Las mil y una noches de Salman Rushdie en la clandestinidad
El autor habló en Madrid con Antonio Muñoz Molina sobre su nuevo libro
MADRID.- Cuando lo conoció, hacía seis años que su colega estaba escondido, burlando a sus perseguidores, condenado a muerte por el ayatollah Khomeini tras la publicación de la novela Los versos satánicos, acusada de blasfema. Lo que le sorprendió a Antonio Muñoz Molina es que si bien Salman Rushdie no era dueño de su libertad, sí poseía un gran sentido del humor y se movía ajeno a todo delirio persecutorio. Caminaban por las calles de Granada y el español, quien oficiaba como lazarillo, recuerda la reacción de un lustrabotas quien reparó ante la presencia del autor británico de origen indio, y en el más perfecto andaluz soltó: "¿Este no es el tío a quien quieren matar?". Rushdie festejó aquella anécdota mientras se acomodaba la medalla de oro a la trayectoria que acababa de recibir, otorgada por el Círculo de Bellas Artes de Madrid.
Muñoz Molina, flamante ganador del Premio de Novela Elena Poniatowska, volvió a oficiar como anfitrión en una entrevista pública, esta vez, con la fatwa ya disuelta. "Rushdie nos enseñó mucho antes del 11 de septiembre qué era Al-Qaeda y Estado Islámico. Nos hizo ver lo frágil que era Occidente y lo que todos dábamos por supuesto. Y también nos mostró la miseria y la mezquindad que había en escritores y colegas que decían que lo que él había cometido era una falta de respeto, que él se lo había buscado." La semana próxima Rushdie será el responsable de inaugurar la Feria del Libro de Fráncfort, una presencia que genera ya un gran revuelo ya que las autoridades iraníes anunciaron su descontento y alzaron su voz de protesta.
Tras estos recuerdos y fantasmas comenzaba una conversación donde se dejó de lado aquel pasado para bucear en las profundidades de la literatura, donde la figura de Jorge Luis Borges emergió en reiteradas ocasiones. "Que a un escritor se lo asocie con una causa hace que pierda su esencia como escritor", opinó Muñoz Molina y dio paso también a la presentación de Dos años ocho meses y veintiocho noches (Seix Barral, que ayer se lanzó en la Argentina), el título que segmenta aquella temporada que significa Las mil y una noches, el universo que inspiró a la nueva novela de Rushdie, ambientada en el próximo milenio.
Salman Rushdie: -Pasé tres años tratando de decir la verdad de las cosas que habían ocurrido en mi vida. Nunca había estado interesado en escribir mi autobiografía [Joseph Anton, el alias que utilizaba durante su persecución].
Antonio Muñoz Molina: -Quizá por eso no se lee como una autobiografía y está en tercera persona?
S. R.: -Cuando la escribí sentí que me sacaba un peso de encima. Ahora quería escribir el libro opuesto. ¿Y cuál era el más opuesto? Empecé con fragmentos, como si fuese un rompecabezas, inspirado en Las mil y una noches. Comencé con la historia de un jardinero cuyos pies no tocan el piso [cuyas raíces quizá se encuentren en ese bello poema que U2 luego musicalizó "The Ground Beneath Her Feet"] y hay allí algo kafkiano, una metamorfosis, un proceso que ocurre y que no se explica. En este libro, más que en cualquier otro, confié en la improvisación. Durante más de un año dejé que fluyera mi imaginación, desechando lo malo.
A. M. M.: -¿Cómo sabes qué dese-char?
S. R.: -Simplemente, lo sabes. Como decía Hemingway: lo más importante que debe tener un escritor es un buen detector de mierda.
El vínculo entre Rushdie y España data desde hace décadas. A los 19 años, mientras cursaba Historia en la Universidad de Cambridge, viajó a ese "palacio oriental construido en Occidente", que es la Alhambra, Córdoba, Sevilla y Madrid: "No conozco otro museo en otra ciudad del mundo [El Prado] que conserve en sus salas tres tesoros semejantes: Las meninas, de Velázquez; El jardín de las delicias, del Bosco, y los grabados de Goya". A este último rinde homenaje en su última novela, que comienza: "El sueño de la razón produce monstruos".
En Dos años ocho meses y veintiocho noches hay una historia de amor que atraviesa el relato. Estos dos personajes se conocen luego de haber enfrentado la pérdida de un ser amado: "Cuando se encuentran, se convierten en ecos. Todos tenemos en nuestras vida la experiencia de la muerte y quizá vayamos por la vida tratando de llenar esa pérdida", asegura Rushdie, radicado en Nueva York desde hace más de una década. Confiesa que sus grandes maestros han sido Fellini y Buñuel, pero que es a Dickens a quien admira por su capacidad de poder plasmar en un texto distintas voces, desde los aristócratas hasta los marginales.
Rushdie confía en continuar por la huella de la ficción y dedicarse en el futuro próximo al cuento corto, un género que aún no ha explorado. "Para que exista el realismo, tiene que haber un acuerdo entre el autor y el lector. Ese pacto existía en el siglo XIX. Ahora no vivimos en ese mundo, sino en uno donde se desafía a la realidad. Hay novelas que hacen más compleja que nunca esta noción? Karl Ove Knausgård, Amélie Nothomb o Elena Ferrante. Pero Las mil y una noches no es".
S. R.: -Creo que hay dos modos de escribir una novela: uno, poner el mundo entero dentro de un libro, sabiendo que es imposible, pero intentando de todos modos; dos, sacando la materia de este mundo.
A. M. M.: -¿Por qué queremos ponerlo todo dentro de un libro?
S. R.: -Porque los escritores somos muy arrogantes.
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