Las cartas desconocidas de Dickens que revelan sus “arranques de divismo”
El Museo Charles Dickens de Londres exhibe once cartas del autor británico compradas a un coleccionista privado de Estados Unidos que muestran su costado más arrogante: “era un hombre complejo”, asegura su biógrafo
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Las cartas manuscritas de Charles Dickens, uno de los más grandes escritores británicos, se exhiben por primera vez al público desde esta semana y ofrecen una nueva perspectiva de la vida y la mente del gran autor victoriano. El Museo Charles Dickens de Londres le compró las once cartas a un coleccionista privado de Estados Unidos, país que Dickens visitó dos veces para hacer giras de lecturas públicas que fueron muy populares.
Una de las cartas —fechada el 10 de febrero de 1866 y escrita a un tal I.H. Newman— revela que Dickens, que ya en su tiempo era una celebridad, tenía arranques de divismo: allí se queja de la posible cancelación del servicio de correos dominical en su pequeño pueblo del sur de Inglaterra y amenaza con mudarse y llevarse su fama a otra parte.
“Permítame decir que me niego rotunda y categóricamente a infligirme a mí mismo semejante inconveniente”, escribe Dickens en su carta. “Estoy seguro de que en esta aldea de Higham hay muchos que en todo un año reciben o despachan la cantidad de cartas que yo suelo recibir o despachar en un solo día”, dice sobre su hogar en la región de Kent, en el sur de Inglaterra.
“Estoy en los mejores términos con mis vecinos, pobres y ricos, y creo que lamentarían perderme”, prosigue la carta. “Pero la restricción que proponen del correo sería un impedimento tal que podría verme forzado a vender mi propiedad y abandonar esta parte del país.”
En otra carta, escrita cuando estaba de vacaciones en Lausana, Suiza, con fecha 5 de agosto de 1846, Dickens le dice a su amigo y abogado Thomas Mitton que la ciudad es “prodigiosa pero fea”. En la misiva incluye detalles de la estadía, en especial, la descripción de una caminata por la montaña y del momento de lavarse la cara con nieve. También hace comentarios sobre la gastronomía local y sobre las actividades de sus pequeños hijos en el lugar.
“Me imagino que desde que nos fuimos de casa, más de una vez te habrás preguntado por qué no recibías alguna carta mía. Lo cierto es que desde aquí le he escrito a muy poca gente”, le dice Dickens a su amigo.
“Y este lugar no es para nada barato: más caro que Ginebra, y si se quiere, yo diría que más caro que París. Lo más sorprendente es que lo que más caro está en comparación con Londres ¡es el pan! La carne es bastante barata, y muy buena… El vino de la localidad está a mitad de camino entre el vinagre y los pickles, y cuando lo probás te hace parpadear y lagrimear”, agrega Dickens.
Otra carta es una invitación a cenar con una dramática floritura final muy dickensiana: “Di ‘no’ y nunca te perdonaré. Di ‘sí’ y súmate a nosotros aquí a las seis y diez minutos del próximo jueves, y seré por siempre fielmente tuyo CHARLES DICKENS.”
Peter Orford, profesor de literatura inglesa de la Universidad de Buckingham y biógrafo de Dickens, dice estar “emocionado” por este nuevo acervo de cartas que se convertirá en una “importante fuente” tanto para los académicos como para los aficionados. Orford describe a Dickens —autor de clásicos como Oliver Twist, Grandes esperanzas y Casa desolada— como alguien que “intentó ser un hombre del pueblo” defendiendo causas sociales, pero que como ocurre con muchas celebridades actuales, también “valoraba mucho su privacidad” y trataba de lograr un equilibrio. “Tenía arranques de divismo y cuando le convenía sabía llamar la atención”, dice Orford, ya que “siempre hubo interés en él como persona”, pero la atención del público a veces le resultaba “intrusiva”.
Como muchos victorianos Dickens, fue un “prolífico escritor de cartas” y un hombre de su época, cuando la gente podía llegar a recibir entregas de correo hasta una docena de veces al día. Hasta el momento hay publicados doce volúmenes de cartas del novelista, algunas breves “como los mensajes de texto actuales” para confirmar algún plan, y otras misivas más extensas para amigos y familiares, señala Orford.
Al igual que otros autores británicos, como Jane Austen, antes de su muerte Dickens destruyó muchas cartas, y en 1860 hizo una fogata para evitar que cayeran en manos del público. Las que se salvaron fueron las recibidas por los destinatarios. En su testamento, Dickens también especificó que no deseaba ser recordado con estatuas o monumentos, sino por sus obras, agrega Orford.
A pesar de su hosquedad, Dickens sigue teniendo millones de fans en todo el mundo. Su retrato ha aparecido en billetes y estampillas, sus libros han sido adaptados a la pantalla grande y son incontables los alumnos que estudian sus novelas o hacen todos los años una nueva versión escénica de Un cuento de Navidad.
“El interés popular por Dickens sigue vigente”, dice Catherine Waters, profesora emérita de literatura victoriana de la Universidad de Kent. Waters también es la actual presidenta de la Dickens Fellowship, una asociación mundial de personas que comparten un interés especial por la vida y obra del autor. El grupo fue fundado en 1902 y tiene filiales activas en los Estados Unidos, Italia, Australia y Japón.
Al igual que muchos de sus personajes de ficción, Dickens no es fácil de resumir. “Compartía algunos de los prejuicios de su época”, dice Waters, y menciona las críticas a su visión “estereotipada” de algunos personajes femeninos, y su relación en la vida real con Ellen Ternan, más adelante en la vida del escritor.
Sin embargo, Dickens también alentó a las escritoras y periodistas contemporáneas, dice Waters, publicando sus trabajos en las revistas que periódicamente editaba. “Era un hombre complejo”, asegura Waters.
Dickens podría haber escrito hasta 20 cartas al día durante un período de más de 40 años, dice Waters. “Y sus cartas cubren una inmensa gama de temas”, entre cartas a familiares, editores y organizaciones benéficas, que ilustran una amplia variedad de intereses y vínculos sociales. “Sus cartas son tan variadas y tan vívidas que para mucha gente leer esta nueva correspondencia va a ser realmente una emoción”, agrega Waters.
Otras cartas de la colección dan una idea de sus hábitos de lectura y su ajetreada vida social. En su adquisición de 2020 al coleccionista norteamericano, el museo también se quedó con varios de objetos personales del escritor —objetos de arte, joyas y libros—, un total de más de 300 artículos valorados en poco más de 2 millones de dólares, según informó el museo.
Para los fans del extranjero, la exhibición de sus cartas manuscritas estará disponible online en el sitio oficial del museo. Dickens murió en 1870 en Higham y está enterrado en el Rincón de los Poetas de la Abadía de Westminster, Londres, junto con otros autores británicos como Geoffrey Chaucer y Rudyard Kipling.
“Dickens no dejó un diario personal, así que las cartas son lo mejor fuente que tenemos para saber qué pensaba en cada momento”, dice Orford. “Las cartas son un recurso fantástico.”
(Traducción de Jaime Arrambide)
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