Desde Río de Janeiro, el artista rosarino prepara dos intervenciones para edificios en Buenos Aires, y un libro que compilará sus piezas utilitarias
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Desde Rosario, su ciudad natal, Leo Battistelli cruzaba en kayak hasta las islas del río Paraná. Buscaba un tesoro: la arcilla roja alimentada por el agua que nace en el corazón de América del Sur. La materia prima de las piezas de cerámica que llegaría a vender en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, y que recreaban plásticos descartables como los que su abuela materna separaba a diario para reciclar.
Su abuelo paterno, Alfredo, llegaba aún más lejos. Transformaba la basura en murales con los que intervenía toda su casa. Ambos fueron un gran incentivo para la carrera de este artista, interesado en generar conciencia sobre el cuidado del medioambiente. Rodeado de selva tropical en su casa-taller en Río de Janeiro, donde vive desde 2006, realiza por ejemplo las piezas inspiradas en líquenes que decorarán los espacios comunes del porteño edificio Sens Palermo Green.
“Los líquenes son una de las pocas simbiosis conocidas en la tierra –explica-. Algas marinas y hongos terrestres se juntan para formar otro ser, que marca con su presencia un lugar de pureza ambiental. Los líquenes expanden las fronteras que nos limitan”.
Algo muy parecido hace él mismo, al unir distintas disciplinas para crear algo superador. Sus propios límites expandidos quedarán demostrados una vez más cuando se inaugure Oceana Puerto Madero, el primer proyecto de Eduardo Costantini en asociación creativa con Alan Faena, para el cual diseñó un espejo de agua de cuarenta metros de largo. Diálogo estelar incluirá un mapa de 2500 esferas pintadas en oro y platino, que representan las estrellas de 88 constelaciones. La obra, que convivirá con esculturas de bronce de Elba Bairon, invita según él “a levantar la mirada y reconocer nuestro cielo austral reflejado en el gran espejo de agua del gigante Río de la Plata”.
Mientras se dedica a ese proyecto monumental, este escultor formado en Bellas Artes que está representado en la colección del Malba, expuso en la galería Del Infinito y fue elegido para intervenir el Espacio Chandon de arteBA trabaja además con Manuela López Anaya en una “edición limitadísima” de libros con tapa de porcelana. Objetos únicos que reunirán lo que él llama su “arte utilitario”: el registro de las piezas que produce para fábricas como Verbano y Luiz Salvador, y que representan otro cruce. En este caso, con el diseño y su pasado. “Mi abuela era cocinera -explica a LA NACION-. Me enseñó a cocinar y a presentar un plato, una mesa… Todo eso es parte de mi acervo de familia”.
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