Las últimas pinturas de Marcelo Alzetta, un artista por siempre joven
A meses de su muerte, a los 43 años, se exhiben en San Telmo las pinturas realizadas por el artista tandilense entre 2020 y 2021; fue también dibujante y músico
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El artista tandilense Marcelo Alzetta nació en septiembre de 1977. Tuvo una infancia frágil a causa del situs inversus, una rara malformación genética. Desde chico le gustó pintar y su sueño era convertirse en artista. En la adolescencia comenzó a asistir a las clases del historietista uruguayo Alberto Breccia y en ese taller conoció a sus compañeros de El Tripero con los que crearía la mítica revista homónima. Tomó clases con Ahuva Szlimowicz y conoció al pintor y escultor Pablo Suárez, que lo vinculó a algunos artistas de la escena de los años noventa en la ciudad de Buenos Aires, con quienes comenzó a participar de exposiciones colectivas. Por unos años, Alzetta fue pareja del artista Marcelo Pombo. Vivió en Buenos Aires, pero en 2007 regresó junto a su familia, en Tandil, por complicaciones relacionadas con su enfermedad; dos años después tuvo un trasplante de pulmón.
En 2008 hizo su primera muestra individual y a lo largo de los años expuso con frecuencia en forma colectiva e individual. En 2017, el sello rosarino Iván Rosado publicó el libro Paseo con sus dibujos y pinturas y, en 2019, el escritor, músico y editor Francisco Garamona dirigió el documental Marcelo Alzetta: una baldosa renacentista, que recoge su testimonio. Al año siguiente editó Museo primitivo, un disco de larga duración de música electrónica. Sus últimos años fueron críticos, debido al deterioro de su salud. A los 43 años y a la espera de un segundo trasplante, murió el 2 de mayo de este año.
A fines de septiembre y cerca del aniversario de su nacimiento, en la galería Calvaresi Contemporáneo (Defensa 1136) se inauguró una muestra póstuma con las catorce obras que Alzetta pintó entre 2020 y 2021. Al cuidado de la curadora e investigadora Jimena Ferreiro, Una rosa es una rosa -como el título de una canción de Mecano y el verso de Gertrude Stein- se puede visitar hasta el jueves 18. Una pintura de Alzetta también integra la megamuestra Simbiología en el CCK. Tanto Amalia Amoedo, para el acervo de Colección Fortabat, como Alec Oxenford adquirieron obras del artista tandilense.
“Estoy segura de que estas catorce pinturas producidas intensamente entre 2020 y principios de este año, luego de haber acordado con Calvaresi su primera muestra individual en la galería, son el resultado de un trance y del presagio de su inminente trascendencia -dice Ferreiro, que actualmente se desempeña como coordinadora de Planificación Museológica de la Dirección Nacional de Museos-. Por eso trabajó con apuro y con una lucidez sorprendente. La modestia habitual de los motivos de su pintura temprana, una vez que el comic underground le quedó corto y sus personajes ganaron escena, parecen ejercicios preparatorios frente a la sofisticación de las obras del final. El mundo freak y tecno dio lugar a la belleza plácida y metafísica con escenas equilibradas y elegantes, como si hubiera programado una despedida apropiándose del tono mayor de la pintura y celebrando una amistad que los unió desde la infancia”. Los acrílicos fueron colgados según lo acordado con el artista, a la altura de la mirada y en una pared pintada de color rosa, y durante la visita se pueden escuchar temas de Museo primitivo y hojear un número especial de la revista El Tripero con dibujos de Alzetta.
Heredero descarriado y por siempre joven de los artistas agrupados en el Centro Cultural Rojas en los años 1990, Alzetta enriquece sus pinturas con un elenco de personajes híbridos, a veces espectrales, emparentados con la historieta, la ficción especulativa y el arte kitsch. En sus obras, un caniche puede nacer de un huevo, el cuerpo de una criatura puede estar hecho de chicle, las lágrimas, tener el tamaño de una persona; el sol, además, puede convertirse en un emoji con ojos de corazones.
“Esta exposición tenía que suceder y acá estamos, celebrando la pintura de Marcelo Alzetta, haciendo de cuenta que la muerte no existe porque su obra es capaz de todo tipo de animismo”, escribe Ferreiro en el texto del catálogo. “La vocación por los géneros menores, los temas humildes y por la tradición moderna devaluada expresan una sensibilidad minoritaria que representa una de las idiosincrasias más consolidadas del arte argentino -apunta Ferrerio-. El mantel de hule, las flores de plástico, las naturalezas muertas fantasmagóricas, entre otras formas que alumbra su última serie y que ahora toman estado público con esta exposición póstuma, pueden pensarse como cadáveres exquisitos”.
En las pinturas expuestas en la galería de San Telmo, aparecen raras floraciones con ojos, ikebanas semiabstractos, una marina crepuscular y plantas que, en vez de hojas, lucen telarañas. No falta el humor en obras como Margarita (un daiquiri con palmeras) ni el candor en Pichón de hornero abandonado. La pintura de cielos y fondos fue una de las especialidades de Alzetta, en cuya obra late una síntesis visual de melancolía, poesía y vivacidad.
Para agendar
Una rosa es una rosa. Para coordinar una visita se puede escribir por mensaje directo de Instagram o a info@calvaresicontemporaneo.com. De martes a viernes, de 12 a 17.30, en Defensa 1136.
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