La última clase del profesor pop: Daniel Link se despidió de Puan ante un aula colmada de estudiantes, graduados y colegas
El catedrático y escritor cerró ayer más de tres décadas como titular de la cátedra Literatura del Siglo XX, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA
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“Pensar el siglo XX es pensarnos”, dijo ayer al anochecer el profesor y escritor Diego Bentivegna en el discurso preliminar a la última clase del “profesor pop”, el escritor y catedrático Daniel Link (Córdoba, 1959), en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, en Puan 480, en el barrio de Caballito. “Estamos acá con entusiasmo y con nostalgia”, agregó en referencia a los estudiantes, graduados y compañeros de la cátedra Literatura del Siglo XX, a cargo de Link por más de treinta años.
El autor de Fantasmas. Imaginación y sociedad dio su clase de despedida a “aula llena” (debieron mudarse de la 450 a la 324, que es un poco más grande). “Creí morir dos veces mientras estuve a cargo de la cátedra pero sobreviví y nadie se dio cuenta de esos episodios críticos personales”, contó el profesor que llegó con algunos libros para regalar a los alumnos. “Habíamos empezado este curso hablando con una reflexión sobre los procesos de humanización y deshumanización en el arte”, dijo Link y agregó: “Las inteligencias artificiales no conocen el tictac de lo viviente, ni la duda ni el entusiasmo”. A continuación, abordó los alcances de la “imaginación humanista” en el actual momento “crepuscular”; al final, antes de ser ovacionado por los asistentes, reivindicó los “saberes de la noche”.
“La clase es el lugar de todos los intercambios”, sostuvo Link, que titular de la cátedra universitaria desde 1990. La directora y performer Vivi Tellas interrumpió la clase, como suele ocurrir en los claustros de las universidades públicas, presentándose como una militante de una agrupación “libertaria de izquierda” que propugnaba el “soviet”. “O sea que me jubilo para que venga el soviet”, bromeó Link.
Rindió homenaje a los profesores Elvira Arnoux, Enrique Pezzoni, Raúl Antelo, Josefina Ludmer y Ricardo Piglia. “No me formé acá, lo que siempre, en algún punto, me fue señalado”, reprochó (es egresado del Instituto Superior del Profesorado “Dr. Joaquín V. González”) y se hizo cargo de las críticas de algunos estudiantes a lo largo de las décadas. “¡Trata a los alumnos como a monos en el zoológico!”. Para horror de los libertarios, citó al filósofo italiano Antonio Gramsci. Hubo alusiones a Alejandra Pizarnik, Pier Paolo Pasolini, Federico García Lorca, Georges Didi-Huberman, Copi y Leopoldo Lugones, entre otros autores del siglo pasado.
“Quienes venimos trabajando en el área de humanidades desde hace décadas no podemos disimular la crisis fenomenal del campo, un poco por su propia dinámica y otro poco por los embates de la esfera audiovisual, en primer término y, ahora, por la esfera digital -dijo Link-. Todo eso nos obligó a sostener una posición crítica respecto del humanismo; por ejemplo: el humanismo burgués fue cómplice de las peores aventuras coloniales, no hace falta sino señalar que los ejércitos imperiales europeos marcharon a conquistar el mundo y saquearlo, acompañados de filólogos. Hasta finales del siglo XX podíamos sostener críticamente un humanismo posmodernista, si se quiere, que hoy es directamente imposible. Primer límite para mí, entonces: la incapacidad para discutir con máquinas mis lecturas de Marcel Proust, de Mario Bellatin, de Franz Kafka. Esto no es meramente ilustrativo. A finales de 2023 propuse mi lectura de la Recherche a ChatGPT, que impugnó cada una de mis decisiones e hipótesis”.
Para Link, la cátedra Literatura del Siglo XX tenía algo de excesiva. “Cuando empezamos, todavía podíamos pensar ese campo como el campo de lo contemporáneo y, dado el carácter experimental del curso, nos obligamos a inventar una pedagogía y un punto de vista: leemos literaturas europeas como literaturas indígenas”, puntualizó.
— Malena Rey (@noeselcaso) June 25, 2024
“Hoy el siglo XX es equivalente a la Edad Media y nos exige que nos volvamos archivistas -dijo anoche sentado ante un pupitre cubierto con una tela bordó-. Aceptamos el desafío porque nos parecía que, poco a poco, el siglo XX había sido invisibilizado. Desde hace diez años empezamos los cursos, demostrando que el siglo XX tuvo lugar, y que no fue solamente una pesadilla de la que convenía despertarse. Ahora bien, ese trabajo, que sigue pareciéndonos necesario y fascinante, nos aleja de lo contemporáneo. Segundo límite, entonces: pensar la propia práctica como una intervención de archivo o como una intervención de presente. Al elegir el presente, conviene dejar descansar los clásicos del siglo XX. O fijar la mirada en otra cosa”.
Cuando Link comenzó a dar clases en Puan, lo bautizaron el “profesor pop”. “Luis Sandrini había sido, previamente, el ‘profesor hippie’ -dijo-. Un poco por eso resultó que este, mi último curso en la facultad llevó por título ‘Ideas de pueblo’. Una de las ideas de pueblo que trabajamos fue la que lo define como el que otorga la soberanía por delegación al Senado; es la versión que nos llega desde Roma. Pueblo se opone a Senado. El liberalismo mersa que actualmente gobierna la Argentina ha interpretado esa oposición como Pueblo vs. Casta, lo que no es del todo incorrecto. Pero a nosotras nos obligó a pensar cómo y por qué el Pueblo decide delegar su soberanía en aquellos que serán sus verdugos, algo que pasó varias veces durante el siglo pasado. Hay también otras ideas de Pueblo, por ejemplo esa que usan como coartada los gobiernos para desplegar sus fantasías, por lo general de exterminio. En nombre del Pueblo, se crean campos de trabajo forzado para homosexuales, judíos y gitanos o clínicas para la experimentación sobre enfermos mentales, adictos o discapacitados”.
“Si abrazábamos la causa pop, nos adheríamos a una filosofía pop, que tiene dos nombres propios: Deleuze y Guattari -destacó-. Fuimos deleuzeanos militantes hasta que el señor Milei apareció en el horizonte. Hoy ya no podemos sostener la misma convicción acríticamente: hay que separar el pensamiento anarco de Deleuze, y todas sus figuras, del anarcocapitalismo. Esa tarea es extremadamente compleja pero necesaria: no podemos dejar que se confunda un cierto pensamiento con el vacío de todo pensamiento que caracteriza al anarcocapitalismo que hoy reina entre nosotras”. En la clase, conjugó la primera persona del plural en femenino. “No se trata de alcanzar la libertad, sino de encontrar una salida”, advirtió.
Y prosiguió: “Sumemos a todo eso que yo ya voy a alcanzar la edad jubilatoria según el régimen especial de los docentes-investigadores. Y no tengo ganas de que el actual gobierno cambie las reglas de juego meses antes de alcanzar ese derecho, que no es un privilegio. Prefiero pensar el presente alejado de las máquinas y de las instituciones que son, ellas mismas, picadoras de carne que abrazan cada cable y cada chip con algarabía; prefiero revisar mis convicciones detrás de escena, para volver a decir o lo mismo u otra cosa, pero en todo caso, remixado, vuelto a poner en una circunstancia, la actual, que no esperábamos vivir. Mi generación ha podido superar con dificultad la dictadura y otros momentos críticos como el menemismo y el 2001. Seguramente los jóvenes, debidamente entrenados en las lecturas que hacen falta, podrán superar la fuerza de la barbarie reinante, que pretende que todo pensamiento crítico es basura o ¡comunista, comunista!”.
La cátedra seguirá su marcha. “Habrá concursos, que esperamos no estén amañados como los últimos que organizó el Departamento de Letras, a los que se presentarán los integrantes del equipo, la mayoría de los cuales llevan ya veinte años de trabajo conjunto ininterrumpido, y varios me acompañan desde el comienzo -dice Link a LA NACION-. Pero, por supuesto, lo que vendrá será un día nuevo en el desierto. Para quienes se queden en la cátedra y para mí, que la dejo, también. Un nuevo día, una página en blanco. Eso me espera. Eso espero que me espere”.
Tras el estreno de la película Puan, dirigida por María Alché y Benjamín Naishtat, ¿Puan se puso de moda? “No, no está de moda -responde Link-. Sigue siendo el mismo ambiente de fantasía de siempre”.