Lectura, café de autor y diseño, en homenaje a Clorindo Testa
Los arquitectos que idearon la confitería Clorindo, ubicada detrás de la Biblioteca Güiraldes, se inspiraron en el estilo brutalista para convertir el espacio en un “oasis urbano”; allí funcionó hace décadas un jardín literario y un auditorio
- 3 minutos de lectura'
“Nos propusimos crear un oasis urbano”, dice Felipe Carrizo, arquitecto de Clorindo. “Las paredes y los bancos son azules como el agua; la piedra verde del piso emula el pasto”. La nueva cafetería detrás de la Biblioteca Güiraldes (Talcahuano 1261), bautizada en honor al arquitecto brutalista Clorindo Testa, genera un extrañamiento en el visitante acostumbrado al cemento gris del centro porteño.
Cuando Carrizo y su socio, Tomás Randrup, llegaron al lugar se encontraron con un patio literario del 2002 comido por el tiempo que se había usado en alguna época como jardín de lectura y anfiteatro de la biblioteca. “Pensé que era de Clorindo Testa por ciertos gestos arquitectónicos: formas libres e inacabadas que parecen trazos de lápiz”, dice Carrizo. “El arco de la bóveda, por ejemplo, no llega a ser un medio círculo”.
Aunque luego supieron que el arquitecto no había sido Clorindo Testa, sino Álvaro Arrese, Jorge Pieretti y Sergio Richonnier, decidieron partir de ese legado modernista para construir la identidad de la marca. “No busco referencias antes de empezar, me dejo llevar por la intuición”, explica Carrizo. “Hoy las fuentes de ‘inspiración’ están estandarizadas. Pinterest establece un filtro de selección previo que siempre tiende a llevarnos al mismo lugar, así se instalan convenciones de belleza de las que no podemos salir. Por eso muchos restaurantes se ven iguales, como livings de estilo nórdico. En lugar de pensar en parámetros de lindo y feo, busco crear un sistema de signos que tenga coherencia interna, de donde se desprendan todas las soluciones del espacio específico”.
En este caso, Carrizo tomó dos puntos de referencia: Spectre, la ciudad fantasmal de la película El gran Pez, y Cabo Polonio, un pueblo frente al mar sin electricidad en Uruguay. “Son lugares sin caminos marcados ni asfalto. Me atrajo esa pérdida de funcionalidad, que sea una gran plaza donde cada uno arma su ruta”.
Luego convocaron a diferentes artistas, como Pasco Pascale que pintó el interior de la bóveda: “Fue un desafío terrible. Teníamos un andamio de dos pisos. Pensamos que era como un puente al revés pero no: es un techo curvo que se retuerce como un tirabuzón. Fue el trabajo más físico que hice”. Pascale intervino otros murales en restaurantes y celebra que el boom gastronómico posibilite expresiones artísticas genuinas: “Cuando te llaman específicamente para un trabajo así es porque les gusta tu estilo”. En este sentido, Carrizo cree que la explosión de cafés y restaurantes funciona como una nueva forma de mecenazgo.
Clorindo Testa fue uno de los arquitectos más prestigiosos de Argentina. Imprimió su estilo brutalista en edificios como la Biblioteca Nacional y el Banco de Londres. Luis Amesti, el socio a cargo de la cafetería, menciona el vínculo que los argentinos tienen con el reconocido arquitecto. “Mucha gente ve el nombre de Clorindo y se emociona. Me dicen: ‘Yo lo conocí’. No esperábamos tal disrupción del público. Fue impresionante: el primer fin de semana se vendió tanto que nos quedamos sin stock de pastelería; el siguiente, calculamos el doble y nos quedamos también sin pastelería; el tercero calculamos el triple y otra vez nos quedamos sin dulces”.
Abierto de lunes a sábados de 8 a 19, Clorindo ya fue adoptado por amantes de la lectura y el café de “autor”. Una visita ideal para combinar con un recorrido por la biblioteca (que atiende al público de lunes a viernes hasta las 17) que funciona en un edificio estilo Tudor.