Las bibliotecas que creó Sarmiento: Conabip celebra sus 152 años y reclama al Senado por la ley de los fondos de cultura
Dos emblemas de la cultura argentina, las bibliotecas populares y la lucha por la soberanía de las islas Malvinas, confluyen en una celebración; mientras tanto, postergan un debate urgente
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Hay doble festejo este viernes en la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip): el 23 se celebra el Día de las Bibliotecas Populares y el 152° aniversario de la institución creada por Domingo F. Sarmiento en 1870. En Tierra del Fuego, San Juan, Misiones, La Pampa y Buenos Aires se presentará en simultáneo el libro Malvinas: memorias de infancias en tiempos de guerra, compilación de crónicas de escritores que fueron niños o adolescentes durante la Guerra de Malvinas, a cuarenta años de su inicio y final. La selección de textos -escritos para la ocasión por autores de varias regiones del país, de Trelew a Orán, y de Zapala a Resistencia- estuvo al cuidado de una amiga honorífica de las bibliotecas populares, la escritora María Teresa Andruetto. Entre los cronistas aparecen Fernanda García Lao, Mariano Quirós, María Pía López, Eduardo Sacheri, Patricia Suárez, Ariel Williams y Roberta Iannamico.
Desde la Biblioteca Popular Sarmiento de Ushuaia, Eduardo Sacheri, Isol (que ilustró la tapa, mientras que los interiores los firman Raquel Cané, Nicolás Arispe, Matías Trillo y Pablo Bernasconi, entre otros), Luciano Saracino, María Pía López, Leonardo Oyola y la misma Andruetto acompañarán a la presidenta de Conabip, María del Carmen Bianchi, y al ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer, en la presentación del libro, de más de 160 páginas. En Santa Rosa de La Pampa estarán Silvia Mellado y Sergio de Matteo; en Oberá, provincia de Misiones, Mariano Quirós; Alejandra Kamiya y Marcelo Guerrieri presentarán el libro en Chascomús, y Poly Bernatene, en la ciudad natal de Sarmiento, San Juan. El evento se podrá ver desde el canal de YouTube a partir de las 18:30 y el libro, que se distribuirá en bibliotecas populares de todo el país, ya se puede leer y descargar gratis.
Reclamo al Senado
En 1986, durante la presidencia de Raúl Alfonsín, con la ley 23.351 (que creó el Fondo Especial para las Bibliotecas Populares) se concretó el modelo de asociación entre Estado y sociedad civil para el desarrollo de iniciativas culturales y, en 2005, en el gobierno de Néstor Kirchner, esos fondos se incorporaron al presupuesto nacional. A partir de 2023, por un inciso de un artículo en la ley 27.432 que sancionó el Congreso Nacional en 2017, esos fondos -que también ingresan en forma directa al Instituto Nacional del Teatro, el de la Música y el de Cine y Artes Audiovisuales, entre otros- podrían pasar a ser administrados por el jefe de Gabinete.
“La ley 27. 432 amenaza a partir de diciembre de este año, fecha de su entrada en vigencia, el financiamiento de la bibliotecas populares”, resume la presidenta de la Conabip. Si bien este jueves la modificación de la ley -que tuvo media sanción en la Cámara de Diputados (donde se prorrogaron por cincuenta años las asignaciones específicas)- iba a ser tratada en el Senado, se la reemplazó por el proyecto de ampliación del número de los miembros de la Corte Suprema. El oficialismo aún conserva la mayoría en la Cámara de Senadores.
❌ En menos de dos meses las asignaciones específicas para la cultura dejarán de existir. Agonizan en los tiempos del Honorable Congreso de la Nación los derechos adquiridos en 1986 y arrebatados con la aprobación de la Ley 27.432 en 2017. pic.twitter.com/KGJhrtryDU
— CONABIP (@CONABIP) September 21, 2022
“Es un motivo de celebración que un organismo estatal dedicado a la promoción de la lectura y las bibliotecas siga cumpliendo su función junto con las comunidades lectoras a lo largo y ancho del país, reinventándose y actualizando sus metodologías, abordajes, equipamientos y actividades para seguir haciéndolo -dice María del Carmen Bianchi a LA NACION-. Es también el Día de las Bibliotecas Populares, que operan como centros culturales, cívicos y comunitarios en las localidades más pequeñas y distantes de los grandes centros urbanos, en zonas rurales, en las barriadas humildes de las metrópolis, y también en edificios ancestrales, y en modernas construcciones en las más importantes ciudades de provincias. Más de cuatro millones de usuarios, más de treinta mil voluntarios y cinco mil empleos, y más de veinte millones de libros, son cifras que objetivan y ponen de relieve la magnitud e importancia de este movimiento cultural único por su naturaleza y extensión que ha atravesado tres siglos en su existencia”.
“La Cámara de Diputados dio media sanción en junio de este año a una ley que repara el atropello de aquella decisión política de 2017, pero el Senado Nacional no ha retomado aún su tratamiento en el recinto para poner fin a la angustia de tantas y tantos -concluye Bianchi-. Querríamos festejar el 152º aniversario, pero, con el apoyo de casi 1500 bibliotecas populares, sus dirigentes y usuarios, lectores, bibliotecarios, vecinos de las comunidades que se han expresado en estos días a través de más de 60 mil firmas y actos en todo el país, y con la solidaridad de la Unión de Escritoras y Escritores, la Fundación EL Libro (FEL), asociaciones bibliotecarias y bibliotecas nacionales, la Cámara Argentina del Libro (CAL) y la Cámara Argentina de Publicaciones, decimos simplemente que esperamos por bibliotecas populares abiertas”.
El miércoles 14, el ministro de Cultura Tristán Bauer y el ahora expresidente de la FEL, Ariel Granica, habían hecho reclamos similares al de Bianchi en el acto de lanzamiento de la 47ª Feria del Libro de Buenos Aires organizado por la FEL.
Este año la Conabip distribuyó entre las bibliotecas populares $ 564 millones para su funcionamiento, otros $ 20 millones para impulsar proyectos de mejora en las sedes, desarrollar acciones ciudadanas y promover la lectura, e invirtió más de $ 140 millones en la compra de libros y contenidos. En el último trimestre del año se planea invertir otros $ 300 millones.
Del prólogo de María Teresa Andruetto
¿Qué es la patria? Un país que no se ve, ¿existe? Son un concepto muerto la bandera, el himno, para una niña modificada por el exilio, para una niña sin territorio. Del otro lado del océano, solo malas noticias y una guerra como método de distracción. Qué es ese suelo manchado de sangre para alguien que no sabe que las cosas tienen dueño, que otros países pueden apropiarse hasta de nosotros.
¿Qué esa fascinación, ese amor repentino, esos cantos nuevos en la radio, ese llamado a esconderse?¿cómo ocultar una ciudad entera, tapar las ventanas, apagar las luces de las calles? Parece un juego, hasta que un día en la escuela, antes de entrar a las aulas, dicen que el padre de una alumna ha muerto en la guerra y que es un héroe y un valiente y que se va al cielo.
Tal vez la patria sea, para dos niños que juegan, el recuerdo de un beso bajo una mesa de la salita de cuatro, en medio de un simulacro de ataques y de bombas, mientras la mujer policía avisa que nos están robando unas islas. Un recuerdo y el lugar donde ancló ese recuerdo: un pueblo, un barrio, un baldío, un potrero, una vereda, el patio de la escuela donde se ha jugado, en Zapala, Orán, Trelew, Resistencia, Lomas de Zamora, La Plata, Isidro Casanova, Comodoro Rivadavia, Villa del Parque o Trenque Lauquen, Castelar, un barrio de Córdoba o de Rosario o de Santa Rosa de La Pampa.
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