Laurie Anderson en Buenos Aires. “La cultura actual está muy dividida y los festivales son para que la gente se encuentre”
La multifacética y genial artista estadounidense regresó ayer al país para participar del encuentro internacional de literatura; las ciudades, los libros, Trump, la inteligencia artificial y Lou Reed
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Leyenda viva de la vanguardia, visionaria del arte multimedia y una de las creadoras contemporáneas más polifacéticas, la cantante, performer, directora, poeta, violinista y diseñadora de instrumentos Laurie Anderson (Chicago, 1947) regresó al país para participar de la 14° edición del Filba Internacional. La artista, que trabajó con músicos como Brian Eno, Philip Glass, Peter Gabriel y quien fue su pareja por más de veinte años, Lou Reed; con la coreógrafa Trisha Brown, el artista Ai Weiwei y el escritor William Burroughs, entre otros, conversará este sábado, a las 20, en la Sala Villa Villa del Centro Cultural Recoleta (Junín 1930) con la escritora Agustina Muñoz, y el domingo cerrará el festival a la misma hora con una lectura que se presume apoteósica: “Laurie Anderson por Laurie Anderson” (las entradas se podrán retirar el mismo día a partir de las 12.30 en la boletería del CCR). “Hoy son las ciudades las que comunican de mejor manera la cultura; son las ciudades, más que los países, las que la promueven; las ciudades son la nueva Ruta de la Seda de la cultura”, dijo la artista en el patio de la librería Eterna Cadencia. Anderson estará en Buenos Aires hasta el lunes.
Reconoció ser una gran lectora. “Tengo miles y miles de libros -contó-. Amo los libros. A veces me atrapa una buena historia; otras, cuando están hermosamente escritos. En lo personal, soy una escritora de cuentos cortos”. Según sus cálculos, el 95% del proceso creativo de la mayoría de los escritores reside en la edición y la reescritura. “Quizás haya gente perfecta que escribe espontáneamente de manera impoluta; no es mi caso”.
¿Su libro favorito? “Depende del día, pero un libro al que vuelvo una y otra vez es Tristram Shandy, de Laurence Sterne, es fascinante y muy divertido”. Y reveló que estaba interesada en conocer a escritores argentinos y conversar con ellos “cara a cara” (el periodista Martín Pérez le recomendó la obra de Mariana Enriquez, que casualmente estaba en la librería palermitana con otra invitada del Filba, la española Laura Fernández). “Los festivales tienen ese propósito: permitir que la gente se encuentre -destacó Anderson-. La cultura actual está muy dividida en compartimentos y el espíritu de un festival es ofrecer un panorama de la cultura contemporánea”.
Consultada por LA NACION, se refirió a los años de Donald Trump como presidente de Estados Unidos. “¡Oh, Dios mío, sufrimos tanto! -exclamó-. Estoy aterrorizada con la idea de que vuelva al poder. Ustedes ya conocen la historia. Fue escuchar la locura constantemente; Trump polarizó mucho a la sociedad. La mitad de los estadounidenses le decía a la otra mitad que no era real. Y cuando se cree que el otro no es real, se lo puede matar; es una situación muy peligrosa, sumada al hecho de que todo el mundo está armado. Son millones de armas las que circulan en mi país”.
Para Anderson, en la actualidad el mundo está “virando” hacia el fascismo. “Quisiera que cada vez más artistas pudieran abordar esta cuestión; es muy difícil porque estamos muy presionados e intentan aplastarnos, pero nuestra tarea consiste en hablar y denunciar”. Agregó que la vigilancia que se ejerce en Estados Unidos es un tema muy serio. “Un amigo me contó que alguien había sugerido mi nombre para dirigir el National Endowment for the Arts [organismo estadounidense similar al Fondo Nacional de las Artes], y cuando le respondí que ni loca aceptaría ese trabajo me dijo que de todos modos no me lo darían porque tengo un prontuario en el FBI que comienza en mi adolescencia, con las historietas políticas que hacía a los dieciséis años. Y estoy orgullosa de eso”.
Anderson dará mañana en el Malba la clase magistral “La influencia de la Inteligencia Artificial en las artes hoy”. “La tecnología es neutral, no es ni buena ni mala, y todo depende del uso que le demos; no es tanto el medio como la acción -reflexionó-. Cada vez estoy más interesada en lo físico y lo corporal”.
Semanas atrás, concluyó en el Museo Hirshhorn, en Washington, la exposición The Weather, donde la artista presentó más de una docena de obras nuevas, intercaladas con otras emblemáticas, como la videoinstalación Habeas Corpus (2015), que realizó con el activista por los derechos humanos Mohammed el Gharani, que estuvo detenido en Guántanamo de 2002 a 2009, y el productor Kweku Mandela (ese proyecto ganó en 2016 el premio Courage Award for the Arts de Yoko Ono). Anderson es cofundadora del grupo activista The Federation, cuyo lema es “el arte es esencial para la democracia”.
Muchas obras de Anderson -que se considera a sí misma un “canal” de historias- exploran el cruce entre arte, narración, música y performance. “Aunque los formatos sean diferentes, las preguntas que subyacen son las mismas: ¿es la obra lo suficientemente potente?, ¿cuál es su sentido?” -afirmó-. No me gustan las jerarquías: un verso de Leonard Cohen puede ser una obra de arte; no hay una forma preestablecida”. La artista publicó varios libros con textos de sus performaces, escribió para la Encyclopedia Brittanica la entrada referida a Nueva York y, en librerías locales, es posible encontrar El corazón de un perro (Zindo & Gafuri), con poemas, fragmentos de un diario y textos del guion de su documental Heart of a Dog, de 2015.
Tiempo atrás, junto con Lou Reed habán propuesto tres reglas para vivir mejor: no tenerle miedo a nadie, procurar buena literatura y aprender a usarla, y ser verdaderamente tierno. Al final del encuentro, con admiración y ternura la fotógrafa Nora Lezano le obsequió a Anderson una foto que le había tomado tiempo atrás junto a Lou Reed.
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