Habrá que ver, con el tiempo, lo que su obra dirá, en el largo plazo, a otros. Es, indiscutiblemente, una de las grandes voces del siglo XX, pero no estoy seguro de que para él la escritura sea tan esencial y tan íntimamente personal como para un escritor etnólogo como Michel Leiris.
El Mercurio / GDA