La Villa Ortiz Basualdo es Monumento Nacional
La decisión sobre esa tradicional construcción marplatense se tomó el día de Navidad; su lugar en la cultura y el peso en la historia del balneario
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MAR DEL PLATA.- Esa loma a la que hoy se llega muy directo por la Avenida Colón era, desde fines del siglo XIX, un espectacular mirador panorámico que ahí nomás, abajo, dejaba ver los primeros barcos de pesca sobre las extensas playas. Y allá lejos, sobre el oeste, las sierras precámbricas de las es su expresión más cercana al mar. Cuando en tiempos de Belle Epoque esta ciudad era una villa balnearia que daba primeros pasos, Ana Elía de Ortiz Basualdo eligió ese estratégico punto geográfico para levantar su casa, transformada poco después al actual estilo pintoresquista y confirmada hace pocos días como flamante monumento histórico nacional por su valor patrimonial y cultural.
El centenario inmueble que desde hace algunas décadas alberga el Museo Juan Carlos Castagnino quedó protegido junto a otras tres edificaciones sobrevivientes a la piqueta que azotó a estas costas a partir de los años 50, tras la sanción de la ley de propiedad horizontal y el furor de construcción de edificios de departamentos. El gobierno nacional, mediante el decreto 1039/2020, también declaró como bienes de valor arquitectónico nacional a las muy cercanas Villa Normandy, Villa Blaquier y la Iglesia Stella Maris, esta última con el edificio de su colegio.
“Son las joyas de la abuela”, destaca Vicky Gazzanego, experimentada guía turística que mantiene un circuito para recorrer este conjunto patrimonial que tiene presencia en no más de 300 metros de distancia y que representa una porción viva de los primeros capítulos de la historia marplatense, cuando adineradas familias capitalinas daban forma a este rincón de veraneo con lujosas propiedades donde residían durante temporadas completas.
Este decreto llega a partir de un expediente iniciado desde la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos para poner a resguardo estas construcciones que se conservan en muy buen estado general y son de lo poco de estilo que queda en pie en esa zona de la ciudad.
La Villa Ortiz Basualdo tiene diseño original de Louis Dubois y Pablo Pater. La construyeron en 1909 pero una década después se avanzó con ampliaciones y modificaciones con ideas del arquitecto George Camus y el ingeniero Alula Baldassarini, que la llevaron de la línea francesa original hacia un estilo anglonormando. “Fue la primera casa de la ciudad con ascensor”, recuerda Gazzanego, que junto a su compañera, Andrea García, encabeza y coordina paseos por este circuito de inmuebles con valor patrimonial y cultural en la denominada Loma de Stella Maris.
A mano derecha de esa avenida Colón está la Villa Normandy, sobre trazos del arquitecto Gastón Mallet y con una particularidad que la condiciona dentro de aquel pintoresquismo francés de inicios del siglo XX: carece de amplios jardines verdes que caracterizaron las obras de esa escuela.
Félix Delor fue propietario original de esta vivienda de cuatro niveles que en los últimos tiempos fue sede del Consulado Italiano en Mar del Plata y luego de la Fiscalía Federal en esta ciudad. Luego albergó una experiencia de teatro participativo que con una obra que transcurría en distintas dependencias de la casa, lo que permitía recorrerla en un contexto muy particular. Es una de las viviendas históricas que participa del Día Nacional de los Monumentos y el último verano, en una dependencia interior, se había habilitado un bar que no llegó a funcionar por las medidas de aislamiento social y preventivo (ASPO).
Menos suerte tienen quienes se interesan en la Villa Blaquier, en la esquina de Alvear y Bolívar, a 300 metros de la actual rambla. El proyecto fue del arquitecto Walter Basset Smith y se comenzó a plasmar a partir de 1905, también con algunas reformas inmediatas hasta su diseño actual, destacado por sus tejas francesas. Es el único de los cuatro inmuebles alcanzados por este decreto que no permite visitas, ni siquiera a sus amplios parques. “Lo disfrutamos con la ñata contra el vidrio”, ironiza Gazzanego. Siempre esperan un gesto de los propietarios para acercar detalles de este inmueble a la comunidad.
Todo lo contrario de la parroquia Stella Maris, abierta los 365 días del año. Un templo encantador que se gestó en los salones del majestuso Hotel Bristol, también con Ana Elía de Ortiz Basualdo como gestora del proyecto. La iglesia de Santa Cecilia, en las alturas de La Perla, parecía alejada. Entonces un grupo de mujeres aunó voluntades y fondos para financiar esta construcción sobre trazos de Emilio Hurtré, obra de estilo neogótico que se inauguró en 1912.
La aristocracia porteña de entonces veraneaba en Mar del Plata, pero también tenía un fuerte perfil benéfico. Junto a la parroquia avanzaron con el desarrollo del que hoy es el Instituto Stella Maris Adoratrices, un colegio de nivel inicial, primario y secundario. Pero que nació con un ámbito donde se pudiera garantizar educación y formación a los hijos de trabajadores de aquella pujante villa balnearia, muchos de ellos de familias de pescadores que vivían al pie de esa distinguida loma. Ese edifico lateral que da sobre calle Viamonte tiene diseño de Alberto Gelly Cantilo y Alejandro Moy con obra a cargo de Baldassarini.
La declaración de monumento histórico nacional que alcanza a la Villa Ortiz Basualdo y extiende abrigo a la Villa Blaquier, Villa Normandy y el complejo Stella Maris fue más que celebrada entre autoridades localidades y ámbitos académicos vinculados a la preservación patrimonial. Es un escudo protector sobre verdaderas joyas de la arquitectura local, que con el desarrollo de torres perdió más del 70% de las construcciones de estilo originales.
La Villa Ortiz Basualdo es propiedad del gobierno municipal desde la década del 80, para convertirla luego en el actual Museo de Arte Juan Carlos Castagnino, donde de manera continua se presentan muestras de arte y en épocas de verano se abren sus jardines a ferias artesanales, unas y otras suspendidas este año por la pandemia.
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