Las infinitas maneras de hablar portugués: reabre el museo de San Pablo dedicado a la lengua lusitana
Había ardido en un incendio de 2015 y ahora vuelve a ponerse en funcionamiento
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SAN PABLO.-El portugués es una de las pocas lenguas del mundo que es oficial en algún país de casi todos los continentes. Se habla, se lee y se oye de manera cotidiana en hogares de Macao o de Goa (India), en escuelas de Timor Oriental, en las calles de Mozambique, Angola o Brasil. El Museu da Língua Portuguesa reabrió sus puertas el sábado pasado en San Pablo para celebrar esa apabullante diversidad lingüística con la mirada posada sobre Brasil, pero sin perder de vista los vocablos y acentos del resto de los países que tienen el portugués como lengua propia. Los lusohablantes son una comunidad de 260 millones de personas en siete países a las que poco les une más allá de la lengua legada por la colonización cuando Portugal dominaba los siete mares.
Planteado como un museo interactivo para todos los públicos en este país desigual como pocos, pretende estimular a los visitantes para que reflexionen sobre algo tan cotidiano como el idioma, como explica la comisaria especial Isa Grinspum, encargada del diseño de la colección permanente “El museo quiere traer la complejidad y riqueza del lenguaje que hablamos todos los días. Los brasileños tienen en el fondo un complejo de inferioridad histórico, gigante, de que somos menos porque nuestra formación… porque Portugal… porque africano… porque indio… Es al contrario. Es la singularidad de esos encuentros que solo nosotros tuvimos de esa manera la que produjo cosas maravillosas en la literatura, la música, el cine y en el día a día”, explicaba Grinspum durante una entrevista días antes de la reapertura.
El museo se inaugura en un edificio completamente reconstruido después de que en diciembre 2015 quedara completamente destruido por un incendio fortuito que se originó en una exposición. Está ubicado en una hermosa edificación del degradado centro de São Paulo: la estación de ferrocarril de Luz, uno de los primeros lugares donde oían el portugués los inmigrantes que Brasil atrajo desde Europa, África o Asia para sustituir a los esclavos y blanquear la mano de obra. Este jueves, el fuego volvió a amenazar el patrimonio cultural brasileño al desatarse un incendio en un almacén de la Filmoteca de San Pablo.
Junto a mapas que ilustran el origen del portugués y las relaciones de parentesco del indoeuropeo que le dio origen con otras familias lingüísticas, diversos paneles van mostrando fragmentos de textos eruditos y populares, poemas, publicidad, refranes, etcétera.
Con el ánimo de documentar la inmensa variedad regional y sociocultural del portugués brasileño, los responsables del museo enviaron emisarios por todo el territorio para recabar casi 200 testimonios en vídeo, reflejo cada uno de ellos de un modo de hablar portugués. Ahí están desde los indígenas de Amazonia al pastor evangélico, la madre del candomblé (una religión de origen africano), el profesor, el alumno, la prostituta…
Favela, samba, tanga o saudade son palabras portuguesas reconocidas mucho más allá de sus fronteras lingüísticas. Recalca Grinspum que su punto de partida es que “absolutamente todos los hablantes son autores de la lengua”, eliminando jerarquías en este país donde la desigualdad es omnipresente. La idea es que cualquier visitante encuentre su portugués reflejado en esta institución cultural creada en 2006 por el Gobierno estatal de São Paulo en colaboración con la fundación Roberto Marinho, que homenajea al fundador del grupo Globo.
Como la propia lengua, el museo tiene vocación de ser una entidad viva, que se actualiza en que nacen nuevos acentos, vocabulario o neologismos. Cuando las llamas obligaron a echar el cierre en 2015, los debates sobre el lenguaje neutro de género apenas existían en Brasil. Hoy, todas, todos y todes tienen su modo de hablar, escribir y crear reflejado en la institución. Junto con el tupinambá (la lengua de la etnia homónima) y otras de las más de 180 lenguas indígenas que se hablan en la actualidad, también están presentes en formato sonoro o escrito el pajubá, un dialecto de la comunidad LGTB —sobre todo de las mujeres trans— que fusiona el idioma luso con vocabulario yoruba para crear la identidad cultural de un colectivo constantemente bajo amenaza.
Si bien la lengua se actualiza gracias a la creatividad de sus hablantes, que la convierte incluso en arma de resistencia, el portugués como identidad común en un territorio tan vasto como Brasil (similar al que tenía al independizarse hace casi dos siglos y que equivale al doble de la Unión Europea) se forjó “a hierro y fuego”, explica Grinspum. “Los jesuitas agarraron el tupí, que se hablaba en la costa, y a partir de él, para facilitar la colonización, crearon la llamada lengua general indígena, que se habla hasta hoy en algunos rincones de la Amazonia”. Se conoce como nheengatu y se oye incluso en las fronterizas Colombia y Venezuela.
Fue ese proceso de imposición violenta de la lengua el que alumbró un portugués distinto del que se habla en la antigua metrópoli. Para los hispanohablantes, por ejemplo, la variante brasileña resulta más fácil de comprender que la original de Portugal. Grysnpun atribuye esa mayor facilidad al legado de los esclavos africanos traídos por la fuerza: “Es por la influencia de las lenguas africanas, sobre todo del bantú, que son más vocalizadas, de vocales abiertas y (pronunciación) más lenta”.
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