La unión hace la fuerza: el arte revela una vez más en Miami su poder transformador
MIAMI.- "¡¿Qué van a hacer?! ¡¿Dónde?!" Con esas reacciones, acompañadas por gestos de incredulidad y desconfianza, se encontraron los artistas Christo y su mujer, Jeanne-Claude, a comienzos de la década de 1980 en Miami. Lo que proponían, con el único argumento de que se trataba de un "gesto poético", era convertir una decena de islas en una suerte de "flores gigantes", al rodear sus costas con amplias franjas de tela rosa que flotarían sobre la Bahía Biscayne.
Aunque ellos mismos proponían financiar el proyecto, titulado Surrounded Islands (Islas rodeadas), no les fue fácil convencer al gobierno local de sus buenas intenciones. Los registros de esa histórica intervención protagonizan hoy en el Pérez Art Museum Miami (Pamm) una muestra documental que ya recorrió ocho países de Europa y Asia. Y es presentada como una acción que "activó las fuerzas cívicas y sociales de Miami, logrando que una comunidad fascinada se uniera para celebrar la belleza natural de la ciudad".
A 35 años de aquella aventura pionera, ya nadie parece escandalizarse con las osadas propuestas de los artistas que transforman cada año esta ciudad en un puente intercontinental. Todo lo contrario: cientos de personas se reunieron esta semana para observar cómo se quemaba una casa en la costa de Miami Beach. Se trataba de una de las obras instaladas sobre la playa por la curadora Zoe Lukov, como parte de la primera edición del Faena Festival, impulsado por el empresario argentino Alan Faena. Realizada por el artista estadounidense George Sánchez-Calderón, se incendió como parte de un "ritual sanador" del vínculo entre desarrollo urbano y cambio climático.
También cosechó aplausos sobre la playa otro proyecto inspirado en el cuidado del medio ambiente: el que realizó el tucumano Tomás Saraceno al ser convocado por Audemars Piguet en el marco de Art Basel, la feria de arte más importante del mundo. Junto a sus "paraguas solares", que ayudan a elevar con el aire caliente esculturas voladoras y permiten soñar un futuro sin combustibles fósiles, se realizó ayer una visita guiada por su proyecto Aeroceno como parte del programa Art Basel Cities: Buenos Aires.
Con la participación de representantes del gobierno porteño, de arteBA y de Art Basel, se confirmó allí que a mediados de abril, en paralelo con la 28a edición de arteBA, se impulsará una cita internacional similar a la de septiembre último. Aunque aún restaba confirmar los detalles, en los últimos días hubo varias reuniones de trabajo que demostraron hasta qué punto esta semana resulta vital para cerrar acuerdos.
No, no todo es champagne, bellinis o mimosas con vista al océano. Puertas adentro del renovado Centro de Convenciones de Miami, que aloja hasta mañana a 268 galerías de 35 países, representantes de la Argentina, México, Perú y Colombia hablaron sobre la necesidad de crear estructuras de financiamiento sustentable en las instituciones latinoamericanas, donde problemas como la corrupción, la inseguridad y la volatilidad económica dificultan el desarrollo de la confianza, los proyectos a largo plazo y las asociaciones público-privadas.
"Se está despertando la conciencia sobre el bien común. Es necesario que haya un reconocimiento visible a los modelos de filantropía, para inspirar a otros a hacer lo mismo", opinó Alec Oxenford, presidente de arteBA Fundación, y destacó como un ejemplo a nivel mundial en caso del Malba, fundado por Eduardo Costantini. Entre el público escuchaba atento Enrique Avogadro, ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, quien adelantó que el gobierno porteño lanzará un premio de mecenazgo cultural el año próximo y propuso mejorar la comunicación para compartir los desafíos que enfrenta la región.
Esto último fue lo que hicieron también esta semana, en otra sala ofrecida por Art Basel, representantes de la Cámara Meridiano -integrada por medio centenar de galerías argentinas- con pares de Brasil y Sudáfrica. "Los países del hemisferio sur tenemos problemas comunes, empezando por los costos de traslado de las obras a las ferias -explicó a LA NACION Orly Benzacar, presidenta de Meridiano-. En estas condiciones se va a tornar muy difícil que las galerías más chicas puedan hacer ese esfuerzo, lo que va a afectar la diversidad de las ferias."
La diversidad, justamente, es un valor que crece año a año en Miami. Eso se refleja en Art Basel, donde la artista árabe Maha Malluh vendió todas las obras exhibidas en la galería Selma Feriani en las primeras dos horas de la preinauguración para invitados VIP. Un éxito similar tuvieron con sus bordados en Ruth Benzacar Leo Chiachio y Daniel Giannone, que el año próximo llevarán al Museo de Arte Latinoamericano (Molaa) de Los Ángeles los trabajos exhibidos hasta mañana en el Centro Cultural Kirchner.
Los chilenos también vienen pisando fuerte. Las animaciones de Cristóbal León y Joaquín Cociña, exhibidas hace dos años en el Pamm, se vendieron ahora en Art Basel. Y en la feria Pinta, impulsada por el argentino Diego Costa Peuser, la Cisneros Fontanals Art Foundation compró la obra Modos de calzar, de la joven artista Fernanda López.
La escena latinoamericana también está bajo la lupa del empresario argentino Jorge Pérez. Su desarrolladora inmobiliaria, Related, exhibe hasta mañana en Pinta una atractiva instalación de la colombiana Ana María Devis. "Conocí su obra en la residencia Flora, de José Roca, y le vamos a dedicar la primera muestra de nuestra bodega", dijo Pérez a LA NACION, en referencia al espacio que alojará su colección desde el año próximo en el floreciente barrio de Allapattah, y que incluirá residencias para artistas y curadores de la región.
La producción del continente no sólo está representada en los condominios que construye Pérez sino también en el Pamm, el museo que lleva su nombre desde que realizó una importante donación para ayudar a terminar el edificio actual, diseñado por los suizos Herzog & de Meuron. El legado del búlgaro Christo convive allí en estos días con muestras de la argentina Liliana Porter -también presente con su obra en Art Basel y Pinta-, del peruano José Carlos Martinat y de la jamaiquina Ebony Patterson, entre otros artistas de la región. "Quise ser un modelo para los hispanos. Quería dar algo que hiciera mejor a la comunidad.", dice Pérez, que es además uno de los principales de Pinta.
En la feria organizada por Costa Peuser desde hace más de una década, el cónsul argentino en Miami distinguió el jueves a Carlos Rosso, mano derecha de Pérez en Related, por el compromiso de la desarrolladora con el arte en Estados Unidos y la Argentina. En los últimos años, además de haber adquirido más de trescientas obras de artistas de nuestro país, la empresa impulsó un concurso de escultura pública con 250.000 dólares el premios; adquirió un mural de Gachi Hasper que exhibirá en Puerto Madero y en Miami, instaló otro de Fabián Burgos en el barrio Brickell y apoyó la muestra de Julio Le Parc en el Pamm.
Enfocada en el arte iberoamericano, Pinta amplió este año la presencia española, se expandió hasta ocupar la totalidad del Centro de Convenciones Mana Wynwood y recibió la visita de representantes de 28 museos. Con ese estímulo, el director de la editorial Arte al Día planea impulsar además proyectos en Nueva York y Chicago.
Con esa visión internacional desarrolló su colección Amalita Fortabat, fundadora hace diez años del museo que lleva su nombre. El compromiso fue heredado por su hija Amalia, integrante del board internacional de arteBA, que esta semana organizó en Miami una celebración en honor a una fundación que pronto va a cumplir tres décadas.
Fue también una manera de fortalecer vínculos para contribuir al desarrollo conjunto de la escena local. Como dijo la artista Isabel Lewis en su performance del Faena Festival, "bailar es otra forma de conectarnos".
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