Lenguas en peligro: la mitad de las 6000 que existen podrían extinguirse en un siglo
La Unesco calcula que unas 2500 corren riesgo si no se toman medidas de conservación; influye la presión del inglés y el chino
Arwen charrien shiken es una frase en lengua ona o selknam, que significa "el río divide la tierra". Esta forma de habla, utilizada antiguamente por los habitantes de las tierras más australes de América del Sur, es sólo un ejemplo de las más de 200 lenguas que la Unesco considera ya extintas, aunque algunas de ellas aún conserven hablantes.
La Organización de las Naciones Unidas es tajante respecto al estado de salud de las lenguas en el mundo: de no adoptarse medidas urgentes, la mitad de las 6000 que hay reconocidas a nivel global desaparecerán a finales de este siglo.
Cuando muere una lengua, se entierra una cultura. Si no se conservan registros documentales, se pierden los saberes ancestrales contenidos en las tradiciones de los pueblos, su cosmovisión del mundo y su aporte a la historia universal.
Sin embargo, la transmutación y evolución de las formas de habla es -y siempre lo ha sido- un proceso que acompaña la historia de cada comunidad. Así lo explican reconocidos científicos sociales y lingüistas de distintas partes del planeta, que contaron a LA NACION su visión respecto a lo que ya es una realidad: en promedio, desaparece una lengua cada dos semanas y hay, según confirmó la Unesco a este diario, más de 2400 en peligro.
"La desaparición es un proceso complejo", indicó a LA NACION el lingüista británico Christopher Moseley. El investigador encabeza el equipo de editores del Atlas interactivo que elaboró la Unesco sobre lenguas en peligro y que las cataloga, según los grados de amenaza, como vulnerables, en peligro, seriamente en peligro, en situación crítica y extintas.
El catedrático y experto en lingüística y filología de la Universidad Complutense de Madrid Enrique Bernárdez Sanchís, autor de varios libros, señala que la desaparición de una lengua exige, al menos, que dos generaciones dejen de hablarla. "Es evidente que las lenguas pequeñas acabarán desapareciendo; lo problemático es no registrarlas porque, como ocurre con las especies biológicas, ellas guardan elementos esenciales de las distintas formas de concebir el mundo."
Se considera que la supervivencia de una lengua no está asegurada si tiene menos de 50.000 hablantes, aunque este parámetro es objeto de debates y controversias, lo mismo que los requisitos para la catalogación de idiomas y dialectos.
La modernización, la globalización, el éxodo rural a los núcleos urbanos y la masificación del contacto humano facilitan la mortalidad de las lenguas. Antes, las comunidades vivían aisladas por las dificultades de movilidad y el menor contacto protegía los idiomas.
La desaparición de lenguas es un fenómeno que se ha disparado desde la segunda mitad del siglo XX. Desde 1950, se han extinguido 230 formas de habla y la diversidad lingüística es amenazada por la presión unificadora de las llamadas lenguas mundiales, como el inglés, el español o el chino, así como por la propia autocensura de los hablantes o la discriminación externa.
La lingüista Nuria Polo, de la Universidad Nacional de Educación a Distancia de España, considera que, en ocasiones, "las personas sienten que su lengua no es útil y dejan de usarla en favor de una lengua «fuerte» de su entorno. Pero hay que protegerlas. A todos nos da pena perder al último rinoceronte blanco... pues debemos tener la misma conciencia para las lenguas".
Casos críticos
Hay zonas del mundo donde la desaparición es muy rápida, como en Estados Unidos. Los niños ya no aprenden las lenguas de sus padres y éstas no se registran mediante la escritura, ni se utilizan en los medios de comunicación, ni en la escuela.
En Australia, la situación es extremadamente seria. La mayoría de las lenguas aborígenes han desaparecido y las que se hablan no superan los 3000 hablantes. Lo mismo ocurre en el norte de Rusia, en África central y meridional y en zonas de Asia. En África, la presión dominante la realizan las grandes lenguas del continente, como el hausa, el zulú o el yoruba. En China, van desapareciendo lenguas por el peso del mandarín o el cantonés.
En Europa, las lenguas se mantienen, pero en otras latitudes las cosas van mal, sobre todo en regiones remotas: en Tierra del Fuego no queda prácticamente nada y en regiones amazónicas están en serio peligro. En la Argentina hay, según la Unesco, 18 amenazadas.
El sociolingüista estadounidense y doctor en Letras Paul Lewis es el editor general de Ethnologue, obra de referencia creada en 1951 para la catalogación de las lenguas. Lewis explicó que "lo principal es el tremendo aumento del contacto entre grupos. El desarrollo de infraestructuras y transportes, y la casi omnipresencia de la radiodifusión, la telefonía e Internet causan que la gente de lugares retirados pueda escuchar, comunicarse y ser consciente de las modas «globales»". La doctora en Lenguas y Literaturas Romances por la Universidad de Harvard y profesora de la Universidad Torcuato Di Tella (Argentina) Karina Galperin recuerdó, no obstante, que la evolución de una lengua es un proceso natural: "Las lenguas van mutando con las sociedades; como ejemplo está la desaparición del latín. Entiendo que sería artificial preservar una lengua que ya no se utiliza", señala. Galperin considera que la preservación de textos o conocimientos de una cultura es apropiada como preocupación académica, o por un interés histórico o antropológico, pero entiende que las lenguas están ligadas a la historia de los pueblos.
Anabel Giracca, lingüista y profesora de la Universidad Rafael Landívar, en Guatemala, habló con LA NACION sobre la realidad de su país. "Tenemos 24 idiomas indígenas, 22 de origen maya. Con el racismo incrustado en el Estado, no hay igualdad. La ley se imparte en español, y hombres y mujeres monolingües son juzgados sin comprender razones. Se impone el castellano, hay poco material escrito en sus lenguas y no hay diccionarios actualizados. Si un idioma no abarca ámbitos de uso como la justicia, la educación o la literatura, se estanca frente a la modernidad."
Las nuevas tecnologías están jugando un papel relevante para el registro de las lenguas en peligro: audios, imágenes multimedia, radios y diccionarios digitales ayudan a preservarlas y revitalizarlas. El profesor Enrique Bernárdez destaca que "en la Red se encuentran grabaciones de video y audio de lenguas que hasta ahora era imposible registrar. Se va creando un registro virtual de lenguas. Antes, debías recurrir a un libro para saber sobre los tehuelches. Ahora, podés ver al último tehuelche hablando en grabaciones en la Red".
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