La Unesco advierte sobre el "enemigo invisible" y la vulnerabilidad del sector cultural para enfrentarlo
El impacto negativo de la pandemia en el área de la cultura es motivo de preocupación en todo el mundo. Las noticias sobre parálisis en la producción, cancelaciones de eventos y cierre de instituciones se reiteran desde inicios de 2020. Para ilustrar esta situación, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) informó que desde los primeros meses del año el 90% de los 60.000 museos del mundo cerró sus puertas, poniendo en peligro miles de puestos de trabajo; asimismo, en los últimos días el Cirque du Soleil anunció que despediría al 95% de sus trabajadores. La cadena de valor del universo cultural se mantiene en suspenso, solo con cierta actividad digital. En alianza con organizaciones internacionales, gobiernos de todos los países instrumentan medidas para mitigar el efecto negativo del "enemigo invisible" en la cultura.
"El sector está viviendo una importante transformación -dice María Frick a LA NACION, responsable del programa de Cultura para la Argentina, Uruguay y Paraguay de la Unesco-. Las medidas sanitarias han tenido repercusiones entre los artistas y demás profesionales de la cultura, muchos de los cuales son trabajadores independientes o que trabajan en pequeñas y medianas empresas que son muy vulnerables a las crisis financieras". Según Frick, incluso en los países con un sistema de seguridad social que protege a artistas y profesionales de la cultura se advirtió que probablemente habrá que enfrentar dificultades.
Hasta la llegada del covid-19, las industrias culturales representaban el 3% del PIB mundial y contribuían con casi treinta millones de empleos en todo el mundo. Hoy, en 128 países esas industrias están en suspenso y las instituciones culturales, cerradas. En el webinario "Museos en tiempo de pandemia", Ernesto Ottone, subdirector general de Cultura de la Unesco, indicó que sería difícil encontrar "soluciones permanentes en estas condiciones", aunque destacó que el mundo de los profesionales de la cultura ha logrado, por medios digitales, "una conexión con las comunidades y los ciudadanos que ha sido un avance considerable". No obstante, con Internet no se puede reemplazar la producción de contenidos.
Datos para impulsar políticas públicas
Mientras tanto, la Unesco trabaja en dos líneas estratégicas junto a organismos nacionales e internacionales. "Con el Ministerio de Cultura de la Nación, a través del Sistema de Información Cultural de la Argentina, el Banco Interamericano de Desarrollo y la Secretaría General Iberoamericana, evaluamos el impacto económico de la pandemia en el sector cultural-señala Frick-. A partir de la información recopilada por el Sistema de Información Cultural de América del Sur, que depende de la Reunión de Ministros de Cultura del Mercado Común del Sur, mediremos el efecto en la facturación, el valor agregado y el empleo en el sector cultural, proyectando dos escenarios que nos permitan estimar el impacto económico del covid-19 en el sector cultural en particular y en la economía en general". Además, se lanzará una encuesta regional para relevar la percepción que tienen los propios artistas y emprendedores culturales sobre las consecuencias de la pandemia en sus actividades. "Se incluirán preguntas sobre ventas, ingreso y capacidad de ahorro, condiciones laborales y capacidad de transición al mundo digital", adelanta la representante de la Unesco.
A través de las encuestas, la Unesco obtendrá información sobre el impacto económico, la situación de los trabajadores del sector, la capacidad de adaptación al mundo digital y el teletrabajo, los principales problemas del sector antes, durante y después de la pandemia, las fuentes de financiación y la opinión personal sobre las medidas y políticas adoptadas en respuesta a la crisis. Los resultados se conocerán en agosto.
Pero la cultura va más allá de su importancia económica: es un vector de resiliencia y desarrollo humano. "También queremos visibilizar la importancia y aportes del patrimonio cultural inmaterial en las políticas públicas que se implementarán una vez finalizada la pandemia -dice Frick-. En alianza con la Red de Cooperación Académica en Patrimonio Cultural Inmaterial de Latinoamérica y el Caribe, coordinada por las profesoras Mónica Guariglio (Universidad Nacional de Avellaneda) y Patricia San Martín (Universidad Nacional de Rosario), estamos trabajando para identificar modelos y casos representativos de prácticas comunitarias donde el 'patrimonio vivo' sea un factor clave en procesos de inclusión social". Con esa información, los gobiernos de la región podrán impulsar políticas paliativas. El "patrimonio vivo" o "patrimonio cultural inmaterial" comprende las tradiciones y expresiones orales, las artes del espectáculo; los usos sociales, rituales y actos festivos; los conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo, y las técnicas artesanales tradicionales.
Mientras tanto, en la Argentina diversos organismos públicos han implementado una serie de becas y subsidios a organizaciones culturales, comunidades y artistas para aliviar los efectos de la pandemia.
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