Las gestas y los gestos de Diego Maradona
Un film de Paolo Sorrentino, una canción de Los Piojos y Proyecto Pelusa, un libro colaborativo
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“Maradona solo se entiende realmente a través de la relación con lo divino. Es una figura sagrada. Maradona no llegó a Nápoles, apareció como un dios”, explica el director italiano Paolo Sorrentino en el pequeño documental sobre su film más reciente: Fue la mano de Dios (2021). Es una historia de iniciación, encantadora, donde el prestigioso director italiano rinde tributo a su ciudad natal, a su adolescencia en los 80, atravesada por la llegada del Diez al Nápoli. Una de las escenas culminantes de esa película extraordinaria es el festejo extendido en las ventanas y en las calles de sus goles contra Inglaterra en el Mundial de México. En su década más gloriosa, y a lo largo de prácticamente toda su vida, Maradona fue una fuente de inspiración, musa para artistas de todo tipo y para buena parte de la Humanidad.
Hace un cuarto de siglo, llegaba a las bateas Tercer Arco, el disco que le daría proyección masiva a un grupo de rock del Oeste del Gran Buenos Aires. Producidos por Alfredo Toth y Pablo Guyot, Los Piojos encontraron su mejor forma en un álbum que proponía una curiosa cruza entre la cultura stone y la música rioplatense (aparece el “rockandombe” como declaración de principios), pero también tango (“Gris”), murga y batucada (“Verano del 92″, a pura marcha camión), funky-blues (”Taxi boy”), un hit imbatible (“El farolito”) y una oda al Diez (“Maradó”).
“(...) Dicen que escapó este mozo, del sueño de los sin jeta, que a los poderosos reta, y ataca a los más villanos, sin más armas en la mano, que un diez en la camiseta”, recitaba Andrés Ciro en la intro de esa canción. La escena se repitió luego en los shows en vivo, con miles de gargantas coreando esas líneas, y también, deslumbrados por los videos con las increíbles jugadas de Maradona en sincro con el ritmo adrenalínico de una canción, con un aire piazzolleano irrumpiendo en el solo del guitarrista Tavo Kupinski. Una conjunción mágica, o el balón en los pies de Diego como una de las Bellas Artes. A partir de ese homenaje, Los Piojos construyeron un vínculo con su héroe, que llegó a saludarlos al Estadio Obras en mayo de 1999, y le regaló a Andrés Ciro los botines que había usado en su último partido para que los use de amuleto. Estuve en ese concierto y me emociono cada vez que escucho sus palabras de agradecimiento, incluidas en el disco Ritual: “Quiero agradecerles a Los Piojos el hecho de la canción, y de todo el afecto que me dan, porque todos necesitamos cariño”. Tercer arco acaba de ser reeditado en vinilo (¡amarillo!), con la portada de Diego Perrota rediseñada, y enaltecida, por Jimena Díaz Ferreira.
La huella que dejó Diego en su paso por este plano es imborrable, no sólo por sus hazañas futbolísticas y sus acciones públicas o mediáticas. Prueba de ello es el Proyecto Pelusa, que empezó siendo una cuenta de instagram y acaba de llegar al formato libro. El subtítulo es La vida del más grande a través de los ojos de la gente, y es un gran anecdotario, compilado por Damián Cukierkorn y Sebastián Schon. Se trata de una biografía visual, popular y colaborativa, basada en un archivo inédito, con el objetivo de homenajear y recorrer la vida de Diego. Su historia se puede escribir por las grandes gestas deportivas, pero son los gestos humanos los que agigantan al personaje. “Como jugador, brillante. Pero como persona, ¡indiscutible!”, bromeaban hace unos días mi amigo Dante y su tío Pablo. Detrás de cada foto (muchas de ellas, en la era analógica), hay una historia, que en la mayoría de los casos excede al mero cholulismo. La conexión de Diego con sus fans era profunda y, sobre todo, humana. Las historias y las fotos de este libro, desde la del rival de 12 años bailado por Los Cebollitas en 1973, a la de Roberto, el santafesino que lo alzó en el Estadio Azteca con la Copa del Mundo en la mano, dan cuenta de esa otra magia.
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